En este punto del año, cuando ya va un rato de que nos comimos el primer tamal y en el que Tony Camargo se asoma con la suegra, la chiva y la burra; es un buen momento para recapitular. Y por supuesto, no puede faltar la reflexión sobre las películas que se estrenaron este 2024 en las salas de cine
La gran pantalla reunió este año a muchos regresos (de Demi Moore a Beetlejuice, pasando por el dúo Brad Pitt-George Clooney), sorpresas, documentales que mueven fibras personales y grandes decepciones. Como era de esperarse, el sétimo arte llenó de emociones de todo tipo al público.
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Estamos seguros que usted tendrá su lista con lo que le fascinó y lo que lo hizo querer lanzar tomates a la pantalla del cine. Alimentados por ese mismo espíritu, le traemos los criterios de cinco críticos de cine costarricenses: Natalia Solórzano, Jurgen Ureña, Leda Artavia, Alonso Aguilar y Yoshua Oviedo.
Los cinco especialistas se apuntaron a la dinámica de La Nación y presentaron los tres filmes que consideran los mejores, la película que se convirtió en su favorita y la que los decepcionó. A continuación, el resumen del año fílmico en voz de los expertos.
Four Daughters (Kaouther Ben Hania): Un filme maravilloso que nos introduce en un mundo complejo de una familia que ha perdido dos hijas que fueron radicalizadas por extremistas islámicos. Las hermanas y su madre son interpretadas por actrices, mientras ellas mismas relatan los episodios vividos, generando una historia llena de matices que reabre las heridas de las protagonistas. El reenactment (re-actuar) es una estrategia común en las películas documentales creativas, pero rara de presenciar en una sala costarricense. Pobre la palabra documental, tan vilipendiada, cuando los universos que nos puede abrir, como en este caso, son espectaculares.
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La sustancia (Coralie Fargeat): Me dejó pegada al asiento... mientras intentaba taparme los ojos. Coralie Fargeat brilla con esta película con actrices ampliamente reconocidas y una línea narrativa que por momentos se vuelve simplista y repetitiva. ¿Lo diferente? Un body horror estimulante y referencias cinematográficas al cine de género a todo lo que dan. De lo más criticado ha sido su tercer acto, donde todas la historia parece perder importancia ante el despliegue de absurdo, exageración, sangre y comicidad. Hay quienes opinan que ese último “capítulo” es absolutamente prescindible. A esa gente, claramente, no le gusta la diversión.
Guián (Nicole Chi): La tica Nicole Chi debuta como directora con una joya que merece atención. Esta película me sumergió en el camino de autodescubrimiento de una joven china-costarricense que viajó a la tierra natal de su abuela. Chi teje una narrativa íntima y personal que explora la identidad, la herencia cultural y el choque entre tradición y modernidad. Lo fascinante es cómo utiliza los elementos del cine documental para crear una narrativa profundamente personal. Es un paso importante en la diversificación de voces en nuestro cine nacional.
Beetlejuice Beetlejuice (Tim Burton): Creo que fue Four Daughters pero necesito incluir esta en la lista ¡Qué festín visual! Burton nos regaló la original en 1988 y ahora, décadas después, vuelve a capturar esa magia única. Llegué al cine con esa mezcla de expectativa y temor de que me pudiera decepcionar. Pero no lo hizo sino que al contrario, la película logra ese difícil equilibrio entre homenajear al original y ofrecer algo nuevo y emocionante. Se mantiene fiel al espíritu de la primera: una combinación de lo macabro con lo hilarante, con efectos prácticos que te hacen sentir que estás viendo magia real en la pantalla y esa sensación de que todo puede pasar en cualquier momento.
La sociedad de la nieve (J.A. Bayona): Llegó con grandes expectativas, pero para mí no logró cumplirlas del todo. A pesar de su impresionante realización técnica, la película se queda en la superficie, perdiendo la oportunidad de profundizar en la complejidad emocional y moral de la situación. Ojo, no es que no me haya sentido emocionada en partes, y enganchada a ciertos personajes, pero creo que me sentía forzada muchas veces a sentirme así. Es una pena, porque la historia es increíble por sí sola.
Monstruo (Hirokazu Kore-eda): El cineasta japonés Kore-eda vuelve sobre un asunto y a la vez una pregunta que resultan medulares en el desarrollo de su filmografía: la familia. También sobre el Rashomón (1950), que dirigió Akira Kurosawa, y que se ha convertido en una piedra angular de su dramaturgia. Estos elementos recurrentes le permiten explorar temas como la complejidad del mundo infantil, la culpa, el acoso escolar, la mentira y, al final de todo, la naturaleza humana.
