Sara Gutiérrez vivió entre Nueva Zelanda y Australia el Mundial que llevó a la selección femenina a ser campeona del mundo por primera vez. Al regresar escribió «Campeonas», un homenaje a las 23 pioneras que se aleja del ruido provocado por Luis Rubiales y por el seleccionador, Jorge Vilda.
En libro habla sólo de ellas. No habla ni siquiera de Jorge Vilda.
Nada. Al estar viviendo el Mundial desde allí yo vivía en una burbuja igual que todo el mundo que estaba allí. Y yo recuerdo el día justo después de ganar el Mundial y el posterior de preguntar a personas de aquí ¿la gente está pendiente, está viendo el Telediario? Y la respuesta era «no, es que ya no se habla de que han ganado». Y para mí era inconcebible porque pensaba «llevamos 46 días en la otra parte del mundo, ha costado Dios y ayuda llegar hasta aquí, han ganado el Mundial ¿y no se habla de esto?» Y el libro me lo he planteado como ese foco que se apartó de ellas en ese momento tan importante quiero devolvérselo porque ellas son las protagonistas de eso. Obviamente el staff y demás, también porque todo forma parte de lo mismo. Los fisios han currado como los que más, el nutricionista que estaba en el Mundial, también, todo el mundo curró una barbaridad, pero en este caso quería que las 23 tuvieran su momento.
Además, todo el jaleo que se montó con la actuación de Rubiales a ustedes les pilla volviendo.
Recuerdo que todos los periodistas que estábamos no nos enteramos en ese momento. Primero nos ponen detrás de una portería en la celebración y no vemos nada y luego nos meten en la sala para la zona mixta. De hecho Rubiales estaba en la zona mixta, todos entrevistamos a Rubiales y nadie le preguntó por el beso ni se hizo referencia a nada porque es que no lo vimos. Ni nos enteramos de absolutamente nada. Sí que fue de madrugada cuando una periodista, porque alguien desde Madrid le había hecho una pregunta a Rubiales, nos dice «oye, ¿os habéis enterado de algo de un beso?» y todos «no». Y ahí ya cogemos el móvil, empezamos a buscar y nos damos cuenta de que se está hablando más de eso que del hecho de que habían ganado. Pero en ese momento ellas ya están camino del aeropuerto, ya habían salido del hotel. Nosotros nos enteramos cuando estábamos en los exteriores del hotel de concentración de la selección y ellas ya se habían ido. Fue muy raro todo porque nosotros teníamos la mente puesta en la celebración y en que acababan de ganar y eso nos descuadró por completo. Porque además era la sensación de ¿cuándo ha pasado esto que yo no me he enterado? La primera información que nos llega es desde Madrid porque nosotros estábamos en medio de la euforia, celebrando el Mundial, las jugadoras llorando, nosotros llorando y en medio de todo eso, pum. La bomba. Pero también es cierto que pese a saber eso seguíamos dando la importancia a que habían ganado el Mundial, yo al menos mantuve el foco en eso.
¿Cree que ese foco se ha perdido?
Yo creo que se ha recuperado. Cuando la gente empezó a hablar de Rubiales, una vez pasado todo se vuelve a dar importancia a que han quedado campeonas del mundo. Yo creo que ahora ha vuelto la ola a crecer. Yo creo que es bueno que dejemos todo eso atrás y que nos centremos en lo deportivo, en ellas, en los logros, que es mi gran obsesión, y que se deje atrás la polémica ya. Espero.
¿Ya se ha conseguido que ellas sean una referencia?
Yo creo que sí. Yo creo que ya lo empezaron siendo desde el momento de la final. Incluso antes porque mucha gente que no seguía a la selección yo recuerdo durante el Mundial recibir whatsapps de «pues estoy siguiendo todos los partidos y yo no era seguidor de la selección femenina». Y yo creo que ese momento ya significó un antes y un después. Independientemente de lo que las rodeara el hecho de ir avanzando, de ir viendo que se estaba haciendo historia y de plantarse en una final, es que aunque no hubieran ganado se hubiera hecho historia igualmente.
