En dos semanas, grupos africanos afiliados al Estado Islámico (ISIS, Daesh) han asesinado a 40 cristianos y quemado más de 80 casas en una decena ataques a aldeas de la República Democrática del Congo y Mozambique, según infotrmaciones difundidas por los propios terroristas a través de sus redes sociales.
La estrategia de islamización de África, mediante la utilización de la violencia, prosigue sin que, al menos hasta el momento, se haya organizado algún tipo de contraofensiva para defender a quienes, en el mejos de los casos, si logran huir, tienen que abandonar sus casas, tierras y ganado. Saben que, de no lograrlo, serán degollados por la sóla razón de profesar una fe distinta de la musulmana.
Occidcnte, en una estrategia suicida y ante la imposibilidad de combatir con eficacia a los yihadistas, hanoptado por sacar a las tropas que tenía destacadas en la zona tras una serie de golpez de estado sucesivos propiciados por Rusia, que busca afianzar su influencia en la zona y, de poaso, aprovecharse de las importantes reservas minerales, incluidas las de oro y uranio.
Moscú ha confiado la seguridad a los mercenadios de Wagner, cuyas atrocidades son denunciadas continuamente en las redes sociales, hasta por los propios yihadistas con una serie de notas insólitas: los asesinos denuncian que otros cometen asesinatos, como si tuvieran autoridad moral para hacerlo.
Además, como se ha puesto de manifiesto en las últimas operaciones antiterroristas, el Sahel africano, ahora bajo la órbita de Moscú, se ha convertido en un poderoso influjo para los que aspiran a convertirse en "soldados de Alá" y no hay que descartar que, en un futuro próximo, Europa tenga que enfrentarse a células del Isis entrenadas en los campam,entos de los que disponen los terroristas en la zona.
Mientras, siguen las matanzas de cristianos en un auténtico genocidio que nadie sabe o quiere detener en pleno siglo XXI.
