En el mes de enero, bien adentrado el invierno, las condiciones meteorológicas empeoran, tal y como podemos comprobar estos días con la llegada de una borrasca que está dejando vientos fuertes y lluvias en diferentes zonas de España. Y cuando hay lluvia y viento es importante realizar una conducción responsable reduciendo la velocidad y adaptándola a las condiciones especiales de la vía y el tiempo. También hay que aumentar la distancia de seguridad respecto al vehículo que precede y evitar en todo momento las distracciones y adelantamientos. En las situaciones de viento fuerte como el actual, se debe sujetar el volante con firmeza y siempre con las dos manos. Se debe evitar pasar por túneles y puentes. Hay que tener en cuenta el efecto 'pantalla', una situación que ocurre a la hora de adelantar a un vehículo de gran volumen: se descontrola la dirección del coche y es importante corregirla. Conviene no coger el vehículo sin consultar el tiempo o el estado del tráfico. Hay circunstancias en las que es mejor no coger el vehículo como lluvias torrenciales, ranchas de mucho viento… Hoy en día la tecnología nos permite conocer en estado real el tráfico y las previsiones climatológicas. Norauto recomienda hacer esta consulta antes de un viaje, especialmente si es largo, y aconseja evitar conducir en situaciones extremas donde no se pueda garantizar la seguridad y no haya visibilidad. Es igualmente frecuente pasar por charcos sin conocer su profundidad. Es otro gran error que cometen muchos conductores. En estos casos, el riesgo de aquaplaning aumenta. Se desconoce la profundidad del charco y, por lo tanto, el neumático puede dejar de estar en contacto con el asfalto perdiendo el control del vehículo. Deberemos como conductores tener en cuenta a otros usuarios de la vía más vulnerables: peatones, motos, bicicletas, usuarios de patinete eléctrico. Si les sorprende la lluvia en la carretera, su vulnerabilidad aumenta. Es recomendable aumentar la distancia de seguridad respecto a ellos y reducir mucho la velocidad. Hay que recordar que todos somos en algún momento usuarios vulnerables. La lluvia es el fenómeno meteorológico más habitual en el otoño y sobre todo en invierno en España, y cuando el agua es protagonista, el riesgo de sufrir un accidente aumenta hasta un 70% según varios estudios recogidos por la DGT. Cuando llueva mientras conducimos es necesario usar el alumbrado de cruce, aumentar la velocidad del limpiaparabrisas en los adelantamientos, ampliar la distancia de seguridad y encender la calefacción para evitar que los cristales se empañen. Además, antes de empezar a circular, deberemos de asegurarnos que los neumáticos están en buen estado comprobando el desgaste de las ranuras principales de la banda de rodadura. Si entramos en aquaplanin -los neumáticos no pueden desalojar el agua del firme por desgaste, baja presión o velocidad excesiva-, deberemos sujetar el volante con fuerza, no frenar a fondo y cuando notemos que recuperamos la adherencia, corregir la trayectoria suavemente. Además de estas consideraciones generales, los expertos también nos recuerdan cuales son los principales errores cuando conducimos con mal tiempo. En primer lugar destacan el no revisar los neumáticos: son, sin duda, uno de los elementos del vehículo más importantes ya que son la única conexión del coche con la carretera. Si no se revisa el neumático, puede que se encuentre desgastado y, por lo tanto, pierda adherencia, sobre todo en mojado. La normativa establece que la profundidad del dibujo de la banda de rodadura no debe ser inferior a 1,6 mm aunque, para ganar agarre y seguridad. Hay que comprobar el desgaste de un neumático con un medidor de profundidad o profundímetro. En casa se puede hacer de forma rápida con una moneda a modo de referencia. Si se introduce la moneda en los surcos del neumático y el aro exterior de la moneda de 1€ aún no sobresale, significa que la rueda se mantiene en buen estado. Sin embargo, sí puede verse, significa que el dibujo de la rueda está por debajo de su límite, y será conveniente cambiarla. También se pueden localizar los testigos de desgaste repartidos por la banda de rodadura. Los fabricantes incluyen en el flanco del neumático una serie de indicadores, que pueden ser el propio logotipo de la marca o un triángulo o las siglas TWI (de Tread Wear Indicator). Un neumático próximo a ese límite de desgaste puede no ser un neumático seguro por lo que se recomienda cambiarlo antes. Otro error es el no comprobar el buen estado de las escobillas, tanto delanteras como traseras: con lluvia, los limpiaparabrisas ayudan a retirar el agua y que el conductor pueda ver. Si no está en buen estado, no hacen el correcto barrido y, por lo tanto, pueden empeorar la visibilidad. En vez de limpiar pueden ensuciar más. La duración de las escobillas en condiciones óptimas de funcionamiento es de aproximadamente un año. Le siguen el no revisar el líquido limpiaparabrisas: son importantes para limpiar el parabrisas en las primeras gotas de lluvia, precisamente la situación más crítica, ya que se mezclan las pocas gotas de agua con la suciedad. Hay que revisar el nivel y añadir en caso de ser necesario. Aunque no solo con lluvia, también es recomendable revisar aceite, dirección asistida, líquido de frenos y, sobre todo, anticongelante. Es habitual que no comprobemos el correcto funcionamiento del climatizador o el sistema para desempañar los cristales. Y es que los cristales se empañan cuando están fríos y por la diferencia de temperatura respecto al interior del vehículo. Muchos vehículos cuentan con un sistema automático propio de anti-empañamiento de los cristales, tanto el de delante como el trasero. En caso contrario, se puede dirigir el aire acondicionado al máximo hacia los cristales. En cuanto a las luces, disminuyen las horas de luz y, además, las lluvias propias del otoño impiden una correcta visión. Por ello, hay que revisar que no hay ninguna luz fundida y que están niveladas. Con lluvia se deben llevar encendidas las luces de posición y cruce. Las de niebla sólo si la lluvia es intensa. Otro error común es no verificar el buen funcionamiento de los frenos: un profesional mecánico debe comprobar pastillas y discos. No hay que olvidar que la distancia de frenado aumenta con lluvia y que la carretera es especialmente resbaladiza con las primeras gotas. A una velocidad de 50 km/h la distancia de frenado se puede casi duplicar con lluvia.