Muchas han sido las monedas que han circulado en España a lo largo de la historia. Actualmente el euro, que se instaló en 2002 y dejó atrás la peseta, la cual durante décadas estuvo presente en nuestro país. Pero la numismática española es amplia, destacada y ha servido de referencia a otros países del planeta durante siglos. El mayor ejemplo quizás fue el auge del Imperio español, y ahora esas divisas, aunque hayan quedado antiguas, son auténticas reliquias y tesoros históricos que están guardados en museos y por coleccionistas. Una de las primeras según los registros sirvió, por ejemplo, de inspiración para la llegada del dólar estadounidense, además de dominar el mundo entero o influir en la libra esterlina y el yuan chino.
Las varias monedas oficiales que ha tenido España a lo largo de su historia es un reflejo de la evolución política, económica y social de nuestro país con el paso de los siglos. Las primeras divisas que circularon por territorio español fueron la dracma o el shekel, que fueron introducidos por los asentamientos de los griegos y fenicios. Estas no solo supusieron una mejora en el comercio, sino que sirvieron como puentes culturales y económicos a través del Mediterráneo. También destaca el denario romano, que se convirtió en la moneda de la economía peninsular.
Con la llegada de los musulmanes, muchas culturas diferentes estuvieron dentro de la Península Ibérica, y la diversidad cultural también se vio reflejada en el sistema monetario, con la introducción del dinar y el dírham, de oro y plata respectivamente. Esto fue un reflejo del poderío islámico y la influencia de Al-Ándalus, también con las complejas redes comerciales con el norte de África.
La autoridad de estas monedas islámicas empezó a caer con la Reconquista, y los reinos cristianos desarrollaron sus propias monedas para sentenciar su independencia del islam. Fruto de ello fue el Maravedí, introducido por los musulmanes como una moneda de oro y posteriormente adaptado por los reyes cristianos. Su origen data del siglo XIII, y según los estudios, tomó su nombre del morabetino de oro (acuñado por los cristianos a imitación de la moneda áurea musulmana coetánea) y de un posible maravedí de plata. Aunque estuvo circulando en España hasta 1847, lo cierto es que su uso había decaído muchos años antes.
Con el fin de la Edad Media y la llegada de la Edad Moderna, comenzó a tomar importancia el Real, introducido en 1369 por Pedro I de Castillo. Existían reales de oro y de plata, y en 1480, los Reyes Católicos fijaron su valor en 31 maravedíes, que años después serían 34. Luego, con Felipe II, se acuñaron los escudos, con un valor de dieciséis reales.
Con la "Pragmática de Medina del Campo" de 1497, la reforma monetaria que instruyeron Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, se había establecido el Real como la unidad de pago, y se definió además otras monedas de plata, que eran submúltiplos del real. Y de ahí apareció el "real de a ocho", que equivalía a ocho reales. Es a partir del siglo XVI, con la expansión colonial, cuando esta divisa empezó a popularizarse, con los reinados de Carlos I y Felipe II.
En sus primeras ediciones, esta moneda de finales del siglo XV mostraba el escudo de armas, y más tarde incluiría elementos con el "Plus Ultra" o las columnas de Hércules. Su material era de plata de alta pureza, de aproximadamente 25,5 gramos de plata al 93% de pureza. Pero se trató así de la primera moneda de uso internacional, gracias a la expansión del Imperio Español, que provocó que esta divisa fuera utilizada en Europa, América, Asia y África por su valor estable y confiabilidad.
Junto a la Onza, la moneda de oro, el real de a ocho conformó el sistema bimetalista de la Monarquía española. Era acuñada en América, especialmente en México, Potosí (Bolivia), Lima (Perú) y otras ciudades coloniales, y fue la moneda preferida del comercio internacional, especialmente con Filipinas en Asia o socios europeos. Asimismo, se trató de una de las monedas más saqueadas, puesto que grandes cantidades circulaban en galeones españoles.
Su estandarización y valor inspiraron el diseño y la adopción de monedas nacionales de otros países, en especial, del dólar estadounidense (introducido en 1792 que se basó en el real de a ocho en términos de tamaño, peso y composición). De ahí que fuera conocida como el "dólar español". También tuvo influencia en Reino Unido, ya que fue ampliamente aceptada por los británicos y con su equivalencia a cuatro chelines y nueve peniques, mantuvo su valor en tiempos de crisis, lo que aumentó su uso en el comercio inglés. En China, por su parte, fue extremadamente popular y se utilizó como base para el diseño de monedas locales como el yuan.
También llegaría a Australia, pues tras la escasez de divisas británicas, las autoridades coloniales importaron 40.000 reales españoles para crear su "dólar agujerado", creando un agujero en estos para duplicar el número de monedas disponibles y que estuviera en circulación en el país oceánico.
Durante más de 300 años, fue la moneda más codiciada por su hegemonía en el comercio mundial, pero con la independencia de las colonias españolas, junto con la aparición de monedas nacionales en América o Asía, comenzaría su final. El siglo XIX sería el último que vería esta moneda en circulación, y se dejaron de acuñar oficialmente en 1857. Su valor, asimismo, se había perdido años antes y ya había sido reemplazada en muchos mercados.
Esto daría paso a otras moneda en España. En 1868, nuestro país introdujo la Peseta como moneda oficial para unificar el sistema monetario español. Presente durante casi 150 años, España pasaría al euro en 2002, al participar en la creación de esta moneda común en Europa y que se mantiene en la actualidad.