Suenan varias ráfagas de Ak47 en la plaza de los Omeyas y un grupo de milicianos corre entre la multitud para callar las arma s. «¡No más disparos, no más disparos!», es la orden a unos recién llegados quienes, llenos de euforia, han descargado sus armas en el cielo de Damasco en señal de victoria por la caída del régimen. Vuelve el silencio y, tras la tensión inicial, los abrazos entre los hombres vestidos con ropas militares, algunos encapuchados y, los menos, con el anagrama del grupo yihadista Estado Islámico (EI) en el uniforme. La mezcla de grupos genera confusión entre los damascenos. Son días de euforia, pero las nuevas autoridades quieren que regrese la normalidad lo antes posible y...
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