El año que está a punto de concluir cerrará con una subida en los precios del consumo del 2,8% en promedio, la cifra más baja de los tres últimos años. Así lo ha certificado este lunes el Instituto Nacional de Estadística (INE) en el último informe del Índice de Precios de Consumo (IPC) de 2024. El coste de la vida ha aumentado menos que en los tres últimos años, en los que el país ha visto cómo los precios subían mucho más rápido de lo normal. Sobre todo en 2022, cuando la inflación promedió un 8,4%, la mayor cifra en cuatro décadas. El dato de 2024 es ocho décimas inferior al 3,6% registrado en 2023.
La lectura del mes de diciembre coincide con la media del año y sitúa la subida interanual de los precios en el 2,8%, cuatro décimas más que en noviembre. Un repunte que estaba previsto y que obedece fundamentalmente a un efecto estadístico provocado por los precios de los carburantes. El coste de la gasolina y el diésel se redujo considerablemente en diciembre del año pasado y en este último mes de 2024 ha experimentado una ligera subida a juzgar por los datos que llegan del boletín petrolero europeo. El INE destaca también el efecto de los precios del ocio y la cultura, que se han encarecido más que en diciembre del año pasado.
El repunte que se ha visto en el índice general también se ha contagiado al subyacente —el que mide cuánto suben los precios del consumo, pero sin tener en cuenta los alimentos no elaborados y la energía por su volatilidad— que se sitúa en diciembre en el 2,6%. Las cifras que proporciona el INE todavía no incluyen más detalles sobre otros componentes clave como los alimentos, que no se conocerán hasta mediados del próximo enero.
Pese al repunte en los precios que se ha registrado en diciembre, los analistas coinciden en que la inflación volverá a reducirse a partir de enero hasta situarse en el entorno del 2% o incluso por debajo a lo largo del año próximo. El Banco de España estima que en 2025 los precios del consumo subirán un 2,1%, una cifra muy cercana al 2% que los bancos centrales consideran deseable.
Después de las fortísimas subidas en el coste de la vida que se han vivido en los últimos años, siempre es buena noticia que la inflación se vaya moderando a niveles más habituales. Sin embargo, este efecto es psicológicamente difícil de percibir para los consumidores que cargan el lastre de tres años de subidas anómalas de los precios que sus salarios en general no han sido capaces de igualar. Sobre todo en apartados del consumo como los alimentos, que acumulan un alza que ronda el 30% en tres años.
Que la inflación haya caído al 2,8% no quiere decir que los precios hayan bajado (al menos no ha sido así de forma generalizada). Sencillamente, significa que ahora están subiendo más despacio y de una forma más asumible para los hogares. De hecho, el 2,8% de subida con el que cerrará el IPC 2024 está todavía lejos de las medias registradas antes de la pandemia. Eso sí, todo sea dicho, un periodo este en el que el problema era precisamente el contrario: una inflación demasiado baja que tampoco es buena para la economía.
Con todo, las cifras que se conocen hasta el momento hacen pensar que, en general, los trabajadores han ganado algo de poder adquisitivo este 2024. Los últimos datos de salarios negociados por convenio sitúan las subidas salariales pactadas en el entorno del 3%, algo más que la inflación registrada. Los salarios por hora, medidos desde la óptica del coste para las empresas, subían un 4,5% en el tercer trimestre.
Además, todo apunta a que el incremento del salario mínimo interprofesional (SMI) que prepara el Gobierno para el comienzo del año que viene superará también la marca de la inflación. El colectivo que volverá a perder algo de poder adquisitivo son los empleados públicos, cuya subida salarial este año (2,5%) será inferior a la de los precios.