¿Se imaginaba que después de todo lo que había pasado podían ser campeonas del mundo?
Yo sinceramente, voy a ser honesta, no pensaba que ganarían. Pero cuando ganan contra Suiza los octavos de final mi sensación fue decir «espérate a ver si ganamos». En la fase de grupos yo pensaba quizás llegamos hasta cuartos, depende, a ver cómo se nos da. Con la derrota de Japón sí pensé «como nos vengan selecciones así, complicado estará», pero a partir de octavos era como que cada día que pasaba estaba más convencida de que esto se ganaba. Y el día de la final yo recuerdo la canción de Farga «Está por venir» la escuché como 30 o 40 veces. Yo pensaba «tienen que ganar». Era aquello de «hemos llegado hasta aquí, Inglaterra ya nos eliminó en la Eurocopa, Inglaterra ya tuvo su momento, ahora es el nuestro por cómo se había dado todo». A partir de octavos mi fe era «ganan, no hay otra».
Supongo que la de ellas también.
Al cien por cien. A raíz del libro algunas me contaban que lo habían estado hablando en las comidas y que fue como «vale, ya lo hemos compartido, lo hemos exteriorizado, hemos asumido lo que ha salido bien y lo que ha salido mal y a partir de aquí vamos a por todas». Yo a veces pienso que era necesario perder ese partido [contra Japón] porque no sé si de no haber perdido se hubiera producido ese clic. Hay partidos complicados en los que ganas, ganas, ganas, te marcan y la euforia se vuelve a rebajar. Sobreponerse dos veces a una circunstancia adversa como es que te empaten en el último momento así, es complicado y ellas me sorprendieron mucho a nivel mental también.
¿Van a ser ellas una referencia como lo fue la selección masculina entre 2008 y 2012?
Yo creo que sí. Vamos, ojalá sea así. Ojalá el próximo Mundial lo volvamos a ganar, pero es que es muy difícil. Están haciendo fácil lo excepcional y es muy complicado, pero ellas van a quedar ya para los restos por el hecho de ser las primeras. El hecho de ser la primera vez que se gana un Mundial femenino te asegura ser un referente seguro. Y yo creo que muchas niñas van a pensar en esta generación de jugadoras. No sé cómo van a ser las futuras generaciones aquí en España, se está apostando mucho por el fútbol base y yo confío en que se vaya manteniendo, las categorías inferiores de la selección están ganando muchos títulos, pero como mínimo siempre tendrán a alguien. Siempre podrán decir «quiero parecerme a Olga, a Tere, a Alexia, a Aitana», siempre van a tener alguien en que verse reflejadas. O en Cata [Coll]. Cata era una jugadora que empezó en el banquillo el Mundial, Misa era la portera titular, y luego hay ese cambio. Muchas niñas podrán decir yo pensaba que tenía un rol secundario y luego me pasa como a Cata y resulta que si se puede ser jugadora titular en medio de un Mundial. Yo creo que sí.
Y sin haber debutado antes del Mundial.
Y vino de una lesión gravísima. Para Cata el Mundial ha sido un antes y un después. Cata es de las que el Mundial les ha cambiado la vida. No sé qué hubiera pasado con Cata si no hubiera jugado el Mundial de titular. Probablemente en el Barça hubiera podido tener protagonismo. Pero es que estamos hablando de que debutas en el Mundial, de que lo haces bien, de que la gente confía en ti, de que apuestan por ti hasta la final y luego es una línea ascendente que continúa en el club. Y también tener la mente fría de aguantar toda la presión, porque debutas en una fase de grupos y te puedes permitir fallar, pero debutas en octavos y es a vida o muerte. Cata es de esas personas que no se ponen nunca nerviosas, que es muy tranquila y de mente fría y también es muy de valorar. Me gusta destacar el caso de Cata también por eso.
[[QUOTE:PULL|||«Tenían esa sensación de que no estaban solas, de que tenían siempre alguien en quien apoyarse»]]
En el libro se ve que todas valoran mucho el entorno familiar. No ser excesivamente individualistas ¿ayuda a que se cree el grupo que se crea?