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El secuestro del papa (Rapito / Marco Bellocchio): Si se consideran películas como La hora de la religión (2002) o Bella addormentata (2012), podría afirmarse que Marco Bellocchio ha desarrollado a lo largo de los años un cine de denuncia política y de evidente tono anticlerical. Tras El secuestro del papa, puede afirmarse que el contexto eclesiástico del siglo XIX y la historia verídica en que se basa la película se convirtieron en los elementos ideales para la depuración de esos intereses.
Memorias de un cuerpo que arde (Antonella Sudasassi):Tres mujeres costarricenses comparten sus experiencias sobre las formas en que la sexualidad femenina fue, y todavía es, un tabú. Memorias de un cuerpo que arde es un relato coral tejido en algún lugar entre el documental y la ficción, entre el pasado y el presente, que a partir del motivo de la casa desarrolla una particular poética del espacio y consigue convertirse, de manera tan asombrosa como necesaria, en la voz de varias generaciones.
Las bestias (Rodrigo Sorogoyen): Retrato trágico de un pueblo ubicado en la Galicia profunda, en el que el deseo de una vida idílica de una pareja francesa choca contra el carácter cerrado y enigmático de algunos de los lugareños. La película se basa en un suceso conocido como el crimen de Petín, que ocurrió en 2010, pero toma su brío y su furia del mejor western crepuscular y de piezas clave del cine de los años setenta, como Perros de paja (1971) y Deliverance (1972).
Wolfs (Jon Watts):El estreno de Wolfs en el Festival de Cine de Venecia, la presencia carismática de Brad Pitt y George Clooney en la primera línea del elenco y la historia del encuentro de dos “solucionadores” rivales en el bajo mundo neoyorkino hicieron pensar que en esta película había chispa, ironía y elegancia, en medio de abundantes referencias cinéfilas, a la manera del Ocean’s Eleven (2001) de Steven Soderbergh. No había nada de esto. Nada de nada.
Anatomía de una caída (Justine Triet): me ha cautivado por completo. Un thriller psicológico que te mantiene en vilo de principio a fin. La trama, que gira en torno a la muerte de un hombre y la posible implicación de su esposa, se desarrolla con una maestría excepcional, generando una atmósfera de suspenso e incertidumbre constante. Me vi inmersa en un juego de pistas y ambigüedades que me impidieron desentrañar la verdad, experimentando la misma sensación de duda que el jurado presente en la ficción (el que esta película esté como número uno está un poco sesgado por mi crianza viendo CSI, Cómo defender a un asesino o La ley y el orden).
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Pero la película va más allá del misterio y la intriga. Se adentra en la complejidad del alma humana y explora el miedo a ser juzgado por una sociedad que se aferra a convenciones y prejuicios. La bisexualidad, el éxito profesional femenino y la maternidad se convierten en elementos que la sociedad escudriña y utiliza para construir un juicio moral sobre la protagonista.
Wicked (Jon M. Chu): Ha sido una grata sorpresa. Tras una experiencia poco memorable con Los Miserables, no esperaba conectar con este género, pero este filme me ha conquistado. Retoma la magia de El Mago de Oz y la reinventa con una perspectiva fresca. La historia de Elphaba y Glinda, dos brujas que desafían las convenciones, me ha conmovido, y me he sentido identificada con sus luchas y su amistad. La puesta en escena es espectacular, y las actuaciones de Cynthia Erivo y Ariana Grande son brillantes. Sus interpretaciones vocales en vivo añaden una intensidad emocional que pone la piel de gallina. Wicked celebra la amistad, la aceptación y la lucha contra la injusticia. Una experiencia cinematográfica que recomiendo.
La sustancia: Me ha dejado tensa, conmocionada, sin poder dormir. Coralie Fargeat nos sumerge en una experiencia visceral que disecciona la mirada masculina y la sociedad patriarcal, materializando sus deseos e ideales más oscuros en una criatura monstruosa: la mujer como objeto de deseo, exigida a ser sumisa y dócil, encajando en estándares de belleza irrealistas y persiguiendo la juventud eterna. La película establece un paralelismo con el mito de Medusa, esa mujer monstruosa que petrifica con la mirada, reflejando cómo la sociedad castiga a la mujer por su poder y la convierte en un ser temido. Celebro la valentía de Fargeat por crear una película tan provocadora.
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Guián: Me conmovió profundamente. Escuchar a la directora embarcarse en un viaje a su pasado, ser parte de conversaciones alrededor de un idioma, de nombres inventados y negados, de comida... y sentir como se atreve a rescatar la memoria borrada y dibujar un futuro conmovedor lleno de curiosidad ternura y sinceridad. La película va más allá de la genealogía; es una reflexión sobre la identidad, la memoria y el legado familiar, mostrando cómo las historias de nuestros ancestros, conocidas o no, nos moldean. Es un documental conmovedor con una estética visual cautivadora, donde la honestidad y la vulnerabilidad de Nicole al compartir su historia llegan al alma. Es una película que recomiendo a todos aquellos que se sientan atraídos por las historias familiares que nos conectan con el pasado y con quienes somos.
