Es común escuchar que la innovación en el sector público no existe, incluso hay quienes aducen que no puede existir porque son un montón de burócratas sin ningún interés o motivación para hacer las cosas bien, menos aún para hacerlas mejor.
Esta semana, en la última reunión del Club de Investigación Tecnológica del año, tuvimos una clara exposición que derrotó dicho mito de una vez por todas. Se trató de una presentación conjunta de la Contraloría General de la República (CGR) y Universidad Cenfotec, que nos presentaron el proyecto dIAra (Dispositivo asistido por IA para reconocimiento y alerta).
Este es sin duda un proyecto muy innovador, me atrevo a decir, a escala internacional. La idea original fue de Juan Alejandro Herrera, abogado del Área de Fiscalización de la CGR, quien implementó un prototipo muy tentativo y llevó la idea a la Agencia de Cooperación Técnica Alemana. Dicha agencia decidió financiar el proyecto de implementación, para lo cual realizó un concurso, que fue ganado por la Universidad Cenfotec.
El proyecto fue todo implementado con software libre (Open Source), de manera que puede ser utilizado por cualquiera para su uso privado o público. Para el uso comercial se requieren ciertos permisos y tal vez pago de royalties.
Para implementar dicho sistema se desarrollaron cámaras con un chip de $15 dentro de una caja impresa en 3D y se instalaron al aire libre, en lugares donde se está desarrollando obra pública, por contratación con el Estado.
Las cámaras graban fotos y videos que son traducidos a datos estructurados por una inteligencia artificial. Actualmente, los datos generados son cosas como el número de operarios, excavadoras, mezcladores, tractores, etcétera, que pasan por el lugar donde se desarrolla la obra, por día, por semana o por el período que se requiera.
Esto es un paso enorme en la dirección correcta. Este primer paso se dio en una escuela rural que está en proceso de construcción desde cero.
El proyecto ha sido objeto de descripción por la prensa, por lo que ha habido interés de varios posibles interesados, como el Laname de UCR, y ya está funcionando en la ampliación de Taras-La Lima.
Una funcionalidad próxima para incluirse está basada en Blockchain. Otra vez, ¡genial! Si se registran las fotos (o una referencia a las mismas) o los datos generados a partir de las imágenes en un medio que no se puede modificar, tenemos evidencia de calidad jurídica. Fácil entender por qué a los abogados les puede interesar.
A mí lo que me interesa es el potencial que esta idea tiene para el sector privado. La supervisión es una necesidad en numerosos tipos de empresas y proyectos, y cuando los proyectos u operaciones normales de alguna empresa suceden en lugares remotos, la supervisión se torna cara y difícil de realizar.
Me imagino empresas agropecuarias que deben seguirle el rastro a toda clase animales (cerdos, vacas, ovejas, etc.), en vez de ponerles un arete a cada uno, se podría entrenar el modelo de inteligencia artificial para dar seguimiento a los animales que se requiera.
Así como el sistema actual tiene conectados sensores de Internet de la Cosas (IoT), se le pueden agregar toda clase de sensores, por ejemplo, básculas que indiquen cuánto pesan los cerdos o los tractores llenos de caña, lo que sea que se requiera, o que mida temperatura o presión o cualquier cosa.
Me parece que el diseño es tan sencillo y tiene tanta aplicabilidad que podría hacer una diferencia importante en el país y la región.
En el Estado debe haber cientos de aplicaciones, tanto en supervisión y control, como en gestión de operaciones. El sistema puede contar gente haciendo fila y medir el tiempo promedio, máximo y mínimo. También podría hacer lo mismo para carros en la “zona de cortarse las venas”, después del peaje en la 27. O producir estadísticas de buques tratando de atracar en puerto o las filas en la CCSS, todo con un costo mínimo. No es difícil imaginar aplicaciones para esta innovación. Es una gran idea, sencilla y barata.
Obviamente, no faltarán quienes, en vez de buscarle aplicaciones provechosas, buscarán motivos, legales u operacionales, por los cuales esta tecnología no se debe utilizar. Desafortunadamente, en nuestro medio esa es la norma, gente que prefiere hacer trabonazo en vez de hacer pase.
Recientemente, tuve una conversación con un muchacho chileno que vive y trabaja en México en una empresa de Venture Capital, que quiere venir a Costa Rica a buscar inversionistas y proyectos. Capital de riesgo no es una de nuestras fortalezas, producción de proyectos innovadores sí. Este proyecto es una buena muestra.
Si se lograra fondear una empresa emergente (start up) que convierta esta gran idea en un producto parametrizable, que cualquier cantidad de empresas e instituciones puedan poner en práctica haciéndolos a todos más productivos, el resultado sería espectacular. Podría ser el nacimiento del primer unicornio nacional.
El Dr. Roberto Sasso es ingeniero, presidente del Club de Investigación Tecnológica y organizador del TEDxPuraVida.
