La vida de
Ana Guerra siempre ha estado marcada por la disciplina, tanto en el deporte como en la música. Desde pequeña, la canaria practicaba gimnasia rítmica, equitación y vóley. Sin embargo, un giro en su vida la llevó a tomar una decisión crucial: dejar el deporte para dedicarse a lo que siempre había sido su verdadera pasión: la música. "Soy flautista y tenía que proteger mis dedos. En ese momento jugaba de central y me tiraban todas las pelotas. Cuando me lesionaba, perdía dos semanas de clases de flauta. Era incompatible", confiesa al recordar sus años de práctica deportiva.
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