Ninguna película me ha desilusionado este año. Para mí, la experiencia de ir al cine siempre es un gozo, una oportunidad para sumergirme en nuevas historias, conectar con personajes y reflexionar sobre diferentes realidades. Incluso las películas que en un principio no me entusiasman pueden sorprenderme con el tiempo. A veces, semanas o meses después, recuerdo alguna escena, algún diálogo o alguna idea que empieza a resonar en mi mente y me lleva a replantearme mi interpretación inicial.
Dahomey (Mati Diop): El cine decolonial busca generar estética desde la disidencia. Propone vislumbrar perspectivas marginalizadas desde su discurso. Pero para Dahomey de Mati Diop, las respuestas no son tan fáciles. Desde voces ancestrales atrapadas en asépticas vitrinas de museo, hasta las limitaciones de discutir en una lengua importada, su largometraje es una disección de búsquedas inherentemente contradictorias. No desde la futilidad, sino de la reflexión que se construye cada vez que una voz diferente toma la pantalla.
Terrifier 3 (Damien Leone): El cine de las vísceras es más que morbo juvenil. Es utilizar ese morbo juvenil para encontrar nuevas formas de sorprederse; es tomar ese morbo juvenil y encuadrarlo de manera estimulante. Terrifier 3 abraza las texturas del grindhouse setentero y las iconografías del horror religioso para hacer de su gore algo cada vez más vil, y a la vez, cada vez más inspirado y arriesgado en su aprecio por las vertientes más escabrosas del cine de género.
Trap (M. Night Shyamalan): Cada pasillo tiene un ángulo diferente. Cada mirada amplía la perspectiva, y a su vez, la hace más claustrofóbica. Trap es Shyamalan en estado puro. Cinética constante, cortes barrocos, un cresciente malestar en su tensión apabullante… Es el registro del thriller de los 50 destilado a sus mecanismos básicos en lo narrativo, pero reencuadrado desde la imaginación visual de uno de las mentes más sagaces que le queda al cine popular estadounidense.
Bila Burba (Duiren Wagua): La redundancia de las recreaciones cinematográficas suele ser el afán de “vivir la historia de nuevo”, estilizar y reacomodar los cánones hasta extraer la última gota de valor simbólico. La recreación que guía Bila Burba viene de un lugar diferente, es primero una expresión popular, una tradición folk que casualmente es registrada. Su registro, además, es desde adentro. La cámara puesta en medio de la procesión, saltando errática al son de los cuerpos que a su lado buscan mantener viva una página perdida de la historia centroamericana, y asociarla con un nombre propio: la revolución dule.
La sustancia: Filme sobre fachadas (literales). Filme sostenido exclusivamente a partir de fachadas (formales, discursivas, narrativas…).
Grand Tour (Miguel Gomes): El nuevo filme del portugués lo destaca como uno de los grandes contadores de historias de la actualidad. El cine es un medio por el que expresa sus fantasías, en esta ocasión nos propone un viaje tanto temporal como espacial, pasando de 1914 a la actualidad y recorriendo diferentes países asiáticos mientras una mujer trata de encontrar a su prometido y, este, trata de escapar de ella.
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Motel Destino (Karim Aïnouz): Este filme brasileño es una especie de noir tropical, con colores saturados y un uso muy inteligente del erotismo. En el cine actual y principalmente en el cine comercial el erotismo parece haber desaparecido, hay miedo de filmar escenas eróticas o se hacen de forma chapucera. Aïnouz usa el sonido, el color y la locación (la historia transcurre en un motel) para generar la tensión sexual entre los protagonistas.
Simón de la montaña (Federico Luis): Primer largometraje en solitario, tras varios cortos y un filme codirigido, de un prometedor director argentino. La película se sostiene sobre la ambigüedad, va generando preguntas y le corresponde al espectador tratar de responderlas. La historia de un joven de 21 años que pretende tener una discapacidad para poder compartir con otras personas que sí están en condición de discapacidad; pero ¿por qué lo hace? Un filme sobre la búsqueda de identidad que desarrolla con franqueza el tema de la discapacidad.
Ninguna película estrenada en 2024 se ganó el título de favorita.
La sustancia (Coralie Fargeat): ¿Considero que sea una mala película? No. Sin embargo, para tanta publicidad e infinidad de historias en redes hablando maravillas de este filme, fue decepcionante su argumento tan básico y la repetición de temas del body horror sin mayor profundidad. Como dijo un colega: uno se ríe de la película, no con ella. Mejor ver filmes de Julia Ducournau, Claire Denis, Juliana Rojas, entre otras directoras que abordan el terror.