Tanto en invierno como en verano siempre salen a la luz el mismo debate, ¿qué prefieres el frío o el calor? Es entonces cuando, acto seguido, se produce la guerra civil que enfrenta a los amantes de unos y de otros. Y es que en realidad cada uno vive a su manera y combate como puede el frío abrumador del invierno profundo y el calor sofocante del ardiente verano. Por tanto, la realidad llega de la mano de cada uno. Aún con todo por contar, centrémonos en la época más gélida del año, la que hoy sufrimos amablemente en nuestros paseos por las calles y en las noches solitarias.
Y es que en este esquema continuo de debates se genera otro nuevo en el núcleo familiar. Aquel en el que los distintos integrantes discuten sobre la temperatura a la que debería estar el hogar. Pero analicemos esta disyuntiva desde distintas perspectivas. Por un lado, se encuentran los grados de la calefacción que no pueden pecar en exceso ni tampoco quedarse cortos. Otra tangente que roza esta problemática es el término económico que tanto asusta a nuestras cuentas bancarias. Las facturas cada vez son más elevadas con menos, por lo que, es de extrema importancia ser cautos con esto para evitar que nuestro bolsillo enferme.
Y, claro, por último, los distintos pareceres de la familia. Cuando la madre tiene frío mientras ve una serie, los hijos conviven en manga corta. Por tanto, no se puede agradar a todas las partes y el termostato es una víctima de esta contienda que nunca tendrá fin. Es frecuente en los hogares que sucede este supuesto la variación continua de la temperatura media y esto puede deteriorar los sistemas de calefacción instalados en el hogar. Es por eso que hoy traemos el intervalo de temperatura óptimo que no debería de sobrepasar nuestro medidor para fomentar una energía eficiente acorde a los factores mencionados con anterioridad.
Según el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), la temperatura adecuada para mantener un clima preciso sin disparar el consumo estaría comprendida entre los 19ºC y los 21ºC. Se estima que cada grado de más supone una media de entre un 5 y un 10% en la factura mensual, dependiendo de si esta cifra se aleja del intervalo mencionado. En el caso de los 23ºC el consumo ya se empieza a considerar elevado y es de importancia no excederlos. Asimismo, esta temperatura si se estabiliza en las distintas habitaciones puede generar sequedad e incluso malestar.
En el caso de descender de los 19ºC las consecuencias serían las opuestas y la humedad sería más palpable de la misma manera que sería necesario abrigarse. Por tanto, la clave, una vez más, se encuentra en el equilibrio que propine una cifra adecuada que afecte am todos los rincones de la casa sin asfixiarlos. Al mismo tiempo es importante comprobar los espacios donde pueda existir una posible fuga que enfríe nuestro clima sin nosotros saberlo. Así que, de este modo, nuestra cartera lo agradecerá.
Cuando dormimos nuestro cuerpo se encuentra en reposo y abrigado con varias capas por lo que las defensas están cubiertas y no es de vital importancia mantener la misma temperatura que durante el día. Para ello se recomienda unos valores que oscilen entre los 15ºC y los 17ºC. Por lo que, para no estar en continuo contacto con el termostato existen variantes que se autorregulan en función del tiempo y el espacio que abarcan. Y otros tipos de aparatos que se programan para descender o aumentar el calor en relación a la hora exacta que se escoja.