El teniente general ruso Igor Kirílov, de 54 años, murió este martes en un atentado con bomba en Moscú. Kirílov, se desempeñaba como jefe de las Fuerzas de Defensa Nuclear, Biológica y Química (NBQ) de Rusia desde 2017. Su presencia era muy notoria dentro del alto mando militar ruso, además de polémica en el contexto de la guerra. El Comité de Investigación ruso calificó el asesinato de “acto terrorista” y, pocas horas después, Ucrania reconoció estar detrás del ataque, argumentando que Kirílov era un “objetivo legítimo”.
Kirílov fue acusado por fuentes del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), de ser responsable del uso masivo de armas químicas prohibidas en el frente ucraniano, acusación que Rusia ha negado en reiteradas ocasiones. Sin embargo, su papel era clave en la estrategia militar rusa relacionada con materiales biológicos. Tanto el Reino Unido como Estados Unidos lo habían sancionado en los últimos años debido a las denuncias sobre armas químicas.
En 2023, el Gobierno británico congeló sus activos y le prohibió viajar, acusándolo de supervisar operaciones que incluían el uso de agentes tóxicos y de actuar como portavoz de la “desinformación del Kremlin”. Esto a raíz de una denuncia de Estados Unidos sobre la cloropicrina, un agente químico asfixiante que representa una clara violación de normas internacionales como el convenio de Ginebra.
El SBU afirmó que el general ordenó más de 4.800 ataques con armas químicas, principalmente mediante drones que arrojaban sustancias tóxicas sobre posiciones ucranianas. Además, se informó que más de 2.000 soldados ucranianos necesitaron tratamiento hospitalario por envenenamiento químico y que al menos tres perdieron la vida a causa de estas prácticas.
Igor Kirílov, desde su posición, también lanzó acusaciones a Ucrania y a Estados Unidos de supuestamente respecto a las armas biológicas. En reiteradas ocasiones, denunció la existencia de laboratorios biológicos estadounidenses en países vecinos y llegó a afirmar que estos centros de investigación trabajaban con patógenos altamente peligrosos con fines bélicos.
Una de sus acusaciones más controvertidas fue la afirmación de que Estados Unidos planeaba utilizar drones para liberar "mosquitos infectados con enfermedades" en el frente de batalla, algo que fue desestimado como propaganda por la comunidad internacional.
El ataque demostró la capacidad de Ucrania para llevar a cabo operaciones dentro del territorio ruso. Además, Igor Kirílov ha sido objetivo de operaciones precisas desde el inicio de la guerra.
