Es poco común encontrar, en el pasado reciente de la Argentina, un diciembre con tan bajo nivel de turbulencia económica y social.
Los frentes más movidos, este año, son el político y el judicial. La cercanía del año electoral moviliza definiciones en el oficialismo, donde los cruces entre los libertarios y el PRO siguen a la orden del día, y el peronismo, donde Axel Kicillof plantea si conviene apostar al liderazgo gastado de Cristina Kirchner o hora de apostar por figuras con menos lastre ante la opinión pública.
En la Justicia, todas las luces enfocan a la Corte Suprema. La cercana jubilación de Juan Carlos Maqueda (cumple en días más 75 años, la edad máxima permitida para ser cortesano) impulsó a los jueces del máximo tribunal a acelerar todas las causas problemáticas en las que tuvieran consenso. Aunque el Ejecutivo está dispuesto a designar por decreto a Ariel Lijo y a Manuel García-Mansilla, la Corte sabe que esa decisión seguramente enfrentará impugnaciones, con lo cual estará forzada a funcionar con tres integrantes. Y a decir verdad, las opiniones de Ricardo Lorenzetti no siempre van en la misma línea que las del tándem que ahora formarán Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz.
Por eso también fue llamativo que muchas de las resoluciones adoptadas en el último mes tuvieran en el centro a Cristina Kirchner. La expresidente fue beneficiada con la absolución de la causa Dólar futuro, pero deberá ir a juicio por el Memorándum con Irán, el caso Hotesur-Los Sauces (lavado de dinero) y la causa Cuadernos, eje de las denuncias de fraude en la obras públicas durante buena parte de su gestión.
Aunque suene raro, esta avalancha de decisiones indirectamente le hacen un favor a Lijo, magistrado federal que llegaría con el apoyo del kirchnerismo a la Corte. Si finalmente ocupa una de las cinco sillas, no tendrá que exponer su firma en los pleitos más gravitantes que involucran a la expresidenta.
La tensión financiera de diciembre (mes que cerrará un gran año de ganancias para los inversores en bonos y acciones) se trasladará a enero. La Argentina enfrenta vencimientos de la deuda reestructurada en dólares por u$s 4700 millones, operación que ya está asegurada. El equipo económico espera que haya un nivel positivo de reinversión, factor que incidirá en nuevas bajas del riesgo país. Después llegará el turno de resolver los abultados pagos de la deuda en pesos del primer trimestre. Pero para ellos primero habrá que esperar el dato final de la inflación de diciembre, el futuro del dólar y las señales que puede aportar el FMI en el mes en el que asume Donald Trump.
La economía real ya está afianzando su recuperación (así lo confirmó el EMAE de octubre) y obliga a las empresas a desempolvar una agenda de competitividad, ya que una inflación anual de 30% (o menos) dejará atrás el debate de los precios nominales. El 2025 ofrece, antes de empezar, un sano cambio de aire.