El tribunal penal de Aviñón, en el sureste de Francia, dictará sentencia este viernes en el juicio contra 51 hombres acusados de haber violado bajo sumisión química a Gisèle Pelicot entre 2011 y 2020. Este caso, que ha captado la atención de cerca de 180 medios de comunicación, 86 de ellos internacionales, podría marcar un antes y un después en la lucha contra la violencia sexual en Francia.
Las condenas podrían alcanzar hasta 20 años de prisión, la pena máxima en Francia por violación agravada. Dominique Pelicot, de 72 años, exmarido de la víctima y considerado el principal responsable, enfrenta esta pena por haber orquestado múltiples violaciones durante años. Según la acusación, drogaba a su esposa con altas dosis de ansiolíticos para luego invitar a otros hombres, contactados por internet, a violarla. La fiscal Laure Chabaud, consciente de la trascendencia del caso, destacó en noviembre que "habrá un antes y un después".
El Tribunal ha establecido medidas excepcionales para la lectura de las sentencias La calle que da acceso al Palacio de Justicia estará cerrada y la sala estará cerrada al público, salvo para los familiares de víctimas y acusados. Para los periodistas, se han habilitado cuatro salas de escucha, en contraste con la única sala utilizada durante el resto del juicio.
La Fiscalía ha solicitado un total de 650 años de prisión para los acusados, hombres de entre 27 y 74 años pertenecientes a diversas clases sociales, incluidos bomberos, camioneros, periodistas, enfermeros, militares y jubilados. La mayor condena solicitada, de 20 años, es para Dominique Pelicot. La menor pena solicitada es de 4 años, para un hombre acusado únicamente de agresión sexual. Las penas restantes oscilan entre 10 y 18 años de prisión por violación agravada. Las decisiones del tribunal, presidido por Roger Arata e integrado por tres mujeres y un hombre, podrán ser recurridas tanto por los acusados como por la Fiscalía, algo que se espera que ocurra.
Gisèle Pelicot, de 72 años, ha transformado su dolor en una lucha pública por la justicia y el cambio social. Al decidir que el juicio fuera público, afirmó que su objetivo era "cambiar la vergüenza de bando". Su valentía la ha convertido en un símbolo feminista global y una de las mujeres más influyentes del año.
Miles de personas en todo el mundo han salido a las calles para apoyarla, exigiendo justicia para las víctimas de violación y un cambio legislativo que ponga el consentimiento en el centro de las relaciones sexuales, como ya ocurre en países como España.
En Aviñón, Gisèle recibe constantemente el apoyo de ciudadanos, especialmente mujeres, quienes la animan a continuar su lucha. Su caso ha abierto un debate sobre la legislación francesa y la necesidad de garantizar una mayor protección frente a la violencia sexual.