La mañana que todo cambió para Angélica García comenzó con una avalancha de notificaciones. Al despertar, revisó su celular: un torrente de mensajes y alertas la esperaban. Fue entonces cuando lo confirmó: Barack Obama, el 44º presidente de Estados Unidos, había incluido su canción Jícamaen su lista anual de canciones favoritas de 2019. Atónita, repasó la imagen publicada en Instagram, su nombre ahí, junto a artistas que solía admirar en la distancia. Aquella mención se convirtió en un antes y un después para su carrera, atrayendo la atención de un público más amplio del que jamás había imaginado.Originaria de Los Ángeles, Angélica García es un enigma musical que mezcla lo tradicional con lo futurista. Su historia está entrelazada con sus raíces mexicanas y salvadoreñas, pero también con los paisajes de Estados Unidos, país que recorrió de niña debido a la vida itinerante de su familia. Estas experiencias moldearon su perspectiva y, sobre todo, su sonido. A lo largo de tres discos, García ha explorado sus mundos internos y externos, culminando en Gemelo, una obra descrita como electrónica, tierno y brutal, donde lo tangible y lo espiritual se entrelazan con honestidad.Hoy, Angélica navega entre idiomas, géneros y emociones, sin miedo de retar sus propios límites. Su voz —férrea en algunos momentos, vulnerable en otros— es el hilo conductor de una carrera marcada por la autenticidad y la búsqueda de identidad. En una entrevista para M Revista de MILENIO, la cantante profundiza en su proceso, sus raíces y su relación con el español, un idioma que utiliza como un vehículo para conectar con sus raíces y su audiencia.Creciste en un ambiente multicultural, ¿cómo han moldeado esas raíces tu perspectiva musical?Mi papá es de Nayarit, mi abuela, de El Salvador y mi padrastro, estadunidense de Kansas. Mudarnos constantemente me expuso a paisajes y formas de vida muy diferentes. Esa diversidad influyó en mi forma de pensar y escuchar, algo que se traduce en la mezcla de sonidos que uso. Además, mi mamá cantaba música ranchera en rodeos y mercados, lo que también sembró una conexión profunda con la música desde pequeña.¿Qué representa para ti este disco en un plano personal?Es un espejo en el que me obligué a mirar durante un momento muy confuso de mi vida. Las canciones surgieron en medio del duelo y la reflexión, entre lo tangible y lo espiritual. Fue un proceso terapéutico, y también doloroso. Al final, es una invitación a reconciliarse con las sombras y encontrar luz en lo inesperado.El español parece haber sido un puente importante. ¿Cómo ha evolucionado tu relación con el idioma a lo largo de tu carrera? Por mucho tiempo tuve miedo de expresarme en español porque no lo hablo perfectamente. Crecer en Estados Unidos, en ambientes donde había prejuicios hacia lo latino, me hizo sentir insegura. Con Gemelo rompí esa barrera. Decidí que lo importante no era la perfección, sino la autenticidad. Escribir en español me da una libertad poética que a veces no encuentro en inglés; tiene una profundidad y una cadencia distintas.¿Cómo cambia tu proceso creativo dependiendo del idioma?Es como usar herramientas diferentes. Escribir en inglés es rápido, directo, como pelear con espadas. En español, es más como esculpir; hay espacio para la introspección, para tomarme un tiempo y elegir cada palabra con cuidado. Me gusta cómo en español transmito una carga emocional más intensa.¿Cómo crees que el miedo a usar el español impactó tu arte, y cómo cambió tu perspectiva al confrontarlo?El miedo era un bloqueo. Cuando le mostré mi álbum anterior a mi abuela, me di cuenta de que no entendía las letras. Eso fue un golpe. Me pregunté: ¿por qué no estoy conectando con una parte tan esencial de mi vida? Confrontar ese miedo me permitió incluir a mi familia y a una comunidad más amplia en mi música. Fue un acto de resistencia personal y cultural.Tu carrera dio un giro inesperado cuando Barack Obama incluyó tu canción entre sus favoritas. ¿Cómo lo viviste?Fue surreal. Me desperté con una avalancha de mensajes y pensé que algo malo había pasado. Luego vi la lista y ahí estaba mi canción. Fue un momento de validación enorme, y también de sorpresa. Me recordó que nunca sabes quién está escuchando.¿Cómo fue trabajar con Carlos de Chicano Batmany qué aportó al proyecto?Carlos es increíble, es el más callado del grupo, pero tiene una habilidad casi científica para descomponer ideas y darles estructura. Nuestra colaboración surgió de manera orgánica. Empezó con un mensaje en Instagram y terminó siendo una experiencia profundamente creativa. Él y Eduardo aportaron una sensibilidad muy especial que enriqueció el disco.¿Qué esperas que el público mexicano sienta al escuchar Gemelo?Espero que lo sientan como yo: un abrazo, un grito, un recordatorio de que las emociones intensas son parte de estar vivos. EVT