Diciembre se perfila como el periodo de mayor actividad para la industria juguetera mexicana en el año, con ventas proyectadas por encima de los mil 820 millones de dólares, cifra que representa el 65 por ciento de los ingresos anuales de este sector, los cuales rondan los 2 mil 800 millones de dólares anuales, de acuerdo con datos de la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (AMIJU).
“Esta es nuestra temporada más alta, donde se vende el 65 por ciento de los 2 mil 800 millones de dólares que generamos al año”, destacó Miguel Ángel Martín González, presidente de la AMIJU en entrevista.
En México los jugadores del mercado son Mattel, con 22 por ciento de la cuota de mercado; MGA Entertainment fabricante de muñecas como las Bratz con 14 por ciento; Hasbro con 11 por ciento, seguido de Lego con 10 por ciento y Spin Master con 3 por ciento, de acuerdo con datos de la consultora de mercado Statista. Sin embargo, los juguetes tecnológicos son ya un nuevo integrante de la industria que contempla gadgets, consolas, dispositivos, celulares, computadoras o laptops.
Según Martín, los juguetes licenciados inspirados en personajes de películas y series de televisión populares dominarán la demanda esta temporada, siendo los artículos más vendidos durante esta época.
“El mercado está influenciado por las marcas y las tendencias del entretenimiento. Los niños piden lo que ven en sus pantallas: personajes de superhéroes, princesas de Disney o figuras animadas de las películas más recientes,” comentó Martín.
En la misma línea, Statitsa reveló que las licencias relacionadas con películas y personajes animados, son uno de los principales impulsores de la demanda de juguetes en México.
“Los acuerdos de licencia con franquicias y personajes populares de películas, programas de televisión y libros seguirán siendo estrategia clave para que fabricantes de juguetes aprovechen el reconocimiento de la marca e impulsen las ventas”, afirma Statista.
El documento abundó que, entre las tendencias más relevantes se encuentra el auge de los juguetes educativos basados en Ciencia, Tecnología, Ingeniería, Arte y Matemáticas (STEAM, por su siglas en inglés). Estos artículos, que combinan aprendizaje y diversión, están captando la atención de padres y educadores que buscan fomentar habilidades clave en los niños.
Gerardo Dávila, exdirector de marketing para Mattel Latinoamérica y fundador de la línea educativa ‘Angelitos Mágicos’, anticipó que los juguetes inspirados en creadores de contenido e influencers tendrán fuerte presencia en anaqueles.
“Los creadores de contenido buscan expandir su entretenimiento, y los juguetes son una categoría donde esta magia puede materializarse a través de historias”, afirmó.
Un caso destacado es el de Mis Pastelitos, la creadora de contenido que, en alianza con Mattel, lanzó en 2021 una línea de hornos de juguete. De manera similar, Los Polinesios incursionaron en el mercado en 2020 con una colección de muñecos personalizados. La sólida base de seguidores de estos influencers ha impulsado la continuidad de sus productos, los cuales mantienen presencia tanto en tiendas de autoservicio, pisos departamentales y plataformas de comercio electrónico.
A pesar de las expectativas positivas, la industria enfrenta un reto significativo: el mercado negro representado por la venta de juguetes importados de manera irregular que afecta 10 por ciento de las ventas anuales del sector, lo que equivale a una pérdida estimada de 280 millones de dólares.
El presidente de la AMIJU, que agrupa a empresas como Distroller, Grupo Apache, Hasbro, Mi Alegría, Lego y Mattel, entre otras, reveló que el problema con estos productos importados ilegalmente es que se venden a precios bajos, aunque resultan ser inseguros para los niños.
“La ventaja de estos productos radica en sus empaques llamativos y precios bajos, pero a menudo se fabrican con materiales de segunda calidad”, advirtió Martín.
Dávila Portillo destacó que estos juguetes, al carecer de certificación de calidad y el respaldo de una marca reconocida, no han sido sometidos a pruebas de seguridad para detectar sustancias peligrosas como metales pesados. Estas sustancias, presentes en pinturas o tintas metálicas, pueden representar riesgos tóxicos para los menores.