El trasplante renal es una intervención médica que ha transformado la vida de miles de personas con insuficiencia renal crónica, ya que esta opción terapéutica no sólo mejora significativamente la calidad de vida, sino que también aumenta la esperanza de vida de los pacientes al restablecer la función renal normal.
Ronald Valdez Imbert, médico nefrólogo y coordinador del Departamento de Nefrología de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que, con los avances médicos actuales, el trasplante renal se ha convertido en un procedimiento seguro, tanto para el donante como para el receptor, gracias a las innovaciones tecnológicas, medicamentos inmunosupresores y un seguimiento posoperatorio exhaustivo que garantizan la longevidad del trasplante.
La cirugía
El trasplante renal consiste en una cirugía en la que se implanta un riñón de un donante sano en el cuerpo de un paciente cuya función renal ha fallado, el cual puede provenir de un donante vivo (relacionado o no relacionado) o de un donante fallecido.
Su principal objetivo es restaurar la función renal para que el paciente no dependa de tratamientos como la hemodiálisis o diálisis peritoneal; y pueda llevar una vida activa y saludable.
El procedimiento está indicado principalmente para pacientes con insuficiencia renal crónica avanzada o aquellos que ya están en diálisis.
Esta enfermedad suele ser causada principalmente por condiciones como diabetes (es una de las principales), hipertensión (la presión arterial alta daña progresivamente los riñones) y enfermedades glomerulares (ejemplo la glomerulonefritis, que afecta la capacidad de los riñones para filtrar desechos), entre otras. En estos casos, el trasplante renal es la mejor opción para mejorar la calidad de vida y aumentar la supervivencia del paciente.
El especialista precisa que el proceso de trasplante se divide en varias etapas fundamentales, iniciando por la evaluación del paciente (pretrasplante), aquí tanto el receptor como el posible donante deben someterse a una evaluación exhaustiva que incluye pruebas de laboratorio, estudios de imagen y una revisión detallada del historial médico. Esta es crucial para garantizar que el paciente sea apto para recibir el trasplante y que el donante, si es vivo, esté en condiciones óptimas para donar. Luego se realiza la obtención del riñón; en el caso de un donante vivo, la extracción y la cirugía de trasplante se programan simultáneamente, mientras que cuando el donante es fallecido, el riñón se asigna a un paciente en la lista de espera que sea compatible y la intervención se realiza de inmediato para minimizar el tiempo que el órgano pasa fuera del cuerpo.
Posteriormente se procede con la cirugía de trasplante. Por último, está el cuidado posoperatorio (postrasplante); luego de la cirugía, el paciente es monitoreado cuidadosamente para detectar signos de rechazo del órgano y asegurar que el riñón funcione correctamente. Los medicamentos inmunosupresores se inician previo a la cirugía para evitar que el sistema inmunológico ataque el nuevo riñón.
Si un paciente opta por un trasplante de un donante fallecido, será colocado en una lista de espera tras la evaluación. Valdez destaca que la espera puede variar dependiendo de factores como la compatibilidad, la disponibilidad de órganos y las necesidades médicas del paciente. Este proceso puede durar meses o incluso años, por lo que el monitoreo constante es clave mientras el paciente sigue recibiendo diálisis.
Los riesgos
El profesional puntualiza que, como cualquier procedimiento quirúrgico, el trasplante renal conlleva ciertos riesgos, aunque los avances médicos han disminuido significativamente las complicaciones. Algunos de los riesgos incluyen rechazo del órgano; a pesar del uso de inmunosupresores, siempre existe la posibilidad de que el cuerpo rechace el nuevo riñón, el cual puede ser agudo (inmediato) o crónico (a largo plazo).
Las infecciones es otro de los riesgos, esto se debe a que los medicamentos inmunosupresores, necesarios para evitar el rechazo, debilitan el sistema inmunológico del paciente, aumentando su susceptibilidad a infecciones. Asimismo, pueden ocurrir las complicaciones quirúrgicas, ya que en este procedimiento como en cualquier cirugía, pueden surgir problemas como sangrado, formación de coágulos o complicaciones en la conexión de los vasos sanguíneos y el uréter a la vejiga.
Otro de los riesgos, son los efectos secundarios de medicamentos, ya que los inmunosupresores pueden tener efectos secundarios, como hipertensión, diabetes o aumento del riesgo de ciertos tipos de cáncer. Por eso, el paciente debe someterse a monitorizaciones periódicas para ajustar las dosis y detectar problemas a tiempo.
Beneficios
A pesar de los riesgos, el trasplante renal ofrece enormes beneficios para los pacientes con insuficiencia renal crónica, citando una mejora en la calidad de vida, ya que pueden llevar una vida más activa, sin las limitaciones de la diálisis.
Los pacientes con un trasplante renal exitoso suelen vivir más tiempo que aquellos que permanecen en diálisis a largo plazo, ya que tras un trasplante exitoso, el riñón nuevo filtra mejor la sangre y disminuye substancialmente los riesgos cardiovasculares, también los pacientes pueden liberar el tiempo y la energía que antes dedicaban a las sesiones de diálisis.
A diferencia de los pacientes en diálisis, aquellos que han recibido un trasplante suelen tener más flexibilidad en su dieta. Mientras que los donantes renales pueden llevar una vida completamente normal con sólo un riñón, siempre y cuando mantengan un estilo de vida saludable.
Equipo médico especializado
Cedimat cuenta con un equipo médico y de enfermería altamente capacitado y con experiencia en trasplantes renales, para proporcionar atención integral y personalizada a cada paciente, ofreciendo todas las respuestas necesarias sobre el trasplante renal.
La combinación de tecnología avanzada y cuidados médicos expertos asegura que los pacientes trasplantados tengan una vida plena y saludable.
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