El Gobierno sigue braceando contra la corriente judicial en la que está atrapado. La declaración en el Tribunal Supremo de Víctor de Aldama y las bombas mediáticas que va detonando para demostrar el acceso privilegiado que poseía a altas instancias del Estado y del PSOE chocan con la estrategia diseñada por Moncloa y Ferraz. Desde los altavoces socialistas, no obstante, han virado en su discurso. Si bien siguen centrándose en minar su credibilidad, ya no caricaturizan al personaje –en un primer momento llegaron a compararle con el «pequeño Nicolás» o con «Mortadelo y Filemón»–, sino que han optado por tratar de desmontar sus acusaciones con datos. En esta estrategia confluyen con los intereses de José Luis Ábalos, con quien mantienen una suerte de pacto de no agresión, una vez han identificado que tienen un «enemigo común». Los socialistas han pasado de incriminar al exministro de Transportes con una auditoría interna a utilizar idéntico instrumento para exculparle de las últimas acusaciones del «nexo corruptor».
Mientras en público mantienen que existe «cero preocupación» por el contenido de la declaración de Aldama, en privado, fuentes socialistas, admiten que esto está suponiendo un importante quebranto para la organización y siguen demandando que presente «pruebas» contundentes de todas sus acusaciones. La estrategia es salir a la ofensiva. No en vano, el PSOE anunció ayer que iniciaría acciones judiciales contra el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, por asegurar que el partido estaba encubriendo la corrupción que le imputa Aldama. Mientras en Ferraz tratan de desvincularse del «nexo corruptor», él sigue demostrando el nivel de implicación y acceso que tenía también en la formación, con la fotografía publicada por «El Confidencial» que da testimonio de su participación en una reunión en la tercera planta de la sede socialista junto a José Luis Ábalos.
«Una foto es una foto» o una «foto descontextualizada», despachan en el Gobierno sobre la citada instantánea y apuntan inmediatamente al PP para tratar de desviar el foco, asegurando que están haciendo «uso político» de las acusaciones de Aldama. La hoja de ruta trazada por Sánchez consiste en erigirse, por encima del «ruido interesado», como víctima del acoso de la «derecha política, mediática y judicial». En su intervención a puerta cerrada ayer ante la Ejecutiva de su partido, el también líder del PSOE cargó contra la oposición que despliega el PP que, a su juicio, no es política, sino basada en alimentar una estrategia de acoso que también sostienen algunos medios de comunicación y algunos jueces. Sánchez trató de mostrarse «animado», según los presentes, y dibujando un «balance positivo» del primer año de gobierno en esta legislatura, sobreponiéndose, en una realidad paralela, al via crucis judicial que cerca al Ejecutivo. Sánchez trata de bunkerizarse frente a Aldama y el resto de frentes abiertos en los juzgados, pero en su partido comienzan a dar síntomas de desgaste. «No se puede despachar todo con que son bulos, fango e inventadas», dice un cargo socialista que mira con preocupación el devenir de los casos que ya pesan, aunque solo sea por acumulación.
Esta sensación de preocupación también se extiende extramuros del Partido Socialista. Algunos socios del Gobierno, que no están dispuestos a retirarle el apoyo, lamentan que toda la vorágine judicial está generando un clima que perjudica al espectro progresista y que permite que cunda la desafección de que «todos son iguales». Sin embargo, la mayoría de la investidura no parece que vaya a fisurarse por este frente. El pegamento del «lawfare» se torna muy potente para mantener prietas las filas y cuenta con la complicidad de los partidos independentistas o más a la izquierda, como Podemos, que también se dijeron víctimas en el pasado. No existen incentivos para dejar caer a Sánchez, pero esto no significa que no sean conscientes ni critiquen el desgaste que lleva aparejado. «Es un ruido que no ayuda», dicen desde la mayoría, donde consideran que la sensación de debilidad que trasmite el Gobierno también les permite seguir apretando para lograr sus intereses