España tiene infinidad de ciudades especiales que se pueden descubrir y redescubrir durante estas fechas tan familiares. Pero si estás planeando pasar estas fiestas fuera, te traemos las principales ciudades europeas en las que la magia de la Navidad se multiplica gracias a sus decorados, iluminaciones y mercadillos que parecen rescatados de un cuento.
Y es que cuando se trata de ponerse en modo Navidad hay destinos que no tienen rivales: de Londres a Praga, pasando por Estrasburgo, en cualquiera de estas ciudades te sumergirás, como en ningún otro lugar del mundo, en el tradicional espíritu navideño.
La antigua capital del Imperio Austro-Húngaro ha sabido preservar el verdadero encanto de estas fiestas, celebrándolas año tras año con gran esplendor. Lo descubrirás mientras recorres el mercado navideño que se asienta a las puertas del Ayuntamiento. Alucinarás con la belleza de la decoración tradicional vienesa y seguro que se te irán los ojos en los numerosos puestos con especialidades artesanales y gourmet.
Y por el frío no te preocupes porque podrás combatirlo a base de vino caliente y chocolate. Para añadirle un toque de romanticismo a esta escapada, no te pierdas el Castillo de Shönbrunn, residencia de verano de los reyes austriacos, con unos jardines y unas vistas increíbles de Viena. Es en este escenario de postal donde se rodaron las películas de Sissi emperatriz.
Si ya la capital checa es bonita en cualquier momento del año, cuando se viste de blanco y sus calles y plazas se iluminan, pocas ciudades en el mundo pueden competir en belleza con ella. Desde principios del mes de diciembre, el espíritu navideño envuelve Praga y no hay rincón que escape a su magia. No te pierdas el abeto de más de 20 metros de altura que instalan en la Plaza de la Ciudad Vieja, ofreciendo un espectáculo maravilloso, sobre todo al atardecer cuando sus luces se encienden.
Y además, de disfrutar del mercadillo y ver el reloj astronómico, podrás escuchar villancicos en directo, tomarte un vino y ponche caliente (svařák o punč) o probar los deliciosos dulces navideños (cukroví). Otros populares mercadillos están en la Plaza de la República y en el castillo de Praga (detrás de la iglesia de San Vito). Este es algo más pequeño y en las casetas venden sobre todo productos de alimentación.
Las Navidades londinenses son todo un clásico para los amantes de estas fiestas. Y es que durante diciembre y enero Londres se ilumina por todas partes y muestra una cara muy distinta a la que nos tiene acostumbrados. Eso sí, no tendrás ni un minuto libre si quieres vivirlo todo.
Recorrer los mercados y grandes almacenes o patinar en las pistas de hielo con música frente a históricos monumentos (como el foso de la Torre de Londres) son algunos de los interesantes planes que te esperan. Y además, puedes aprovechar para disfrutar en el West End Londinense de algunos de los musicales teatrales, como Frozen o Matilda. Será todo un planazo, especialmente si vais con niños.
Aterrizar en Cracovia bajo el espíritu navideño es toda una experiencia que hay que vivir al menos una vez en la vida. Uno de los lugares que nos anima a pasar estas fiestas en esta ciudad polaca es la plaza de Rynek Glówny con su impresionante mercado navideño. Es la plaza medieval más grande de Europa y una de las más bellas del mundo.
Y es aquí donde se concentra el ambiente más festivo de estas fechas, pero también donde se encuentran los principales monumentos: la Lonja de Paños, la Torre del Antiguo Ayuntamiento y las iglesias de Santa Catalina y de Santa María. Lo mejor de todo es que durante esta escapada creerás estar en un auténtico cuento de Navidad.
A pesar del frío, durante estas fechas Estraburgo se impregna de un ambiente caluroso y mágico. Conocida como la capital de la Navidad, el lugar clave es el Christkindelsmärik o Mercado del Niño Jesús, que comenzó a celebrarse en 1570 y es el más antiguo de Francia y uno de los más grandes de Europa. Te sorprenderá las iluminaciones escenográficas en la fachada del ayuntamiento, pero también los más de 300 puestos con productos alsacianos que irás encontrando en al menos 10 plazas a lo largo de la ciudad.
Pero si tuviéramos que recomendarte un lugar, este sería la plaza Kleber, donde se alza un abeto gigante de 30 metros, que es uno de los árboles navideños más altos de Europa. Es símbolo de una tradición alsaciana que se remonta a cinco siglos. No te pierdas tampoco los puestos que hay alrededor de la Catedral de Notre Dame.
Y por supuesto, además de disfrutar de uno de los cascos históricos más pintorescos de Europa, otro de los motivos para pasar estas fiestas en esta ciudad de cuento es disfrutar de su gastronomía, que en estas fechas es más dulce de lo habitual. Tienes que probar los bredele, unas deliciosas galletas navideñas alsacianas acompañadas de un vino blanco caliente elaborado a base de naranja, limón, canela y anís.
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