Herido anímicamente por la derrota en Orense y castigado físicamente por la plaga de lesiones que lo está minando con dureza, el Real Betis Baloncesto salió airoso y vencedor en Pumarín del primero de los dos asaltos de la eliminatoria de cuartos de final de la Copa de España, antesala de la Final Four por el título. Lo hizo sin DeBisschop , lesionado en el Pazo Paco Paz, con una demostración de carácter, agarrándose a la fuerza de este grupo e impulsado por una ración de doce triples que le dio mullidas ventajas, de hasta 19 puntos. Rentas que le permitieron sostenerse en el partido cuando el chivato de la batería ya estaba encendido y el Oviedo se le echó encima buscando el sorpasso sobre la bocina. Contuvo esa marea un Betis comprometido y muy exigido que se vació sobre la pista asturiana con minutadas para varios de sus jugadores . Llegó casi sin aliento al tramo final y sacó una victoria por cuatro puntos, apretada, que ahora tendrá que hacer buena en el choque de vuelta en San Pablo. Todas las dudas que había generado su derrota en Orense las quiso borrar de un plumazo, sin esperar. Nada más arrancar. Porque fue el Betis un equipo enérgico , con piernas, coriáceo en defensa, quirúrgico en el tiro libre (10/11 al descanso) y letal desde el perímetro, con Renfroe impartiendo una clase maestra y Kasibabu, vaya susto dio su rodilla derecha en un mal apoyo que lo obligó a irse al banquillo, multiplicándose y apareciendo por todos lados. Quería reivindicarse. Hay quien cuestiona al congoleño, pero sin DeBisschop es sin duda pieza capital. Las tres faltas rápidas de Domenech seguramente alteraron el plan de la rotación interior. Los seis triples verdiblancos marcaron la diferencia del primer cuarto (14-28) , imperial por parte del Betis. Que también empezó a todo trapo en Orense y luego se fue desfondando. Ahí tenía una asignatura pendiente. Esta vez no aflojó por más que se apretó las tuercas el Alimerka Oviedo, que reaccionó con el paso de los minutos incrementando su nivel defensivo. Algo natural cuando se ejerce de anfitrión. Jelinek ampliaba la máxima hasta los 16 nada más descorcharse el segundo acto (14-30) y Hughes seguía con las muñecas ardiendo (17-33) , firmando la séptima diana exterior de los visitantes, firmes en la defensa de su aro y agresivos y verticales en sus ataques. Era un Betis intenso y con ritmo que no se guardaba nada. Y que corregía ipso facto sus errores, corriendo como centellas en el balance defensivo y tirando de altruismo. A donde no alcanzaba un compañero, llegaba otro. El Oviedo, impotente, se estrellaba contra un muro y Gonzalo García barajaba sus cartas. Con tres personales Domenech, a Kasibabu le dio un respiro con Radoncic en el cinco, explotando la versatilidad de sus hombres. Atencia estiraba la ventaja (21-40) con más de cinco minutos hasta el descanso. Bastó un parcial de 5-0 para que el técnico bético parase el choque. Hutchinson, sin embargo, picoteaba de tres y sacaba del letargo a Pumarín (29-40). Mejoraba el Oviedo acelerando desde el triple (32-42) . Y así, a la tremenda, intentaba anudarse al partido, pero quien estaba desatado desde el perímetro era Renfroe: su cuarto acierto sin fallo bajó el suflé de la reacción carbayona (32-47). Hutchinson , verso libre y metepuntos , era el asidero del Oviedo para mantenerse a flote (37-47) ante un Betis que se refugiaba en zonas, activaba cambios defensivos y finiquitaba el primer tiempo superando los 50 puntos (40-52) gracias a un canastón de Renfroe , que sumaba 17 unidades, dos rebotes y dos asistencias en el ecuador con pleno de efectividad en el lanzamiento de tres (4/4). Benite, por cierto, sólo había ejecutado tres tiros. No abusó y sin embargo la producción bética fue prolífica. La certeza de la cómoda ventaja colisionaba en el receso con la duda de hasta dónde le llegaría la gasolina al Betis Baloncesto, que suele sufrir a domicilio. Benite, como en Orense, no estaba. Asumió los tres primeros ataques del tercer cuarto y su equipo se quedó a cero. Pronto cometió además su tercera personal y se fue al banco. Sí acertaba Jelinek (44-55) y también Hughes, que copiaba a Renfroe (46-58) , sin mácula también en el triple. Subía líneas el Oviedo, que además aceleraba sus ataques en contraposición al Betis, cuya intención era jugar posesiones más largas, aunque apenas tuvo éxito. O triple o ataque al garete. El Betis era de monocultivo... hasta que Radoncic sacaba petróleo de una maniobra al poste: dos más uno y 48-61. Atencia, otra vez de tres, devolvía los quince de ventaja (50-65) y Hughes, con un costa a costa, dejaba muy tocado al Alimerka (50-67), que había pisado a fondo el acelerador y no era capaz de meterle el miedo en el cuerpo al conjunto verdiblanco. Atencia golpeaba otra vez de tres (52-70) y al último parcial se marchaba el Betis Baloncesto con un mullido colchón (55-70). Era ya cuestión de administrar esa ventaja. Gonzalo le dio descanso a Renfroe y los mandos del equipo a Atencia, que estaba aprovechando sus minutos. Como Hughes, máximo anotador del partido con 22 unidades (61-76) . Todo lo que lanzaba iba para dentro. Si duda, anda a un nivel superior al resto de sus compañeros de perímetro. A cinco minutos, 67-78, con el Oviedo exprimiendo sus opciones con bombas exteriores. Volvió entonces Renfroe, pero el desgaste del Betis era ya evidente. La falta de oxígeno lastraba la toma de decisiones y el partido se descontroló. El Betis, cansado, acusaba mucho el estrés ante un Oviedo súper revolucionado que buscó con ahínco la remontada. Se puso a cinco (73-78) en minutos de absoluto sufrimiento de los visitantes. Desde el 61-76, parcial de 12-2. Con el agua al cuello estaba el Betis Baloncesto hasta que Hughes dribló, cortó la zona en vertical y anotó apoyándose en la tabla (73-80) para liberar tensiones y silenciar Pumarín. Luego, asistió a Radoncic y así sentenció el Betis la ida de los cuartos de final coperos, aunque el Oviedo ajustó mucho el marcador. El 7 de enero, segundo y definitivo asalto de la eliminatoria en San Pablo.