En el WiZink Center se enfrentaron dos equipos en las antípodas. Uno al que le salía todo, el Zalgiris, y otro al que no le sale nada, el Real Madrid, que ya ha vivido demasiadas veces este guion en lo que va de temporada. No se encuentran los blancos, no hay manera, hagan lo que hagan. Y no hay mejor ejemplo que el choque de este jueves, porque la buena puesta en escena les duró menos de un cuarto, después vino el derrumbe en el segundo y, tras el descanso, cuando intentaron ir contra su propio destino, tampoco consiguieron encontrar ese click que lo cambiase todo. Con más corazón que cabeza y acierto, trató el Real Madrid de evitar la tercera derrota consecutiva en la Euroliga, pero no hubo manera, porque el Zalgiris, el equipo al que más le cuesta anotar en la competición, las metía de todos los colores y de ahí los 54 puntos anotados por los lituanos al descanso. Ni se lo creían.
El Real Madrid estaba pálido en defensa y en ataque, y ni la vitamina que siempre solía ser la aparición de Llull le llevó algo de color a la cara. Lo intentó el capitán a base de triples, de garra, de ese estado de trance en el que entraba en otros tiempos y el rival se desmoronaba. Ayer, sólo le sirvió a su equipo para ponerse a dos puntos (26-28, min 12) e imaginar lo que sólo era un espejismo. Porque después llegaron siete puntos segundos de Lonnie Walker, un jugón que literalmente se tira hasta las zapatillas y que fue implacable en los dos primeros cuartos. Disfrutando de cómo los madridistas llegaban un segundo antes o después a su defensa y él, mientras, anotaba. Justo antes del descanso llegó un parcial de 0-15 con los madridistas totalmente fuera de foco, acribillados a técnicas por los árbitros (4) y sin saber cómo reaccionar. Los triples del rival los sentían como puñaladas en el corazón para llegar al descanso con casi todo perdido (38-54).
«Tenemos que defender si queremos ganar», decía Tavares en el intermedio, pero ojalá el problema del Real Madrid fuese ahora mismo sólo uno. Son muchos y por eso está firmando su peor arranque en la Euroliga, donde después de asaltar el Palau suma tres caídas seguidas, dos de ellas en casa, donde, sin ir más lejos, el Zalgiris no ganaba hace cinco años. Un parcial de 8-1 al volver del intermedio encendió una pequeña llama de esperanza, porque habían encontrado la manera de frenar el ataque verde... Nada de nada. Chus Mateo se fue expulsado por dos técnicas y no había manera de encontrar ese punto de inflexión que diese paso a una remontada. Sylvain Francisco tomó el relevo de Walker y se metió el partido en el bolsillo. Llegó el Madrid a ponerse a ocho puntos de desventaja, pero tras un puñado de acciones positivas aparecía el Zalgiris, da igual si era una estrella o un jugador de reparto, para volver a golpear. Syrvidis, Manek, Smailagic... todos rozaban su mejor actuación del curso ante un Madrid sin reacción, con Musa, Hezonja y Campazzo, todos, intentándolo por su cuenta pero sin una partitura colectiva.
83 - Real Madrid (19+19+22+23): Campazzo (9), Deck (10), Abalde (6), Ndiaye (2), Tavares (10), -cinco inicial-, Llull (12), Garuba (-), Feliz (-), Ibaka (2), Hezonja (14), Rathan-Mayes (3) y Musa (15).
92 - Zalgiris (24+30+18+20): Walker IV (21), Francisco (17), Sirvydis (11), Ulanovas (1), Birutis (-), -cinco inicial-, Manek (13), Dunston (1), Mitchell (5), Smailagic (13), Brazdeikis (10), Lekavicius (-) y Butkevicius (-).
Árbitros: Damir Javor (Eslovenia), Milos Koljensic (Montenegro) y Luka Kardum (Croacia). Excluyeron por dos faltas técnicas al entrenador local Chus Mateo (m.23).
Incidencias: partido correspondiente a la jornada 15 de la Euroliga de baloncesto disputado en el WiZink Center ante 7.842 espectadores.