La reciente negativa para censurar al ministro de Desarrollo e Inclusión Social (Midis), Julio Demartini, ha sido el último ejemplo de que la mayoría del Congreso blinda a los alfiles del Poder Ejecutivo, esto a pesar de los cuestionamientos que tienen en su contra.
El titular del Midis, directo responsable político por el deficiente funcionamiento del programa Qali Warma que ha derivado, incluso, en la intoxicación de niños, salvó el puesto porque la moción en su contra solo consiguió el respaldo de 64 parlamentarios.
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Si bien las abstenciones de Fuerza Popular y los votos en contra de Alianza Para el Progreso terminaron por inclinar la balanza, ausencias clave en las bancadas de izquierda impidieron que se llegue a los 66 votos que se necesitaban.
“Queda claro que fue una estrategia desde la Mesa Directiva votar la moción recién a la una y media de la madrugada, la hora jugó en contra, contaban con que eso ayudaría (a Demartini)”, señaló una fuente del Legislativo que estuvo presente en la sesión de la semana pasada.
En noviembre, Demartini ya se había salvado de otra censura. Aquella vez, apenas 36 legisladores apoyaron sacarlo del cargo. Fue protegido por Fuerza Popular, Alianza Para el Progreso. Podemos también contribuyó con sus abstenciones.
Demartini integra el gabinete ministerial desde que Dina Boluarte asumió la presidencia de la República. Es uno de los ministros más cercanos a la jefa de Estado.
Sin firmas
Otro caso que simboliza el blindaje congresal es el del ministro del Interior, Juan Santiváñez. En medio de una severa crisis de inseguridad y con un estado de emergencia que no ha mejorado la situación, se empezó a mover una moción de censura promovida por Sigrid Bazán (Bloque Democrático Popular). Nunca reunió las firmas requeridas a fin de ser presentada de manera oficial. En realidad, no se pasó de la veintena. El reglamento exige 33 adhesiones.
Asimismo, el ejemplo del ministro de Educación, Morgan Quero, reconfirma esta actitud parlamentaria de no meterse con los ministros más próximos a la presidenta.
Debe recordarse que la semana pasada, con ocasión del día internacional de los derechos humanos, una reportera de La República le hizo notar a Quero el silencio desde el Ejecutivo sobre los 49 asesinados en las protestas contra Boluarte. Quero respondió que los “derechos humanos son para las personas, no para las ratas”. Luego se retractó y dijo que no había escuchado la pregunta, a pesar de que fue formulada con bastante claridad.
Hay una moción de interpelación a Quero la cual se verá en marzo, cuando la legislatura reinicie. Es verdad, las fechas no daban para que responda una estación de preguntas –requisito indispensable para avanzar hacia una eventual censura–, sin embargo la Mesa Directiva pudo haberlo invitado al Pleno al menos para que dé explicaciones. No lo hizo.
En agosto, una moción de censura a Quero –y a la ministra de la Mujer, Ángela Hernández– por la forma en que reaccionaron ante el caso de las niñas awajún y wampis violentadas sexualmente por sus profesores fue archivada por el pleno del Congreso de la República. Se argumentó que no cumplió con el número de firmas.
“Son el núcleo duro”
El analista y consultor, Jeffrey Radzinsky, señaló que el Congreso y el Gobierno “caminan de la mano desde el primer día”. Recordó que si bien dos ministros han sido censurados en lo que va de la gestión de Dina Boluarte -Vicente Romero (Mininter) y Rómulo Mucho (Energía y Minas)- esto ha correspondido a agendas especiales. “Por ejemplo, Mucho salió por lo de Reinfo. Los mineros en las calles pedían que se vaya”, dijo.
Señaló que tiene sentido que Julio Demartini, Morgan Quero y Juan Santiváñez se mantengan en sus puestos. “Junto a Eduardo Arana (Justicia y Derechos Humanos) son parte del núcleo duro”, afirmó.
