Continuando con mi interés sobre la cada vez mayor preocupación que existe sobre el funcionamiento del sistema internacional voy a hacer una nota y comentarios sobre la obra más reciente de Mariano Aguirre Ernst titulada Guerra fría 2.0: Claves para entender la nueva política internacional.
El autor es periodista y analista de política exterior experto en conflictos internacionales, consolidación y mantenimiento de la paz, acción humanitaria y conflicto y desarrollo. En su libro y me permito citar la reseña del mismo: “presenta las complejas y peligrosas tensiones en el mundo actual, especialmente entre grandes potencias, y entre países emergentes, en el contexto de una crisis climática global, amenazas a la democracia, y profunda desigualdad. Partiendo de la guerra de Ucrania, la pugna de Estados Unidos con China, la competencia sobre chips esenciales para la tecnología avanzada, o el papel de India y Turquía para modificar el balance de poder en el sistema internacional, el libro establece las diferencias con la Guerra Fría anterior, describe continuidades e identifica tendencias”.
Aguirre aborda las diferencias entre la primera y la actual Guerra Fría; las características y tendencias de las grandes potencias con armas nucleares (Estados Unidos, China y Rusia) y de la Unión Europea, y sus relaciones; la situación de los países del Sur, tanto de los estados afectados por guerras, represión y el cambio climático, como los poderes regionales intermedios (algunos con armas nucleares); la crisis de la democracia y del multilateralismo, el ascenso del populismo nacionalista autoritario, y la desigualdad. Asimismo, el libro contiene una crítica a la concepción dominante de seguridad basada en el equilibrio de fuerzas y el interés nacional por encima del interés común y el futuro previsible del sistema internacional.
En un análisis magistral y con una capacidad de crítica de los valores en conflicto en el sistema internacional, ha presentado su obra en diversos foros académicos con un sesgo de antinorteamericanismo y cierta relativización de la conducta de los ejes autoritarios que existen en la actualidad. Sin embargo, su aporte se constituye una semblanza muy nítida de la conflictividad mundial, a lo cual me he referido en mis escritos como un” Desorden internacional”, razón que me motiva a considerar un aspecto que contiene y refleja toda esta realidad que no es otra que la crisis del multilateralismo como el modo del relacionamiento y funcionamiento de la gobernanza global.
El descrédito que actualmente sufre las Naciones Unidas y otras organizaciones internacionales, expresadas no solo por el común, sino también por analistas de prestigio, es que ya las Naciones Unidas ya no tienen la capacidad para resolver los problemas del mundo. Llevan razón, fundamentalmente porque la paralización del Consejo de Seguridad, que es órgano con capacidad de restaurar la paz y seguridad internacionales con el uso de la fuerza, no ha funcionado por el veto de los miembros permanentes desde la Guerra del Golfo en 1990, aunada a una Asamblea General que emite resoluciones de carácter moral que no son atendidas por los Estados concernidos y una Secretaría General que se ha ocupado más de los asuntos climáticos y los temas contenidos en la Agenda 2030 y el Pacto del Futuro, soslayando su responsabilidad principal que es la atinente a la paz y seguridad internacional.
En este contexto, mientras se producen debates sin consecuencia alguna sobre las reformas al sistema, otros actores, fundamentalmente de origen económico, han tomado para si los asuntos de los graves conflictos que se desarrollan actualmente, en particular la guerra en Ucrania y los combates en el Medio Oriente. BRICS, G-7, G-20, Unión Europea y otros foros los mantienen en sus agendas de manera prioritaria.
Dos factores son determinantes en la actualidad para agravar esta crisis del multilateralismo:
El primero es la penetración del autoritarismo, encabezada por China, del sistema multilateral, ya sea Naciones Unidas, familia ONU y otros. Su notable presencia y actuación en las votaciones de resoluciones ha impedido la búsqueda de consensos para examinar, prevenir y condenar situaciones de graves violaciones referidas a los conflictos armados y las libertades fundamentales en el mundo. El autoritarismo se ha convertido en la gran piedra de tranca para la resolución de graves asuntos y por el contrario, son los responsables de acentuar los conflictos latentes en el orbe.
El otro elemento es la asunción de Donald Trump y la ejecución de su política exterior con la misma orientación de su primer mandato. Su desconfianza del multilateralismo en su primer periodo realizada con las retiradas de los Estados Unidos del Acuerdo para evitar el fortalecimiento nuclear de Irán, el Tratado de París sobre cambio climático del 2015, la Unesco, OMS y el Consejo de Derechos Humanos, entre otros, preocupan dentro del debate sobre si estas acciones puedan contribuir más bien a cederle espacios a los autoritarios en la toma de decisiones.
En su obra dice Mariano Aguirre que nos encontramos en una nueva Guerra Fría con características diferentes y es cierto, pero con la ausencia de un orden en la gobernanza global. Como lo dije anteriormente, “un nuevo desorden internacional”, la hace más peligrosa aun cuando no hay una dirigencia mundial concertada en foros que permitan lograr entendimientos para los graves asuntos que acechan a la humanidad.
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