Hace algunos meses, expresamos nuestra preocupación porque el Banco Central de Costa Rica le daba prioridad al tipo de cambio y no a cumplir con la meta de inflación.
Recientemente, las declaraciones del presidente, Róger Madrigal, en la sesión de la Junta Directiva del ente emisor, según consta en el acta S.O. 6224-2024 del 21 de noviembre del 2024, confirmaron esa sospecha.
En esa sesión, Madrigal explicó que votó en contra de la reforma promovida por la Superintendencia de Pensiones para la migración hacia fondos generacionales.
Lo preocupante no fue su oposición, sino que esta se basó en motivos incorrectos. Su principal (y aparentemente única) preocupación fue que esta reforma podría generar presiones alcistas sobre el tipo de cambio, algo llamativo, dado que este ha disminuido un 21 % desde principios del 2022, ubicándose en valores similares a los observados hace casi dos décadas.
Es justo reconocer que, como presidente del BCCR, don Róger fue transparente (quizá más de lo necesario) sobre sus prioridades.
Como dicen los abogados, “a confesión de parte, relevo de prueba”. Está claro que la política monetaria seguida por el Banco tiene un compromiso inquebrantable con un tipo de cambio bajo y no con las metas de inflación, como lo han indicado ad nauseam tanto su presidente como algunos de sus directivos.
En un espíritu de diálogo constructivo, queremos invitar a don Róger a no preocuparse en exceso si el tipo de cambio experimenta incrementos. Para ello, consideramos útil repasar algunos elementos, que, si uno los entiende bien, podría vivir más tranquilo.
Comprender la finalidad de los fondos generacionales. Los fondos de pensiones son herramientas diseñadas para garantizar a las personas un ingreso estable al llegar a la jubilación.
Los fondos generacionales cumplen un papel crucial, ya que simplifican el proceso de inversión ajustando automáticamente la estrategia de inversión según la edad y la etapa de vida del ahorrante.
Su propósito es proteger y hacer crecer el ahorro de manera eficiente y no especular con factores como el tipo de cambio.
La necesidad de que estos fondos inviertan en mercados internacionales tiene una causa clara: la limitada oferta de instrumentos tanto de renta variable como de renta fija en el mercado costarricense.
Este mercado de capitales, aún poco profundo, ofrece opciones limitadas para producir rendimientos competitivos.
Por esta razón, los fondos buscan algunas oportunidades de inversión en el exterior, siempre con el objetivo de maximizar los beneficios para sus afiliados.
Lo fundamental es entender que la diversificación hacia otros mercados es necesaria y no debe verse como un riesgo. Lo que se pretende es mejorar la rentabilidad y solvencia de los fondos de pensiones.
Entender la diferencia entre a corto y largo plazo. Es importante tener presente que las fluctuaciones en el tipo de cambio son fenómenos generalmente a corto plazo, mientras que los fondos generacionales están diseñados para objetivos a largo plazo.
Como bien deberían saber quienes lideran un banco central, mantener una visión a largo plazo es clave para tomar decisiones informadas y estratégicas.
Esto evita la preocupación desmedida ante ajustes que son propios de un sistema de flotación administrada y que forman parte de su dinámica natural.
En un mercado cambiario como el que tenemos en Costa Rica, el tipo de cambio es un precio determinado (aunque con dudas) por las fuerzas de la oferta, la demanda y la participación del Banco Central.
Esto significa que su valor se ajusta, a menudo, de manera natural a los cambios en estas fuerzas. Por tanto, un aumento en la demanda de dólares no debe interpretarse automáticamente como algo negativo, sino como una señal del mercado sobre sus necesidades en un momento dado.
Si el tipo de cambio sube porque algún factor lo influye, como sería un reajuste de portafolios de inversión, no debería ser motivo de alarma; al final, es el mercado el que está indicando el cambio.
Al cuestionar el cambio, el BCCR da la impresión de involucrarse en competencias propias del Conassif.
Esta postura podría interpretarse como una inclinación a perpetuar las ineficiencias del sistema, como mantener un único fondo para todos los afiliados, lo que limita la capacidad de personalizar y optimizar las inversiones según las necesidades y perfiles de cada grupo etario.
Pareciera que se prioriza mantener un tipo de cambio bajo por encima de las transformaciones estructurales que el contexto actual exige. ¿Será que algunos prefieren aferrarse al pasado en lugar de adaptarse al presente?
En un sistema de metas de inflación, utilizar el tipo de cambio simultáneamente como instrumento de política y meta es un error costoso.
Desde que se escogió mantener un tipo de cambio bajo, la economía de Costa Rica ha enfrentado algunas consecuencias negativas. Por ejemplo, el Ministerio de Hacienda ha dejado de recaudar aproximadamente ¢300.000 millones en los últimos dos años debido a la reducción de ingresos por tributos vinculados al comercio exterior y al impuesto sobre la renta.
Lo anterior significa menos recursos para salud, educación, pobreza y atención de desastres naturales. También atenta contra el proceso de consolidación fiscal que el Ministro de Hacienda ha defendido a ultranza.
Además, esta política no solo ha restado competitividad a las exportaciones, sino que ha encarecido al país como destino turístico, colocando a los visitantes en la disyuntiva de gastar en Costa Rica o preferir otros destinos más económicos.
Podría significar que recibamos menos turistas en el futuro y más costarricenses salgan de vacaciones fuera del país. A esto se suma la acelerada dolarización del crédito que ha incrementado los riesgos en el sistema financiero nacional.
Dadas las declaraciones de don Róger, los costarricenses que asuman riesgo cambiario pueden tener paz, dado que está claro que todo lo que impacte el tipo de cambio al alza será motivo de revisión del BCCR y al parecer del Conassif.
Aunque no pretendemos juzgar, cabe señalar que interpretar un aumento del tipo de cambio como un “flaco favor al sistema” es una visión bastante limitada.
Los ajustes cambiarios son parte de las dinámicas naturales del mercado, ese mismo mercado que el BCCR defiende como funcional y capaz de formar precios de manera adecuada.
Resulta curioso cómo una caída del tipo de cambio se considera normal, pero un aumento parece anunciar el apocalipsis.
Quizás sea el momento de recordar que la flotación cambiaria implica que son posibles subidas en el tipo de cambio, sin alarmismos innecesarios.
De acuerdo con su Ley Orgánica, el Banco Central debe garantizar estabilidad de precios (interna y externa) y, como objetivo subordinado, promover el desarrollo ordenado de la economía costarricense.
El objetivo del Banco Central no es cargar con todas las preocupaciones del sistema financiero. Al final, los mercados, como los fondos generacionales, están diseñados para ajustarse al tiempo y a las circunstancias.
Así que, tal vez sea hora de confiar un poco más en el sistema y preocuparse un poco menos por lo que está fuera de las funciones del BCCR. El futuro económico de Costa Rica no necesita guardianes del pasado, sino arquitectos del mañana.
Luis Liberman y Daniel Ortiz son economistas.
