Desde que saltara a la fama a mediados de la década de los 90 siendo un veinteañero que tenía muy claro su sitio en la comunicación, la trayectoria de Jordi Cruz ha estado marcada por el efecto nostalgia que surge en el espectador con el paso de los años. Sus primeros signos de popularidad se dieron entre el público infantil mientras presentaba 'Club Disney' y demostraba que tenía lo necesario para ponerse al frente de otro formato que le cambió la vida. Entonces no esperaba que su «¡Hola, artemaníacos! Esto es ' Art Attack ', el programa de manualidades que te demuestra que no hay que ser un gran experto para ser un gran artista» le perseguiría hasta ahora, pero para él es todo lo contrario a un sambenito. «Mi carrera no es una de la que te vayas arrepintiendo de cosas, al revés, lo que he hecho me ha formado como persona que conecta con un público. Sería absurdo no querer hablar de 'Art Attack'», expresa Jordi cuando se cumplen dos décadas del final del programa de manualidades que le convirtió en las 'manos de España'. El éxito nunca cambió su mentalidad y no se cerró, alejado de la televisión a otras oportunidades. «En mi caso mi profesión es ser comunicador y lo que hago es porque me siento identificado y orgulloso», dice quien se estrenaba en los últimos meses en un registro distinto a los que se le recuerdan. El comunicador era elegido, por la conexión que tiene con el público, para protagonizar la campaña publicitaria española del último juego de 'Call of Duty: Black Ops' junto a Wallapop. Ambientada en los 90, 'Las Cintas Secretas' sumergían al espectador en una trama de espionaje que proponía a los usuarios buscar cintas de vídeo a través de la aplicación. «Si no me hubiese reconocido no hubiese aceptado. Me he sentido muy a gusto porque había calidad dentro de la producción y cuando hay un concepto trabajado te dejas llevar», reconoce. Sobre el proyecto ha conversado con ABC en una entrevista en la que también ha recordado lo que supuso para él el hito televisivo infantil y se ha sincerado acerca de su vida después de la fama. Cuando el director de 'Art Attack' le dio vía libre para hacer lo que quisiera, Jordi Cruz supo que marcaría entonces un antes y un después en la televisión con su estilo gamberro. «Fue una experiencia laboral maravillosa y enriquecedora porque me iba a Inglaterra a grabar con un equipo fantástico que me lo pasaba muy bien, y al final llegaba al público. Me siento muy orgulloso de haber hablado al público infantil de forma normal», reconoce quien se sorprendió al recoger años después el fruto que allí sembró. «Lo que nunca llegué a imaginar es que ese programa calaría tanto y que después ese cariño volviese en forma de toneladas de afecto y esa frase de 'has formado parte de mi infancia'», cuenta. Aunque era una estrella entre los niños, en realidad nunca sintió que era un ídolo de masas. «Yo era consciente de que lo que estaba haciendo era un programa infantil y no me sentía ni más famoso ni más reconocido. Esta parte de reconocimiento nunca la noto real», confiesa. A pesar de su fama, siguió confiando en él mismo en el momento en que dejó de estar en el foco mediático. «Pasa que a veces se relaciona el estar en activo con tener un público masivo. Y yo pasé muchos años en Mallorca haciendo un programa que sólo se escuchaba allí y me sentía realizado. Nunca me ha importado el alcance o la audiencia», afirma quien reconoce que «es más fácil transitar en el mundo de la comunicación cuando ya has tenido un momento maravilloso». Como segura, «la espinita de éxito ya la tengo quitada». Sin embargo, no estar tan presente ante el público le llevó incluso a hacer frente a su propia muerte por el fallecimiento del presentador de 'Art Attack' en Latinoamérica. «A mí a día de hoy me siguen mandando mensajes de que pensaban que estaba muerto y yo me los tomo en plan divertido. Lo de que la gente me haya olvidado o no nunca me ha importado. Yo he seguido haciendo mi vida, viviendo experiencias, he perdido a mis padres pero también he ganado muchas otras cosas. Siempre he intentado que la vida vaya primero que el trabajo», se sincera. En el presente, Jordi Cruz ha encontrado en redes sociales la mejor manera de seguir cerca de sus fans y del público con las manualidades y siendo auténtico. «Reivindico que lo que te gusta lo sigas haciendo. Hay gente que dice 'no sabes hacer otra cosa'. Bueno, es que si me gusta hacer algo por qué lo voy a dejar de hacer», dice. A su hobby le ha puesto una cámara delante e invita a sus 'artemaníacos' a hacer manualidades que adapta a todo el mundo y que cuentan con muchas visitas. Pero no todo es positivo en su éxito en redes sociales. Hace unas semanas, el presentador compartía una fotografía con su última compra de coleccionismo y comenzó a recibir críticas, juicios e insultos relacionados con su edad. «Tú me puedes poner 'me parece inmaduro comprarse un peluche con 48 años, pero haz lo que quieras' y no hay ningún problema», pero cuando todo tornó al odio respondió con una broma que le convirtió en viral. «Pensé: '¿por qué tengo que estar bloqueando cuando me están haciendo 'bullying'?'» y terminó dando visibilidad a una realidad. «Me encanta que la gente haya entendido que 'Jordi Cruz El Bueno' también puede ser faltón desde la gracia, y me encanta haber puesto encima de la mesa el que hagas lo que te de la gana con la edad que tengas mientras no le estés haciendo daño a nadie», dice reivindicando que «la edad no tiene que limitar en nada. Comprarme un peluche no tiene que ver nada con la inmadurez». Jordi tiene en casa muchas tazas y muñecos y ha logrado que mucha gente se sienta representada. «He recibido mensajes de gente que dice que se compra cosas y pide que se las envuelvan porque les da vergüenza llevarlas, y han dicho '¿por qué me tengo que esconder?'». El presentador siempre ha llevado por bandera afrontar así las críticas. «Intento discutir lo menos posible con el universo, disgustos los mínimos. Todo en esta vida te puede dejar una lección, el tema es que quieras intentar verla. Es crecer con un propósito de ser mejor persona de lo que fui ayer», expresa mientras piensa ya en lo que pueda venir en el futuro. «Me encanta que puedan ocurrir cosas, y a veces surgen y a veces no y no por ello es un fracaso. Lo que ha definido mi carrera han sido llamadas de teléfono que me han cambiado la vida. Así que sigan habiendo esas llamadas que proponen proyectos alucinantes. Yo no dejo de soñar en que pueda pasar».