El telescopio espacial James Webb ha captado la primera imagen de los hielos del sistema solar, formados hace 5.000 millones de años. El descubrimiento, parte del proyecto DiSCo, liderado por Noemí Pinilla Alonso, ofrece una nueva perspectiva sobre la composición de los objetos transneptunianos. Estos son cuerpos celestes que se encuentran más allá de la órbita de Neptuno, es decir, en los exteriores.
Los resultados, publicados en la revista científica Nature Astronomy, destacan cómo la diversidad de colores y reflectancia de estos cuerpos celestes se relaciona con su formación en los inicios del sistema solar.
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"La detección de moléculas en los objetos más fríos y exteriores de nuestro sistema solar ha estado limitada durante mucho tiempo por la atmósfera terrestre y la sensibilidad de la instrumentación disponible", se indica en el estudio.
Para la observación, se utilizó un espectrógrafo de infrarrojo cercano en un programa de investigación sobre los objetos transneptunianos (TNO). Los científicos encontraron varios tipos de hielos moleculares en estos objetos, incluyendo agua, dióxido de carbono, y metanol, entre otros.
Los hallazgos ayudan a entender la composición superficial de los TNO. Al analizar cómo se ven estos hielos en los espectros (que son como huellas digitales de las moléculas), los investigadores identificaron tres grupos principales de materiales. Esto resuelve una pregunta antigua sobre por qué los TNO tienen diferentes colores y proporciona información sobre su composición.
La clara división en estos grupos sugiere que hay variaciones significativas en los tipos de moléculas que componen la superficie de estos objetos. Las proporciones de ciertos elementos, como carbono y oxígeno, son claves para entender las diferencias entre estos grupos.
En un estudio complementario, se ha analizado la diversidad composicional de los 'centauros'. Son una clase de objetos celestes en el sistema solar que se encuentran entre las órbitas de Júpiter y Neptuno. Tienen características tanto de asteroides como de cometas, lo que les da un perfil único.
La investigación revela que los centauros, tras un encuentro gravitacional con Neptuno, presentan un manto de polvo que indica una evolución térmica al acercarse al Sol.
Pinilla-Alonso también ha publicado un estudio sobre el centauro (2060) Chiron, donde se han detectado gases como metano y dióxido de carbono, así como hielos volátiles. Los hallazgos sugieren que la liberación de metano podría estar relacionada con una transición de fase en el hielo amorfo de agua, lo que plantea nuevas preguntas sobre su comportamiento en condiciones de bajas temperaturas.