Kiribati, una pequeña nación insular en el océano Pacífico, se prepara para recibir el Año Nuevo 2025 antes que cualquier otro país del mundo. Este archipiélago, compuesto por 33 atolones coralinos y la isla volcánica de Banaba, no solo es conocido por su singularidad geográfica, sino también por el grave riesgo de desaparición que enfrenta debido al cambio climático.
Ubicado en una extensión de más de 3 millones de kilómetros cuadrados, Kiribati se encuentra en los cuatro hemisferios: norte, sur, este y oeste. Esta particularidad geográfica lo convierte en el primer país en celebrar el Año Nuevo, ya que su diferencia horaria con respecto al meridiano de Greenwich (GMT) supera las 14 horas. Mientras en Perú son las 5:00 a. m. del 31 de diciembre, en Kiribati ya se están viviendo las primeras horas del 2025.
La división de la Tierra en hemisferios se realiza mediante dos líneas imaginarias fundamentales: el Ecuador, que separa los hemisferios norte y sur, y el meridiano de Greenwich, que divide los hemisferios este y oeste. En este contexto, Kiribati destaca como una de las pocas naciones en el mundo que se extienden a través de los 4 hemisferios, gracias a su distribución en un sector del océano Pacífico. Esta peculiaridad geográfica otorga a Kiribati un carácter único y refuerza su relevancia en el mapa global.
Kiribati también enfrenta retos únicos derivados de su posición geográfica. Al estar tan disperso, el país enfrenta desafíos logísticos en términos de conectividad y acceso a servicios básicos. Además, el impacto del cambio climático y la subida del nivel del mar representan amenazas significativas, poniendo en riesgo la existencia de algunas de sus islas. No obstante, esta nación se ha convertido en un símbolo de resistencia y adaptación frente a las adversidades ambientales.
En cuanto a su cultura, Kiribati se distingue por tradiciones profundamente arraigadas que reflejan la relación de sus habitantes con el océano. Desde la pesca tradicional hasta las danzas y cantos, el archipiélago celebra su vínculo con la naturaleza y su identidad insular. Este equilibrio entre sus fascinantes características geográficas, su riqueza cultural y los desafíos que enfrenta lo convierten en un ejemplo de resiliencia y una joya del Pacífico.
A pesar de su singularidad, Kiribati enfrenta una amenaza inminente: el cambio climático. Un estudio de la Environmental Justice Foundation (EJF) de 2017 advierte que, en un plazo de 10 a 15 años, gran parte de su territorio podría quedar sumergido bajo el agua debido al aumento del nivel del mar. Esta situación ha llevado a la migración de sus habitantes, quienes buscan refugio en otras naciones.
El expresidente Anote Tong, quien ocupó el cargo entre 2003 y 2016, fue uno de los primeros en reconocer la gravedad de la situación. En su mandato, se exploraron opciones para adquirir terrenos en Fiyi como un posible refugio para los ciudadanos de Kiribati. Sin embargo, estos planes no se concretaron, dejando a la población en una situación de incertidumbre y vulnerabilidad.
La comunidad internacional ha comenzado a prestar atención a la crisis que enfrenta Kiribati, pero aún queda mucho por hacer para garantizar la supervivencia de esta nación única. La llegada del Año Nuevo 2025 será un recordatorio no solo de la belleza de Kiribati, sino también de los desafíos que enfrenta en un mundo cada vez más afectado por el cambio climático.