Sí, además en estas concentraciones que estás tantos días viéndole la cara a todo el mundo cada día, yo creo que se crea esta sensación de familia. Y muchas lo comentaban, que estás de bajón y llamas a una puerta y puedes decir «necesito desahogarme». Hay esa sensación de familia dentro del equipo. Obviamente cada una tiene su grupillo, pero como todo el mundo. Yo cuando estudiaba también me llevaba bien con todo el mundo y luego tenía mi grupillo. Es normal, por afinidad, por confianza porque juegas con esas personas en el club, pero es esa sensación de que no estaban solas, de que tenían siempre alguien en quien apoyarse. Y ayudó mucho que la Federación decidiera facilitar que las familias pudieran ir. Porque está muy bien que ellas estén unidas como grupo, pero luego tenían esa parte de «la familia está aquí», puedo desahogarme, puedo estar con ellos, las que son mamás con los hijos. Es que la hija de Ivana era superpqueña y hay un momento en que ven que no está cogiendo el peso que tiene que coger. Entonces imagínate Ivana, que es capitana además, que tiene la preocupación de su lesión, que tiene el Mundial y que encima ve que su hija no está cogiendo el peso que debería. Es que son muchas cosas y no me quiero imaginar si esto le pasa a distancia, que ella está en las antípodas y su pareja le dice «es que Jara no está cogiendo peso». Que pudiera tener el momento del baño con la niña. Durmieron separadas para facilitar el descanso de Ivana, pero poder tener a su familia allí para mí no tiene precio.
¿Hemos conseguido que se normalice toda la información alrededor de la selección?
Espero. Yo creo que eso lo vamos a notar en las generaciones que vendrán. A mí me gusta ver a los niños especialmente más pequeños y niñas y que con toda la naturalidad del mundo siguen al masculino y al femenino y para ellos no existe un equipo antes que el otro. Para ellos coexiste una realidad y tienen a disposición los dos equipos. Y hoy veo a la selección masculina y mañana veo a la femenina. Esa generación es la que a mí me da esperanzas de que no sea una excepción, no será lo raro, no será el fútbol y luego el equipo femenino sino que serán las dos realidades. Porque para ellos es natural. Y yo creo que para mucha gente que se ha aficionado ya siendo más adulta también está siendo normal. También los títulos ayudan, es muy atractivo ver que un equipo gana. A mí me da esperanza que los niños lo normalicen tanto. Y confío en que la información dentro de unos años también se vea así, normalizada.
¿Corremos el riesgo de que cuando no lleguen los títulos nos olvidemos de ellas?
Ese es el gran dilema. Yo espero que no. Igual que la gente sigue apoyando a la masculina o a sus equipos cuando no hay títulos y yo confío en que sea igual. Espero, pero yo creo que más que los títulos va a ayudar que los partidos tengan esa emoción. Cuando tú miras fútbol o cualquier deporte en general quieres emoción, quieres espectáculo y quieres que pasen cosas y si tú ves un partido que es superemocionante aunque luego se pierda, el show ya lo has disfrutado. Y yo espero de verdad, de corazón, que esto no sea una moda.
Aquí el movimiento es al revés que en el masculino, es la selección la que arrastra la afición a los clubes.
Sí. Yo vivo mucho el caso del Barça porque soy de Barcelona. Tengo clarísimo que el Barça arrastra mucho, pero a nivel general hay mucha gente que ha conocido a las jugadoras que no son del Barça a través de la selección y no del club. Se ha dado en muchos casos porque gran parte de la afición al femenino ha venido a raíz del Mundial. Ha sido al revés, primero las sitúan en la selección y luego se preguntan dónde juega, cómo va ese club, qué tal la Liga F... Y si el Mundial ha servido para que la Liga F pueda ganar seguidores, bienvenido sea.
[[QUOTE:PULL|||«En el fútbol masculino tienes que escarbar muchísimo más. Cuesta llegar a esa parte más íntima»]]
¿Cuál era el objetivo, inspirar a las jóvenes, un reconocimiento a las campeonas, todo?
