Oriol Junqueras ha ganado. «Lo ha vuelto a hacer», en terminología independentista. Se hace de nuevo con la presidencia, pero, a diferencia de los congresos anteriores donde era elegido sin oposición, ahora liderará un partido dividido y con las heridas sangrantes. No parece que haya peligro de escisión, como ha padecido ERC en diversas ocasiones, si bien, conviene no olvidar que las dos almas del partido malconviven. Por un lado, Junqueras, que defiende la transversalidad ampliando la base de un partido que debe ser independentista, pero con un marcado cariz de izquierdas, apostando por la gobernabilidad de España y marcando líneas rojas con la derecha de toda la vida por mucha coincidencia que haya en el objetivo de hacer a Cataluña un nuevo estado de Europa. Por otro, Godàs, Rovira o Aragonés, que quieren un partido en el que el eje nacional centre su estrategia y donde los acuerdos con la izquierda sean una mera táctica para alcanzar la independencia. El nuevo presidente tiene todos los frentes abiertos. Internos y externos. Tiene que ponerse manos a la obra porque la siguiente parada de su trayecto es su candidatura a la presidencia de la Generalitat. Estos son sus retos más inmediatos.
Recoser el partido
Los primeros pasos serán importantes y se verá la disposición de «ir todos juntos» para «hacer de ERC un partido grande», como dijo la noche del sábado. La formación está dividida, con una militancia herida y sin ilusión. «Recoser» es la palabra más utilizada, un mantra que haga posible superar estos meses de lucha cainita. La primera decisión que debe tomar Junqueras es nombrar o confirmar a sus líderes parlamentarios para que sean su voz en las Cámaras, habida cuenta de que no es diputado. En Madrid, Gabriel Rufián seguirá al frente del grupo en el que Junqueras cuenta con el apoyo de 5 de los 7 diputados. La incógnita es el papel futuro de la número dos, Teresa Jordà, y de la diputada Pilar Valluguera, que se posicionó contra los acuerdos con el PSC.
En Barcelona, nadie duda de la salida de Josep María Jové como presidente del grupo, aunque parece que la portavoz, Marta Vilalta, será confirmada en el cargo, a pesar de encuadrarse con el grupo perdedor. El sustituto de Jové –que los junqueristas consideran un traidor– se da por hecha, aunque en estos meses la convivencia entre los dos grupos se fraguó con guante de seda. Junqueras está en minoría en el grupo del Parlament y el presidente surgirá de su núcleo de apoyo en el que figura Joan Ignasi Elena, exdiputado socialista, y un hombre de su máxima confianza. En este recoser el partido, Junqueras debe recuperar la confianza e inyectar entusiasmo a su decepcionada militancia y a los cuadros. Esta tarea debe hacerse sin prisa, pero sin pausa, para poner a la organización en tensión para afrontar el proceso electoral de las municipales porque 2023 fue un completo desastre y un aviso de lo que se avecinaba.
Gobierno de Madrid
Esquerra debe afinar su papel con el PSOE, mirando siempre con atención a los movimientos de Junts. Oriol Junqueras está dispuesto a negociar los Presupuestos siempre que Pedro Sánchez cumpla sus compromisos y deje un espacio a los republicanos que les permita recuperar el protagonismo perdido en manos de los de Puigdemont. No es tarea fácil, pero evitar un gobierno de PP y Vox es un aliciente, y evitar una contienda electoral –con un partido en las raspas– es una necesidad. Pedro Sánchez deberá, de nuevo, centrar la atención en ERC –dándoles mimos que auspicien un nuevo protagonismo–, y la foto con Junqueras se antoja inminente para centrar las bases de los posibles nuevos acuerdos con el tema estrella de la financiación singular.
Cataluña
En Cataluña, ERC debe definir su perfil, ahora totalmente difuminado. Debe encontrar la forma de hacer oposición a Salvador Illa y, al tiempo, tender puentes para afianzar la legislatura, apoyando nuevos presupuestos. Hasta ahora, las críticas al Govern son puro seguidismo de Junts sobre «la españolización» –supuesta– de la Generalitat en materias como emergencias porque las alertas las recibirán además de los Mossos, la Guardia Civil y la Policía Nacional; o el aceite de oliva, por el apoyo de Illa al aceite de Jaén. En este nuevo papel, ERC debe ponerse las pilas en la negociación de la financiación autonómica porque si bien Pedro Sánchez tiene la llave, Junqueras sabe que Salvador Illa es la mano que mece la cuna y para alcanzar los objetivos ERC debe garantizar la estabilidad del Govern. En conclusión, todo un Sudoku.
Amnistía
El nuevo líder sabe que con un Gobierno de la derecha sus opciones de lograr la amnistía total se le alejarían. Su gran meta es ser candidato a la Generalitat y para ello debe dar estabilidad a Sánchez y esperar el pronunciamiento del Tribunal Constitucional. Hoy por hoy sigue inhabilitado y no puede presentarse a las elecciones, lo que es un acicate para sostener a Salvador Illa y dar estabilidad a Pedro Sánchez.
Barcelona
Junqueras da por hecho que los republicanos entrarán en el Ejecutivo de Jaume Collboni. En estos días de campaña así lo afirmó, pero puso una condición: renegociar el acuerdo. Está por ver en que constará esta renegociación que liderará su número dos y secretaria general del partido, Elisenda Alamany.
