Creo que todos alguna vez hemos estado inmersos en un tumulto, espectáculo o reunión y nos hemos quedado helados con la legión de flashes apuntando a una misma dirección. Es una especie de epifanía o de fallo en la matrix, un instante en el que pensamos en lo absurdo que es ver a tantas personas intentando capturar con sus teléfonos un momento que no están disfrutando con todos los sentidos por intentar inmortalizarlo. Es como un ansia extraña por dejar constancia de que estamos viviendo, como si esa nube que almacena todo nuestro archivo fuera un tamagochi al que hay que alimentar. Aquí el menda ha sido el primero que ha grabado verdaderas películas con el smartphone que luego jamás...
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