"De menor a mayor", "la realidad superó las expectativas". Con frases como estas los economistas describen el primer año de gestión de Hacienda del gobierno de Javier Milei, marcado por un duro ajuste fiscal que fue adelantado simbólicamente por el presidente en su campaña con la motosierra. Para 2025, y con base en las medidas ya adoptadas y en el proyecto de presupuesto, esperan una tónica similar.
Apoyado en medidas drásticas, el plan de estabilización obtuvo buenos resultados en materia fiscal. Logró superávit fiscal por primera vez en muchos años entre enero y septiembre y registró una caída de la inflación del 25,5 por ciento mensual en diciembre de 2023 a 2,7 por ciento en octubre de este año (con extremos de 2,2% en Cuyo y de 3,2% en la Patagonia). La inflación núcleo -el aumento de precios de bienes y servicios que no están sujetos a regulación ni a estacionalidad- fue del 2,9 por ciento y la de la canasta básica alimentaria, de un 1,4 por ciento.
"Eran pocos los que esperaban que llegáramos a este momento con estos niveles de inflación. La esperada era bastante superior y las previsiones fueron recortándose todo el tiempo. Claramente, el objetivo principal del Gobierno era bajarla y es el principal resultado que ha podido mostrar; está toda la política macroeconómica con ese objetivo, montada sobre el ancla fiscal y el ancla cambiaria. Y le salió bien", sintetiza Elisabet Bacigalupo, responsable del Equipo Macroeconómico de la consultora Abeceb.
El riesgo país también se redujo -de 2.100 puntos en enero a 1.280, en octubre y 750 en noviembre-, pero organismos internacionales, como el Banco Mundial, apuntan que continúa siendo uno de los más altos de la región. De todas formas, el comportamiento del indicador elaborado por el banco JP Morgan es positivo para el país. "Hace dos meses, con una brecha al 50 por ciento, la discusión era cuándo se iba a eliminar el cepo y si iba a haber un salto devaluatorio, ahora se corrió totalmente el eje de esa discusión y estamos hablando de si el riesgo país puede perforar los 600 puntos básicos y el Soberano volverá a colocar deuda", refuerza Bacigalupo.
En octubre se puso en marcha un programa de blanqueo de capitales cuya respuesta fue vista con satisfacción por los funcionarios de Economía. "Hoy se termina la primera etapa del proceso de Regularización de Activos. El monto declarado en efectivo hasta el día de ayer fue de 20.085 millones de dólares. Adicionalmente, se declararon 2.432 millones de dólares por otros conceptos. Muchas gracias a todos los argentinos que han confiado en este profundo cambio de rumbo económico, político, cultural e institucional que el presidente @JMilei está llevando a cabo", expresó el ministro de Economía, Luis Caputo, en su cuenta de la red social X, la plataforma más usada por el Gobierno para anunciar y defender sus políticas.
En los hechos, los cambios en Economía comenzaron poco antes de 2024, una vez asumido el presidente, con el envío al Congreso del proyecto "Ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos", que junto con la Ley de Medidas Fiscales Paliativas y Relevantes (conocida como "Paquete fiscal") tuvieron seis meses de un camino lleno de controversias.
La Ley Bases -como se popularizó- incluyó una importante delegación de facultades legislativas al Poder Ejecutivo, así como modificaciones en el sistema tributario y cambios en las relaciones laborales y las políticas de inversión.
"Entre lo más destacado, se simplificó la registración laboral, y se redujeron los riesgos de juicio laboral por presunción de relación laboral no registrada", recalca Juan Pablo Ronderos, socio y economista de MAP Latam. "El RIGI no tuvo mucho impacto en 2024, pero es positivo para generar seguridad jurídica y mejorar las condiciones de inversión", agrega.
Además del blanqueo de capitales, el paquete tuvo otros tres pilares, resume el tributarista Fernando López Chiesa, socio en Lisicki, Litvin & Asociados. Cita, en primer lugar, el restablecimiento de la cuarta categoría del impuesto a las Ganancias -que grava los ingresos de los trabajadores en relación de dependencia-, la cual fue eliminada en 2023 durante la gestión de Alberto Fernández y que había dejado afuera del tributo a 800.000 personas, según dio a conocer el Gobierno en aquella oportunidad. La alícuota para los asalariados es progresiva: del 5% al 35%, según el nivel de ingresos.
