Situado en el corazón geográfico de Gran Canaria, Tejeda es una localidad que cautiva tanto por su abundancia natural como por su importancia histórica y cultural. Este destino, con impresionantes vistas a la majestuosa caldera que lleva su nombre, fusiona paisajes volcánicos singulares, costumbres canarias bien conservadas y un pasado antiguo que se manifiesta en cada esquina.
La caldera de Tejeda, que tiene alrededor de 15 kilómetros de diámetro, es un obsequio de la naturaleza forjado a través de miles de años. Este imponente paisaje, creado por la erosión del suelo después de antiguas erupciones volcánicas y posteriormente moldeado por la erosión, es una auténtica joya geológica.
En este panorama de crestas desmanteladas y profundos barrancos, se erigen dos emblemáticos monolitos de basalto que han resistido el transcurso del tiempo: el Roque Nublo y el Roque Bentayga. Estos monumentos naturales, con sus respectivas alturas de 1.813 y 1.404 metros, no solo constituyen obras de arte visual, sino también emblemas espirituales para los antiguos residentes de la isla, los guanches, quienes los percibían como lugares sagrados.
Tejeda está situada a más de 1.000 metros de altitud sobre el nivel del mar, brindando a quienes la visitan una visión única del "entorno de tempestad petrificada" que tanto impresionó al autor Miguel de Unamuno. Además de sus impresionantes vistas panorámicas, la localidad se distingue por su dedicación a la preservación de la arquitectura tradicional de Canarias.
Las viviendas blancas con tejados de color rojo, meticulosamente organizadas en terrazas naturales, preservan la esencia de las construcciones rurales de la isla. Sin embargo, lo que más sobresale son las viviendas-cueva, una costumbre que tiene sus raíces en épocas previas a la conquista de Castilla. Estas peculiares moradas, encontradas en la roca volcánica, ilustran cómo los antiguos habitantes de Tejeda se ajustaron a su ambiente, utilizando los recursos naturales para edificar viviendas frescas en verano y cálidas en invierno.
Para aquellos que desean explorar la historia y la cultura de este sitio, el Museo de las Tradiciones de Tejeda es un recorrido esencial. Este lugar cultural tributa a las generaciones de residentes que han coexistido en simbiosis con el entorno natural, afrontando los desafíos que suponía vivir en un territorio tan montañoso. El museo narra la historia de una comunidad que ha logrado mantener su identidad a través de los objetos del día a día, herramientas y fotografías.
Tejeda también representa un refugio para los entusiastas de la naturaleza y el turismo a pie. Numerosas rutas se inician desde el pueblo que facilitan la exploración de los barrancos, cumbres y miradores que circundan la caldera. Uno de los caminos más populares conduce al Roque Nublo, donde los aventureros obtienen una de las panorámicas más espectaculares de Gran Canaria, que incluyen desde las cumbres hasta el océano.
Otra vivencia inigualable es recorrer el Roque Bentayga, donde se hallan vestigios arqueológicos que demuestran la relevancia religiosa de este sitio para los antiguos guanches. Las grutas excavadas en su cimiento y las inscripciones rupestres evocan la abundante herencia precolombina de la isla.