Este año publiqué un libro de carácter autobiográfico —perdón la autorreferencia— donde exploro mi relación desde niña con la ansiedad y la somatización, con el machismo, con el miedo a no tener talento, y con la escritura como salvación. Un amigo de muchos años, que conoce toda mi obra, me dijo, de manera implacable, que no le interesa la «literatura ombliguista» y que el mío es un libro de mujeres para mujeres. Recibí esa crítica con desconcierto pero no con enojo. Mi amigo está por los setenta, es un marxista consumado, un intelectual con muchos prejuicios, y una discusión sobre esto sería muy desgastante. Apenas si traté de explicarle que yo no hablo sólo de mí sino, entre otras cosas,...
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