También -continúa-, se introdujeron cambios en el Impuesto sobre los Bienes Personales con un aumento del mínimo no imponible (de $ 27 a $ 100 millones) y nuevas alícuotas.
Asimismo, recuerda que se introdujo un Régimen Especial de Ingreso del Impuesto sobre los Bienes Personales (REIBP), un esquema optativo y voluntario que establece que los contribuyentes que se adhieran podrán pagar el impuesto correspondiente a los períodos fiscales 2023 a 2027 de manera unificada, con una alícuota proporcional del 0,45% sobre el total del patrimonio, que subía al 0,5% para los bienes ingresados en el blanqueo. Medida que, opina López Chiesa, "marcó una estabilidad fiscal para los que se sumaron a ese régimen".
El paquete fiscal -añade- contempló la modificación de escalas para los monotributistas, por lo que la facturación tope para mantenerse en el régimen impositivo simplificado se elevó significativamente, y se derogó el impuesto a la transferencia de inmuebles (ITI), que gravaba con 1,5 por ciento la transferencia de las propiedades que no calificaban como casa-habitación. "Hoy terminamos con el ITI, un impuesto nefasto a las transferencias inmobiliarias, que estaba vigente desde el 1991", escribió Caputo en su cuenta de X tras la aprobación.
Sobre el peso dispar de estas medidas, López Chiesa afirma: "Muchas generaron cierta recaudación, algunas eran para sincerar cuestiones como indicadores de la economía, y otras eran para actualizar montos, valores o escalas, cuya readecuación era necesaria para que tuvieran vigencia con los valores de la economía actual".
Las jubilaciones llegaron a comienzo de año muy deterioradas, debido a la aceleración inflacionaria, iniciada en 2017 y profundizada a fines del año pasado, según destacó la consultora Idesa. En marzo de este año, sin considerar el bono, eran un 23 por ciento inferiores en términos reales respecto del promedio de 2023 y un 50 por ciento inferiores respecto del promedio de 2017.
Sobre esa base, se comenzó a definir un cambio en la movilidad que enfrentó al Congreso con el Ejecutivo. En marzo, Milei derogó, a través del DNU 274/24, la Ley 27.609, de 2021, que tomaba como criterio para la fórmula de movilidad la evolución de los salarios, de acuerdo con la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE). En su lugar, estableció la actualización mensual (en reemplazo de la trimestral) por la inflación existente al momento de la liquidación del haber. La medida mejoró los haberes en relación con el piso del primer trimestre; pero en el trimestre septiembre-noviembre de 2024, están por debajo del poder adquisitivo del mismo período del año pasado. "El cambio en la movilidad jubilatoria permitió congelar la licuación que habían sufrido las jubilaciones entre 2019 y 2023 y eso explica el 60 por ciento del superávit fiscal", considera Jorge Colina, presidente de Idesa.
En junio, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley para modificar la fórmulay finalmente tuvo doble sanción y fue aprobada; sin embargo, en septiembre Milei la vetó. La propuesta mantenía el esquema de actualización por inflación implementado por decreto, pero incorporaba una suba adicional para compensar la inflación del 20,6 por ciento de enero y tenía en cuenta la evolución de los salarios.
A diferencia de Colina, Camilo Tiscornia, director de C&T Asesores Económicos, considera que el superávit logrado es una conquista que responde a un esfuerzo más que a otro tipo de circunstancias favorables. "Fue un hito fundamental y sumamente importante", calificó. Y rememoró: "La capacidad que tuvo el Gobierno de persistir en la disciplina fiscal fue un hecho clave, porque, a comienzos de año, cuando ya se mostraba equilibrio fiscal la duda era si se mantendría en el tiempo. Podía ser transitorio por falta de pago a Cammesa, por la nueva fórmula de jubilaciones, por la suspensión de la obra pública, pero ya han pasado entre nueve y diez meses con este resultado fiscal y los números siguen estando bien". Tiscornia destaca que la disciplina también fue monetaria, porque el Gobierno frenó la emisión.
Por su parte, Emiliano Anselmi, economista Jefe de PPI, considera que el Gobierno se está guardando un as bajo la manga. "Los subsidios económicos van a terminar este año en 1,5 del PBI, el Gobierno tiene lugar para hacer un ajuste con los subsidios al transporte, a la energía. Hemos visto que a Milei no le tiembla el pulso en vetar cualquier proyecto de gasto así sea nimio", reflexiona.
