Durante la FIL de este año presenté mi segundo libro infantil, “El grillo”. Cuando me pregunto por qué escribo para niños, pienso que sucede igual que con los emprendimientos. La idea que nos mueve como empresarios es cambiar aquello con lo que no estamos de acuerdo, arriesgándonos con la esperanza de transformar la realidad. Ayuda poco el abjurar de “un país que no lee” ni de que “los jóvenes no se interesan por la lectura”; nuestra misión ha de centrarse en superar los hechos. San Agustín decía que cuando rezamos, hablamos con Dios, pero cuando leemos, es Dios quien habla con nosotros. Leer es un ejercicio de introspección donde, en cada página, construimos activamente personajes y escenarios al mismo tiempo que descubrimos nuestro propio destino. La lectura también es una fuente inagotable de recursos económicos.
De acuerdo con la Secretaría de Economía y el INEGI, en 2023 la cultura generó 820 mil millones de pesos, lo que equivale al 2.7 por ciento del PIB, superando la aportación del sector de la energía eléctrica. Además, emplea a un millón 439 mil 671 personas, o 3.5 por ciento del total de la población ocupada. Estos datos subrayan su relevancia económica y también su misión por una sociedad educada, curiosa e innovadora. Aunque los libros, las imprentas y las librerías representan poco más de 6.3 por ciento del sector, ahora los contenidos digitales suman 18.1 por ciento. Algo está cambiando radicalmente en el entorno. La industria que agrupa a editoriales, autores, distribuidores, impresores y libreros, hoy suma también a los creadores de contenido digital que comparten el amor por las letras con todo el país. Atravesamos una era de transformación que, impulsada por la innovación, cambiará los hábitos de escritura y lectura de los mexicanos, abriendo nuevas oportunidades de crecimiento económico. Imaginemos una IA que recomiende libros basados en nuestras emociones y sueños; que ayude a nuestros escritores jóvenes a perfeccionar su estilo; que ensaye junto a las pequeñas editoriales novedosas estrategias comerciales.
En la FIL de este año comprobamos que los relatos, cuentos y viajes a mundos fantásticos despiertan en la juventud mexicana un interés fascinante. En los 43 mil metros cuadrados que ocupa una de las ferias del libro más importantes del mundo –y que genera alrededor de 330 millones de dólares anuales–, se reunieron 100 mil jóvenes para explorar y conocer historias y realidades que les emocionen e impulsen a no conformarse con el estado de las cosas. La curiosidad, la empatía y el deseo por aprender son cualidades que los libros estimulan y, en mancuerna con la tecnología, pueden llegar a horizontes nunca antes vislumbrados. Una generación de lectores y escritores con acceso personalizado a las experiencias de la humanidad está por descubrir un mundo que ni los más aventureros se han atrevido a soñar. La literatura nació con la humanidad, mientras que las herramientas de IA son muy recientes; sin embargo, ambas están destinadas a despertar una nueva era de progreso creativo. Así como la literatura infantil alienta a los niños a transformar su realidad, la alianza entre la cultura y la tecnología auspicia el destino de nuestra sociedad hacia un futuro donde el conocimiento fundamente la prosperidad y la igualdad de oportunidades. Juntos, podemos lograr que cada joven encuentre en la literatura y la tecnología la inspiración para construir un futuro más humano.