En Navidad , las mesas se llenan de dulces clásicos en estas fechas como turrones, mazapanes, y los tradicionales mantecados y polvorones . Estos deliciosos bocados, originarios de Andalucía, llevan siglos acompañando las sobremesas festivas. Sin embargo, existe una vieja tradición que divide opiniones: ¿deberían aplastarse antes de comer? Aunque para muchos esta práctica es un ritual casi obligatorio, los expertos en confitería tienen una perspectiva diferente. Desde la fábrica artesanal Somos los Artesanitos , ubicada en Estepa y fundada por Enrique Moreno en 1960, se desaconseja aplastar estos dulces , ya que esto puede alterar su textura original y eliminar el característico «tostadito» que les otorga el horneado. Esta información ha sido destacada en un artículo de National Geographic , que analiza a fondo las características de estos dulces tradicionales. Pero, ¿qué hace tan especial a estos productos y por qué la textura es tan importante? Vamos a descubrirlo. A pesar de compartir una base de ingredientes que incluye manteca de cerdo, harina y azúcar, mantecados y polvorones tienen notables diferencias . Los mantecados se caracterizan por su textura más compacta y melosa, gracias a un mayor porcentaje de manteca de cerdo en su receta. Además, suelen incorporar ajonjolí en su superficie y pueden tener sabores variados como canela, cacao o coco. Por otro lado, los polvorones son una variante más ligera , elaborada con menos manteca y más harina, lo que les otorga una textura más frágil que se deshace en polvo, tal como su nombre indica. Además, contienen almendra cruda y están recubiertos con una fina capa de azúcar glas, lo que los convierte en un dulce exclusivo de la Navidad. El proceso de elaboración de estos productos es clave para lograr su textura única. Los maestros confiteros mezclan y cortan cuidadosamente la masa antes de hornearla, asegurándose de que cada pieza alcance el equilibrio perfecto entre sabor y consistencia . El horneado no solo les da ese «tostadito» característico, sino que también define la experiencia sensorial de comerlos. Cuando aplastamos un mantecado o un polvorón, alteramos esa estructura creada con tanto esmero . En el caso de los mantecados, se pierde parte de su melosidad, mientras que en los polvorones, se elimina su fragilidad y capacidad para deshacerse en la boca, lo que puede reducir la riqueza de la experiencia. A pesar de las recomendaciones de los expertos, la costumbre de aplastar estos dulces persiste en muchas familias. Para algunos, hacerlo permite un consumo más cómodo al evitar que el polvorón se desmorone, transformándolo en una torta compacta que resulta más fácil de morder. Además, este gesto suele tener un componente nostálgico, ya que abuelos, padres e hijos lo transmiten de generación en generación Sin embargo, desde la perspectiva de la confitería tradicional, lo ideal es disfrutar de estos dulces respetando su textura original . Probar un polvorón tal cual se presenta permite experimentar su desmoronamiento en la boca y apreciar su sabor en toda su plenitud. Solo después de esta degustación podría considerarse la posibilidad de aplastarlo para una experiencia diferente. En definitiva, la decisión de aplastar o no un mantecado o polvorón queda en manos de cada persona . Lo importante es disfrutar de estos símbolos de la Navidad de la manera que más nos guste, ya sea siguiendo la tradición familiar o explorando nuevas formas de degustarlos.