Si no llega a ser por Thinking Heads, que es la agencia que me contacta y por Planeta, que es quien apuesta por eso, yo probablemente no habría escrito este libro porque a mí no se me había pasado por la cabeza. Yo quería que todas tuvieran su momento, más o menos los mismos caracteres, más o menos todo igual. Porque al final su historia es su historia, independientemente de eso. Más allá de eso mi lectura era, para la gente que pueda encontrarse con el libro y en su vida haya seguido nada de fútbol que descubra 23 historias que podría leer aunque no supiera nada de fútbol y para la gente que sí, que pueda conocer un pelín más a las jugadoras. A partir de ahí los más jóvenes que puedan verse reflejados en ellas y también los adultos. Y más allá de lo que conocemos todos, que las hemos visto sobre el terreno de juego, que Athenea es muy buena regateando, que Irene Paredes defiende como la que más, todo eso, que pudieran descubrir rasgos de personalidad, que supieran que una es más guasona que la otra, que no sé quién hace bromas a no sé cuántos, que ellas pudieran contar momentos que han podido cambiarles la vida. El caso de Alba Redondo, la muerte de su tío en un accidente de un avión militar, eso supuso un antes y un después para su familia. Y vemos que cuando celebra un gol siempre besa ese tatuaje que dedica a su tío, conocer un poco que más allá de ese beso que se da, que se lo dedica a su tío, conocer la historia es con lo que quería que se quedaran.
De esas historias ¿hay alguna que le haya impactado especialmente?
A nivel deportivo, donde veo que hay un contraste, una evolución entre ella y la más jovencita, Irene Paredes. Cómo empieza ella a jugar, qué condiciones había, que no se entrenaba el físico, que ella daba gracias a que su genética era la que era y ya era un portento físico, ver la diferencia que hay si lo comparas con cualquier otra dices «madre mía, las más veteranas lo que han tenido que sufrir». Y ni te imaginas ya las generaciones anteriores, lo que han tenido que sufrir y que batallar. Y pese a eso ellas seguían en que querían dedicarse a esto. Y destacaría la historia de Eva Navarro, no por la historia de su vida sino por un momento dado, cuando ella tiene la lesión de cruzado y vuelve a recaer. Como periodista cuentas que ella tiene una lesión, que recae, qué duro tiene que ser esto pero no te piensas que te puede pasar lo que a ella, que su ansiedad llegó a un punto que no podía salir de casa , que tenía agorafobia, que empezó a tener ciertos rasgos hipocondríacos porque cuando Virginia Torrecilla tuvo el tumor ella piensa «a ella le está pasando esto , yo creo que a mí también; yo creo que el pelo también», entonces empieza a emparanoiarse de tal modo que la lesión, que es una lesión grave, queda en un segundo plano. Me sorprendió porque es algo que ella no había contado nunca y a veces damos por hecho esta jugadora, pobrecita que se está recuperando, qué fuerte y qué valiente, que está luchando y se está recuperando y a veces tiene un calvario mayor que nosotros ni nos imaginamos. Por eso creo que es importante que la gente pueda conocerlas porque a lo mejor hay alguien que lo lee y ha pasado por lo mismo que Eva o está pasando y dice «ostras, ha conseguido ser campeona del mundo, reducir la ansiedad hasta unos niveles que los tiene controladísimos, pero es que lo ha pasado muy mal. Y si a ella le ha pasado esto quizá yo también puedo salir de esto. Para mí es muy importante que se pueda empatizar con ella.
¿Les ha cambiado el Mundial?
A nivel de parecer sobradas, no. Yo he llegado a hacer alguna de estas entrevistas por videollamada y algunas de las jugadoras en pijama. Este nivel de familiaridad y ver que son campeonas pero que siguen siendo ellas, a mí me fascina. Cada una tiene su personalidad, hay algunas que son más tímidas, otras son más abiertas, pero eso ya no va con el hecho de ser futbolista, va con la vida, como en tu grupo de amigos, que tienes amigos de todo tipo. Yo creo que se han mantenido muy igual, porque al menos yo con ellas no he notado ningún cambio. Al contrario, he notado que a raíz del Mundial y de haber convivido con ellas hay esa cercanía y esa complicidad que a mí me hace muy feliz. Porque que haya esa relación entre la figura del periodista y la figura del deportista profesional creo que es bueno para las dos partes porque ellas espero sientan que están en un entorno seguro y tranquilo para mí es mucho más fácil, porque sufro si alguien no está a gusto o está nervioso. Ya nos conocemos y ya sabemos de qué palo van las dos partes. En este sentido no he notado cambio.
