Apadrinado por LocalThunk, el videojuego de newobject sigue la estela de Peggle y Peglin al dar una vuelta de tuerca a las máquinas japonesas introduciendo maneras impredecibles de sumar puntos.
A principios de 2024,
Balatro pilló a todos desprevenidos. Lo que en un primer vistazo parecía un juego de póker extraño se destapó como uno de los mejores
roguelike de los últimos tiempos, hasta el punto de ser considerado
uno de los grandes títulos del año y estar
nominado a GOTY en The Game Awards.
Ballionaire hace con el
pachinko, esas ruidosas máquinas tragaperras japonesas, lo mismo que el videojuego de LocalThunk hace con el póker: tiene la misma premisa, pero el espíritu del videojuego no tiene nada que ver.
No es algo totalmente nuevo. El exitoso
Peggle de PopCap Games ya dio en su día, hace casi dos décadas, una vuelta de tuerca al
pachinko, y hace tres años
Peglin ya hizo la suma de
pachinko y
roguelike. Pero
Ballionaire ha cautivado a muchos por su
estética colorida y humorística, y por las maneras tan ingeniosas y divertidas que tiene para ayudarnos a cumplir el objetivo final:
sumar más y más puntos.
Mientras que en las mencionadas tragaperras japonesas lo habitual es ganar premios si la bola, tras rebotar por un montón de palitos metálicos, llega al final del tablero entrando en unos huecos específicos, en
Ballionaire la cifra del marcador aumenta dependiendo de en qué palitos rebota la esfera. El toque
roguelike radica en que
los jugadores van modificando paulatinamente el tablero con
palitos que tienen una variedad de efectos que generan sinergias entre ellos.
El tono jocoso del juego está en esos modificadores,
más de 125 detonadores y más de 50 ventajas que alteran el comportamiento de la bola y la manera de puntuar. Son huevos que generan pollos, hachas que parten la esfera en dos,
un bumerán que da una segunda oportunidad a la bola, un teletransportador que devuelve la esfera al principio del tablero, cactus que otorgan dinero cuando la bola no colisiona con ellos, una ballena que explota al alimentarla... Hasta hay diferentes
tipos de bolas (de fuego, de agua, etcétera).
La idea es
alterar el tablero para que cada vez que lanzamos la bola sume más puntos, de manera que tras cada intento podamos pagar la ofrenda que exigen los tres Sabios, y así pasar a la siguiente ronda, cuando se sumará una de sus
Tribulaciones, un modificador que altera las mecánicas. Como en
Balatro, el dominio del juego consiste en
descubrir, aprender y aprovechar los diferentes elementos aleatorios que pueden salir durante una partida.
Varios tableros, ¡y la posibilidad de crear propios!
La diferencia aquí está en que, además de todos esos detonadores, ventajas y tribulaciones, hay
varios tableros con diferentes formas que exigen estrategias distintas: las físicas de la bola responderán de una manera u otra dependiendo de si se lanza en una mesa con forma de pirámide, en una esférica o en una de formato
pinball, entre otras. Por si fuera poco, en el modo
LaBolatorio se pueden construir tableros imposibles que compartir con amigos y el resto de la comunidad.
Si el hecho de que el
93 % de las reseñas de Steam sean positivas no os convence para adentraros en otro
roguelike infinito del que es difícil despegarse, quizá sí lo haga que el mismo
creador de Balatro dijera en el lanzamiento de
Ballionaire el pasado 10 de diciembre:
"¡Mi juego más esperado del año por fin ha salido! Es realmente divertido, ¡¿a qué estás esperando para jugarlo?!" Cuesta poco más de 12 euros, pero hasta Nochebuena está rebajado a menos de 10 euros en la tienda de Valve.