La Reserva Federal (FED) y la administración de Donald Trump siempre han tenido una relación más bien tensa. Durante su primer mandato, el presidente electo quiso que los bancos estadounidenses bajaran los tipos de interés de manera mucho más agresiva de lo que recomendaban los expertos en economía y eso se convirtió en un importante punto de fricción. El republicano llegó a insultar a los funcionarios, llamándolos «tontos» y «enemigos» e incluso amenazó con despedir al presidente de la FED, Jerome Powell, sin que al final el enfrentamiento fuera a más. Han pasado ya cuatro años, pero la esencia sigue inalterada. Trump quiere unos intereses mínimos, «a cero, o menos», dijo en las redes sociales hace unos días, pero se encuentra con que están incluso más altos que durante su primer mandato, y estas diferencias podrían acabar en grave enfrentamiento entre la nueva administración y la FED, políticamente independiente. Será complicado, señalan algunos expertos, rozar la gloria hipotecaria del 2020, cuando los tipos llegaron al 0%.
Trump prometió durante su campaña electoral [[LINK:INTERNO|||Article|||672b5d263ab60d0007b3922d|||«unos recortes como nunca antes se habían visto»]], y es probable que las tasas bajen a medida que se enfría la inflación, pero seguramente no tanto como espera el futuro presidente. Además, según él mismo señaló, recuperar la gloria económica para el país es posible bajo su mandato, pero «igual al principio toca sufrir un poco».
En este sentido, esta semana ha sido crítica. La FED ha vuelto a recortar las tasas por tercera vez consecutiva, aunque de manera muy prudente, 25 puntos básicos hasta un rango de 4,25% al 4,5% anual (un punto porcentual menos que en septiembre). Además, ha apuntado dos recortes más de cara al 2025. La idea era reducirlas al 3,75% para finales del próximo año, pero los planes han cambiado ante la situación actual y se prevén menos reducciones. «Con la acción de hoy, hemos reducido nuestra tasa en un punto porcentual desde su máximo y nuestra postura de política ahora mismo es significativamente menos restrictiva. Por lo tanto, podemos ser más cautelosos al considerar nuevos ajustes», apuntó Powell en una rueda de prensa el miércoles.
[[QUOTE:PULL|||Powell está a la espera de ver qué decisiones toma la Casa Blanca para dar sus siguientes pasos]]
Cuál será la reacción de Trump por este tímido ajuste de un cuarto de punto porcentual y cómo será la relación que mantenga su administración con el banco central estadounidense es todavía una incógnita. Según «The New York Times», los expertos creen que «mientras las tasas sigan bajando, posiblemente no se preocupe» mucho Trump. Es cierto que la situación ha mejorado, el crecimiento ha sido más rápido de lo esperado y el mercado laboral se ha estabilizado, pero si las tasas se bajan demasiado rápido y mucho existe el riesgo de que la inflación «se quede estancada en un nivel ligeramente elevado», asegura el rotativo. Además, como señaló Powell, la inflación se ha ajustado hacia el objetivo del 2% que busca el comité, pero aun así continúa siendo algo elevada.
Aquí entran en conflicto los famosos aranceles que Trump quiere aumentar a los productos extranjeros, una política que, a la larga, al igual que la deportación de inmigrantes, podría aumentar los precios. Los inversores temen que las decisiones del nuevo presidente provoquen un nuevo aumento de precios, y por consiguiente obligar a la FED a revisar su plan. El triunfo del republicano ha añadido incertidumbre al panorama económico, y eso según los expertos podría mantener la inflación alta. De momento el jueves, nada más conocerse la tímida reducción de Powell, el dólar norteamericano retrocedió tras las señales de línea dura. De momento, el banco central ya ha dejado claro que no «especularía» ni «asumiría» nada sobre lo que la siguiente administración hará, porque «no sabemos qué aranceles se aplicarán, a qué países, durante cuánto tiempo y de qué tamaño», señaló Powell, «ni si habrá aranceles de represalia o cómo se traducirá eso en los precios al consumidor». Unas dudas que comenzarán a disiparse a partir del próximo 20 de enero, cuando tenga lugar la nominación del que será el próximo presidente norteamericano.