[[QUOTE:PULL|||«Eva Navarro se lesiona y la ansiedad la lleva a un punto en que no podía salir de casa»]]
¿Tienen mejor discurso que los futbolistas?
Sí. Se ha hablado con ellas de salud mental muchas veces. Ellas no han tenido miedo de compartir en general sus inseguridades, los momentos malos por los que han pasado. Sheila García, que ella no es campeona del mundo, se lesiona y no puede estar en el Mundial, ella reconoce abiertamente en una entrevista que le hicimos que psicológicamente estuvo muy mal. Hasta el punto de no poder ver los partidos de sus compañeras, pensando «es que yo podía estar allí». Que una futbolista reconozca abiertamente esto... en el masculino no digo que no lo encontremos, pero sí que tienes que escarbar muchísimo más. Cuesta mucho más llegar a esa parte más íntima y más personal. También es verdad que puede que con los años, espero que no sea así, ellas digan «me voy a poner la coraza, no voy a expresarme tanto y eso lo cortamos». Pero yo creo que en general les da menos miedo compartir cosas personales. No sé si por el hecho de pensar «no me atacarán con esto», no lo sé, pero sí que se agradece desde la parte periodística y como ser humano porque también empatizas más con ellas y si tú sabes que a una le da coraje cierta cosa pues ya no le preguntas o lo esquivas o lo tratas de otra forma.
Todas, sobre todo las más mayores, hablan de las dificultades para empezar a jugar. Muchas tienen que empezar a jugar en equipos de chicos.
Sí, porque directamente no había equipos femeninos. Y muchas se sentían a gusto con su equipo de chicos. De hecho, Ona Batlle, cuando ella tiene la posibilidad de hacer el cambio de equipo al principio no quería porque decía «yo estoy a gustísimo con mi equipo». Es cierto que muchas dicen vamos a jugar igualmente, aunque algunas con más facilidades que otras sobre todo en cuanto a comentarios externos. Yo recuerdo el caso de Athenea del Castillo que hay un torneo en el que ella es la mejor futbolista de todo un grupo enorme de niños. Entonces hay algún padre que es como ¿y ésta? ¿cómo puede ser que esta sea la mejor? Porque sólo había dos lo tres niñas. A veces era más por los comentarios de los padres que de los propios compañeros, que eso me parece lo más grave y lo más triste de todo, que sean los padres los que se quejen y los compañeros las acepten como uno más. Cuentan algunas el tema de los vestuarios, que si sólo tenían uno les decían entra tú primero, te duchas y cuando salgas ya entramos todos. Esa también era una realidad. Muchas tienen que empezar con chicos y a partir de los 14, que es cuando tienen que buscar un equipo femenino, es donde empiezan los kilómetros y kilómetros con los padres, que han tenido que sacrificar mucho y hacer mil viajes para que sus hijas pudieran cumplir su sueño. Por eso ellas dicen «esto es mío pero también de mi familia». ¿Cómo no van a pensar en eso si la mayoría de padres han tenido que sacrificar un montón de cosas para que puedan estar aquí?
Es el caso de Esther.
Claro, la cantidad de kilómetros que tienen que hacer es una locura. Pero no sólo para ir a entrenar sino también cuando tienen que ir a según qué torneo. ¿Qué quería la niña? La niña quería jugar. Ahí es donde se pueden sentir identificados muchos padres no sólo con el fútbol, que digan es lo que estoy haciendo yo a día de hoy porque mi hijo quiere tocar la batería y sólo puede ir a tal sitio y lo estoy haciendo. Los padres de estas chicas, también. Son historias las suyas que te hacen empatizar mucho.