La actividad económica tuvo una fuerte contracción en los primeros meses de Gobierno y algunas proyecciones arrojan que podría ser del 3,5 por ciento en el promedio anual. "Gran parte de la caída se dio en diciembre del año pasado", recuerda Anselmi. "Para ser específicos, la actividad venía cayendo desde septiembre del año pasado; 0,4 por ciento, en septiembre; 0,9 en octubre; 1,4 por ciento en noviembre, y 4,5 por ciento en diciembre. Son caídas muy fuertes en términos mensuales", enumera Anselmi.
El economista afirma que se puede dividir el año en dos, respecto de este indicador. "Cayó muy fuerte en la primera mitad del año, se profundizó la recesión que ya traíamos desde septiembre, y el último mes en el que cae es junio; en julio, habría rebotado", define. Igualmente, aclara que "no es un rebote furioso, pero sí muestra un crecimiento mensual chiquito desde agosto". "La perspectiva es que lo peor ya pasó y para 2025 es que venga una recuperación, probablemente para recuperar el terreno perdido en 2024, con una suba del PBI que pueda estar por encima del 3 por ciento", completa.
Esa recuperación traería aparejada otra ventaja. "Si pensamos que el PBI se va a recuperar el año que viene, cabe esperar que la recaudación acompañe", pronostica Anselmi.
Para el Banco Mundial, la actividad económica podría crecer un cinco por ciento en 2025, impulsada por lo que considera "condiciones climáticas mejoradas, inversiones en el sector energético y la normalización de la producción agrícola". En ese sentido, recuerda que la economía se contrajo en un 1,6 por ciento en 2023, "debido a desequilibrios macroeconómicos persistentes y a una severa sequía que provocó una disminución del 26 por ciento en la producción agrícola respecto del año anterior".
Respecto de la actividad agrícola de 2024, el economista Tomás Rodríguez Zurro, analista de Mercados de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR), califica a la recuperación de la producción como "muy impactante, en términos de producción". "El año pasado hubo cerca de 80 millones de toneladas de producción, este año fueron 132 millones de toneladas, se ganaron 50 millones de toneladas de granos", describe. Y aclara: "A pesar de que cayeron los precios internacionales respecto del año pasado, y no se sintió tanto en ingreso de dólares, fue un boom en cuanto a actividad, significó más uso de flete, mayor comercialización, acopio, más actividad en los puertos y demás".
Rodríguez Zurro apunta que el resultado fue dispar si se compara la cosecha gruesa y la fina. Esta última se registra en diciembre, pero el impacto en la actividad se produce en los primeros meses del año siguiente. En el caso de la de diciembre de 2023, había sufrido por la lluvia tardía, lo que determinó que se redujera el área sembrada, fundamentalmente de trigo, que tuvo una producción de 14,5 millones de toneladas. "Fue una mejora respecto del año previo, que había sido el de la sequía histórica y hubo 11 millones de toneladas, pero tampoco fue una mejora sustancial ni una recuperación en relación con lo que la Argentina produce históricamente", señala.
Según datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), en julio hubo una destrucción de empleo de 9.000 puestos de trabajo en el sector privado formal. "Entre septiembre y julio, el periodo estuvo caracterizado por una pérdida de empleo muy fuerte en este sector, de 181.000 puestos", indica Anselmi y precisa que el peor mes fue enero, con una caída de 37.000 puestos; seguido por una de 25.000 en marzo.
"No hay creación de empleo, pero sí veo que se corta la sangría", dice el economista Jefe de PPI, quien también marca que hubo asimismo un deterioro en la calidad del empleo, con un crecimiento del monotributo en 127.000 puestos. "Fue una caída dura, pero creo que lo peor ya pasó", asume y admite que se puede prever un estancamiento, pero no "un boom de creación".
Según un artículo de Marcos Cohen Arazi, de la publicación Novedades Económicas, de la Fundación Mediterránea, de noviembre, "la producción se recompone principalmente en sectores de bajo aporte al empleo". El documento señala que, de los 14 principales sectores de actividad, apenas cinco están por encima del nivel de actividad de 2023 y tienen una recuperación promedio ponderada (de acuerdo al peso que tienen en el PIB) de 3,7 por ciento. "Por su parte, los nueve sectores de actividad restante, aún se encuentran por debajo del nivel de actividad de 2023 y tienen una caída promedio ponderada de 5,1 por ciento", añade.
