Hasta en los filtros de seguridad de los aeropuertos te reciben con sonrisas. He estado en varias ciudades de Canadá y siempre encuentro gente amigable.
Por eso me sorprende la patética actitud de sus funcionarios públicos. Particularmente, la del primer ministro Justin Trudeau y la de políticos de menor rango, aunque en ascenso, como el fabricante de empaques Doug Ford, devenido en primer ministro de la provincia de Ontario, autor por cierto de la frase: “Compararnos con México es lo más insultante que he escuchado”.
Ya en conjunto, mucho camino debemos recorrer los mexicanos en materia de respeto a los derechos humanos, si queremos compararnos con Canadá.
Pero datos de otros rubros son muy contundentes: Hace 10 años, la economía de esa nación fue 40 por ciento más grande que la mexicana, medida por su producto interno bruto. En 2023, la diferencia se acortó a la mitad, 20 por ciento.
¿En dónde radica su molestia hacia México? En las declaraciones del próximo presidente Donald Trump, quien comparó su estado de derecho con el de los del sur del río Bravo.
Pero también tal vez, en el hecho de que en este 2024, México se convirtió en el principal socio comercial de Estados Unidos y en su más grande fuente de ensamble de productos tecnológicos, indispensables para la batalla comercial que esa nación encara con China.
No debe sorprender. Canadá se rezaga y no luce mucho más innovadora que los mexicanos en una era en la que lo que vale es justamente la disrupción.
Basta un ejemplo corto. Sus principales empresas son viejos bancos como Royal Bank of Canada; empresas transportadoras de gas, como Enbridge, o la Canadian National Railway. Importantes, pero indignas de compararse con lo que fue la oriunda de Ontario, Blackberry.
Su valor de mercado conjunto es de unos 320 mil millones de dólares; cifra mayor, sin duda, pero en una liga similar a los 130 mil millones que suman Grupo Femsa, América Móvil y Grupo México. No obstante, ambos datos lucen ridículos frente a los 8 billones de dólares (trillions) que valen en grupo Alphabet, dueña de Google; Amazon y Nvidia. Sin contar Tesla, ojo.
Los canadienses tienen derecho a solicitar la salida de México del Tratado México Estados Unidos y Canadá, el T-MEC, si perciben que es mejor para sus intereses. Lo triste es el modo.
Podrían optar por una respuesta en conjunto con México. Pero las acciones de Justin Trudeau de esta semana evidencian que está acorralado, incapacitado para definir estrategias eficaces, ante la proximidad de elecciones políticas en su país, que podrían sacarlo del puesto.
Sus tumbos engrandecen indirectamente las reacciones de la presidenta Claudia Sheinbaum frente al próximo mandatario estadounidense. Desde un principio, ella advirtió que su gobierno respondería con el mismo trato que reciba más allá de las fronteras. No se enganchó.
¿Es mejor estrategia? Juzguen ustedes. Una vez que Trump advirtió que al llegar al poder impondrá aranceles del 25 por ciento a canadienses y mexicanos para castigarlos, Trudeau respondió con desdén hacia México y con una llamada urgente a la que siguió una solicitud de reunión presencial en Estados Unidos. Fiel a su estilo, el tiburón estadounidense olió sangre.
Recibió al dispuesto canadiense en su residencia de Mar-a-Lago, en Florida, durante la cual, el visitante habría explicado el alto impacto que tendrían esos impuestos para su país.
Los rumores sobre el encuentro pintaron a un primer ministro solicitante, quizás suplicante.
¿Resultado? Días después, Trump se burló. Dijo que con el esquema comercial actual, Estados Unidos subsidia con miles de millones de dólares a Canadá y a México y, en son de broma, espetó que deberían convertirse en territorio estadounidense.
Mofándose, a Trudeau lo llamó “gobernador del gran estado de Canadá”.
¿La respuesta a esa burla? En pocas palabras: que es una lástima la derrota Kamala Harris: “Se suponía que debíamos estar avanzando de forma constante, aunque difícil, hacia el progreso”, dijo Trudeau. “Y, sin embargo, hace apenas unas semanas, Estados Unidos votó por segunda vez para no elegir a su primera presidenta”.
Ahora sí reaccionan molestos frente a Estados Unidos. Incluso el vociferante primer ministro de Ontario fue lejos y avisó de repercusiones hacia quienes en el pasado llamó sus “amigos”:
“Llegaremos al extremo de cortarles la energía, desde Michigan hasta el estado de Nueva York y Wisconsin”, dijo Doug Ford.