Rusia lanzó un ataque con misiles balísticos sobre Kiev por la madrugada de este viernes 20 diciembre, que deja al menos un muerto y 12 heridos, según fuentes oficiales. Las autoridades ucranianas confirmaron que cinco misiles Iskander fueron interceptados por las defensas antiaéreas, aunque los restos cayeron sobre áreas civiles, los cuales provocaron incendios y daños en tres distritos de la capital. Este ataque ocurre en respuesta a una reciente ofensiva ucraniana en territorio ruso con armamento proporcionado por Estados Unidos y Reino Unido.
Entre los daños causados, 630 edificios residenciales, 16 instalaciones médicas y 30 escuelas quedaron sin calefacción. “Pedimos a los ciudadanos que respondan de inmediato a los reportes de amenazas de ataques balísticos, porque hay muy poco tiempo para encontrar refugio”, advirtió la fuerza aérea ucraniana.
Según el Ministerio de Defensa de Rusia, el ataque fue una represalia directa al uso de misiles estadounidenses ATACMS y Storm Shadow por parte de Ucrania en un operativo reciente contra la región rusa de Rostov. El Kremlin afirmó que estas armas fueron empleadas para atacar una refinería de petróleo y otras infraestructuras estratégicas utilizadas para respaldar el esfuerzo bélico ruso. Estas acciones han intensificado las tensiones entre Moscú y Occidente, mientras Ucrania continúa recibiendo apoyo militar extranjero para defenderse.
Los objetivos principales del ataque ruso incluyeron el centro de mando de inteligencia militar ucraniana y sistemas de defensa antiaérea Patriot, fabricados en Estados Unidos. Moscú aseguró que “los objetivos del ataque han sido alcanzados”, aunque estas afirmaciones no pudieron ser verificadas de manera independiente.
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El impacto de los restos de los misiles interceptados fue devastador, afectando tanto infraestructuras esenciales como edificios históricos. Entre los sitios dañados se encuentran la iglesia católica de San Nicolás, un monumento icónico de Kiev, y la Universidad Nacional Lingüística. Además, el estallido de los misiles rompió ventanas en seis embajadas, lo que podría generar implicaciones diplomáticas en el conflicto.
En cuanto a la población, los servicios de emergencia trabajan para restablecer el suministro de calefacción en los edificios afectados, mientras los equipos de rescate evalúan la magnitud de los daños. Este ataque refuerza el patrón de bombardeos rusos dirigidos a áreas civiles, con el objetivo de desmoralizar a los ucranianos y debilitar su infraestructura básica.
Ucrania, con el respaldo de sus aliados occidentales, sigue comprometida con frenar los avances rusos. Aunque los misiles ATACMS y Storm Shadow han proporcionado capacidades ofensivas clave, su uso en territorio ruso ha generado controversia internacional. Rusia, por su parte, ha introducido tecnologías más avanzadas, como el misil hipersónico Oreshnik, en un intento por mantener la ventaja estratégica.
Mientras tanto, Kiev insta a la población a mantenerse alerta y buscar refugio ante cualquier alerta de bombardeo. Los analistas coinciden en que esta nueva fase del conflicto podría intensificar las hostilidades, con un impacto cada vez mayor en la población civil y las relaciones internacionales.