Los sectores que exhibieron crecimiento a agosto fueron Pesca (17%); Minería (6%); Agro (4%); Electricidad, Gas y Agua (2%) y Enseñanza (1%). Todos ellos, representan -indica- el 15% del empleo privado. Como contracara, cayeron los siguientes sectores: Construcción (-18%); Comercio (-8%); Industria Manufacturera (-7%); Hoteles y Restaurantes (-4%); Servicios de Comunicación, Sociales y Personales (-4%); Transporte, Almacenamiento, Comunicaciones (-3%); Intermediación Financiera (-1%); Actividades Inmobiliarias, Empresarias y de Alquiler (-1%) y Servicios Sociales y de Salud (-1%). Estos -señala el documento- explican el 85 por ciento del empleo privado restante.
"Esta dualidad en el desempeño de los sectores productivos señaliza las dificultades que también comienzan a aflorar en el mercado laboral (y que podrían profundizarse), y apoya la idea de que la recuperación económica seguirá siendo lenta, debido a que está centrada en sectores con menores impactos en la masa salarial y posterga el crecimiento de actividades económicas vinculadas al consumo masivo", concluye el documento elaborado por Cohen Arazi.
Gustavo Reyes, investigador del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL), de la Fundación Mediterránea, avizora para 2025 un panorama similar al del año que está terminando. Alude, por caso, a perspectivas del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) y a pronósticos del FMI, que preanuncian una caída fuerte de la inflación. "El Fondo Monetario dice que el año que viene será del 45%. Para nosotros, será bastante menos, cerca del 28%. Supongamos que fuese del 45 por ciento, la caída de 120% de este año a 45% es muy importante", ilustra.
Reyes considera que un ítem al que no le fue muy bien este año -el de la actividad económica- podría tener una significativa recuperación. "Este año caerá más o menos entre tres y cuatro por ciento, pero hay quienes prevén que el año próximo podría crecer entre cuatro y cinco por ciento. Si optamos por un pronóstico muy conservador, de sólo tres puntos de crecimiento, la diferencia son seis puntos de mejora", grafica.
Para Bacigalupo, lo sucedido este año permite pensar en 2025 en términos optimistas. "Hay tres cosas que destacaría más allá del comportamiento puntual de algunas variables. Creo que el hilo conductor es que los resultados macroeconómicos en los distintos planos, tanto fiscal, como inflacionario, incluso en el sector externo, fueron superiores a lo que se esperaba. La realidad superó las expectativas", explica. "Eso es importante porque moldea el comportamiento hacia adelante. La formación de expectativas para los agentes económicos es clave", destaca.
Sobre la evolución de los indicadores macroeconómicos, enumera: "Vemos que el año que viene se va a transitar sin salto devaluatorio, con el mantenimiento de las restricciones cambiarias, pero que se irá ablandando progresivamente. O sea, habrá cepo por más tiempo, pero se irá regulando de a poco". Y continúa: "Nuestra proyección es que la inflación estará entre 25% y 30% anual; la actividad económica, después de caer entre 3,9% y 3% podría rebotar entre 4% y 4,2%, y el tipo de cambio oficial no iría más allá de $ 1300 a fin del año que viene".
En lo relacionado con la actividad agrícola, Rodríguez Zurro advierte que impulso de la fina viene con una mejora respecto del año pasado. "Hoy estamos previendo una producción de trigo de 18,8 millones de toneladas, más de cuatro millones de toneladas, o sea, un 30 por ciento superior de lo que se tenía el año pasado", precisa.
El economista apunta que el consumo interno de trigo es muy estable y que para la producción de harina se demandan seis millones de toneladas, por lo que el resto irá directamente a la exportación, en un buen momento para ello. "Argentina es competitiva en términos de precios. Como falta un poco de trigo en el mundo, porque alguno de los países productores tuvo problemas por falta de lluvias, entendemos que Argentina tendrá un buen desempeño exportador en cuanto al trigo en los primeros meses del año", anticipó.
En tanto, respecto de la cosecha gruesa, la chicharrita -el insecto que atacó el maíz- hizo que los productores tuvieran reticencias a la hora de sembrar semillas en épocas posteriores a las habituales y se volcaron a la soja, asegura. "Hoy, estamos previendo una producción de soja que podría rondar los 53 millones de toneladas, un máximo en varios años para Argentina, porque el área sembrada de soja venía cayendo año a año, y el que venía absorbiendo esa disminución era el maíz", explica.
El economista apunta que las lluvias de octubre por encima del promedio, paliaron un invierno y una primavera muy secos, por lo que las expectativas son positivas.