Las dos personas normales se tropiezan en un recital de cuentacuentos, en la biblioteca municipal del barrio, que tiene el nombre de un poeta y duelista ocasional de finales del XVIII a quien nadie recuerda ya. Delante, frente al ventanal grande, hay un montón de niños, en el suelo, sentados en cojines. Detrás, un montón de adultos; estos, naturalmente, de pie. —Hola —le susurra la primera persona normal a la segunda. —Ah, hola —le responde la segunda persona normal, susurrando también. —¿Qué haces aquí? —He traído al pequeño. —¿Al pequeño? Pero si tiene ¿cuántos?, ¿veinte años? —Veintiuno. —¿Entonces? —Es que lo he traído para que pueda traer él a la sobrina. Lucía. Mira, es esa de ahí. —La segunda persona...
Ver Más