Como en todas las dictaduras, lo que proclama el régimen ruso es pura propaganda. Un espejismo. Lo son sus presuntos avances en Ucrania, cuando en realidad la invasión ha supuesto una sangría de vidas y el descrédito más absoluto que ha llevado a Rusia a convertirse en un Estado «paria» y a caer en los brazos de China. Sin embargo, la economía no miente.
La divisa rusa sigue camino del precipicio, como demuestra que hoy para comprar un euro los rusos necesitan 104 rublos, cuando hace dos años apenas necesitaban 79. Y lo que es peor, el coste de la guerra es enorme. El Banco Central ruso mantiene los tipos de interés en el 21%, el nivel más alto en dos décadas, mientras que Estados Unidos y la Unión Europea no hacen otra cosa que recortarlos. El subsidio hipotecario, que había permitido endeudarse a un coste de solo el 8% cuando las tasas oficiales eran mucho más altas, terminó el 1 de julio y las hipotecas se redujeron a la mitad el mes siguiente. Con esos tipos, que no se espera que caigan, los empresarios rusos alertan de que muchas compañías han tenido que paralizar las inversiones. El hecho de que las quiebras corporativas hayan aumentado un 20% este año no invita a la esperanza.
La alta inflación, que remite entre sus rivales occidentales, junto con esos elevados tipos de interés y las sanciones ejercen una presión cada vez mayor sobre el crecimiento, como reconoció recientemente el ministro de Finanzas ruso, Maxim Reshétnikov. Y eso que, según las cifras oficiales, la economía creció un 3,6% el pasado año y espera hacerlo un 4% el presente. Sin embargo, el creciente gasto en Defensa sepulta las cuentas públicas, como deja entrever el Banco Central ruso.
Está previsto que los costes anuales conjuntos en Defensa y Seguridad aumenten a 17 billones de rublos (163.000 millones de euros), una cantidad que representa más del 40% de todo el gasto gubernamental, el equivalente al 8% del PIB de Rusia. La financiación de este endeudamiento no deja de crecer, como demuestra el hecho de que el rendimiento de la deuda soberana a diez años ha pasado del 6% antes de la invasión al actual 15% y rozó el 17% en octubre. En realidad, Rusia se sostiene gracias a China. Aunque Pekín no regala nada, tengamos en cuenta este hecho cada vez que compremos «Made in China».