A su llegada como corresponsal a Londres, en diciembre de 1910, Julio Camba escribió que a todos los españoles les convenía pasar una temporada en la capital británica, «como un baño tibio para darle elasticidad a los músculos y calmar los nervios». Él decía que se encontraba bien allí. «Nosotros debiéramos venir aquí, a esta bruma de Londres, que calmaría nuestra imaginación y ennegrecería nuestras camisas, obligándonos a bañarnos y a mudarnos por lo menos dos veces al día». A Londres fue Camba también a consolidarse como corresponsal, como ese plumilla viajero que, seis décadas después de su muerte, figura entre los grandes de la historia del periodismo patrio. Y sin embargo estas crónicas londinenses aún no habían sido publicadas...
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