Una versión en piedra de los Diez Mandamientos, considerada la más antigua del mundo, se encuentra en la casa de subastas Sotheby’s en Estados Unidos. Este artefacto, que data del 300-800 d. C., no solo es un objeto de gran valor histórico, sino que también trae consigo una curiosa anécdota sobre su uso y la falta de uno de los mandamientos.
La subasta de este singular objeto ha captado la atención de coleccionistas y amantes de la historia, quienes ven en él una oportunidad única de poseer un fragmento de la antigüedad. La pieza, que ha sido objeto de estudio y admiración, se presenta como un testimonio tangible de la tradición religiosa y cultural de su época.
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La pieza en cuestión ha sido objeto de análisis por parte de expertos, quienes han confirmado su autenticidad y su datación. Se considera que este fragmento de piedra no solo representa un importante legado religioso, sino que también ofrece una ventana al pasado, permitiendo a los investigadores comprender mejor las prácticas y creencias de las sociedades antiguas.
Selby Kiffer, destacado especialista internacional en libros y manuscritos de Sotheby’s, comentó sobre el estado de un texto que, aunque sigue siendo legible, presenta un desgaste notable en su parte central, donde las personas han caminado sobre él. La casa de subastas estima que este objeto alcanzará un precio de venta entre 1 y 2 millones de dólares.
Además de su antigüedad, la historia que rodea a esta versión de los Diez Mandamientos es igualmente fascinante. Se dice que, en algún momento de su vida, el artefacto fue utilizado como adoquín, lo que añade un toque de humor a su ya intrigante narrativa. Este detalle ha despertado el interés de muchos, quienes se preguntan cómo un objeto de tal relevancia pudo haber sido relegado a un uso tan mundano.
La historia de la falta de uno de los mandamientos ha generado diversas interpretaciones y discusiones. Algunos sugieren que este hecho podría ser un reflejo de la naturaleza cambiante de las tradiciones a lo largo del tiempo, mientras que otros lo ven como un simple error en la elaboración del artefacto. Sin embargo, lo que es indiscutible es que esta peculiaridad ha contribuido a aumentar el interés en la pieza, convirtiéndola en un tema de conversación en el mundo del arte y la historia.