Cualquier equipo y cualquier jugador sueña con verse en un escenario como la Champions League. Pero, siendo honestos, la verdad es que al Girona esta competición no ha hecho más que darle disgustos y sinsabores. El último, frente a un Liverpool muy terrenal que no tuvo su día más fino, pero se acabó llevando los tres puntos de Montilivi gracias a un penalti cuanto menos discutible. Ahora sí, con este resultado los catalanes ya están fuera de cualquier ecuación para la repesca.
Al Girona le tocó jugar a la contra desde el principio. Renunciar al balón y dárselo al Liverpool, aprovechando el buen toque del equipo para salir al ataque con mucho criterio. Así llegó la primera jugada en la que inquietó a los británicos en el minuto 11 con una gran contra que acabó con un balón de Miguel Gutiérrez desde la izquierda, por abajo, al que Daley Blind no llegó por un palmo y Alejandro Francés no supo enchufar bien y le dio un tanto mordida. Alisson detuvo y alejó el peligro.
Precisamente Miguel tuvo otra poco después, que de nuevo el arquero brasileño del Liverpool sacó a una mano. Y el tiro posterior de Bryan Gil se marchó alto. Pero no sería exagerado decir que la de anoche fue, probablemente, la mejor media hora del Girona en esta primera fase de Champions.
Tanto, que durante algunos momentos del partido el equipo catalán fue bastante superior, apoyado sobre todo en un Asprila que se hizo con el centro del campo, e incluso enganchó un tiro en el borde del área que iba para la escuadra, pero se topó de nuevo con el guardameta ‘red’. De hecho, la primera clara del Liverpool llegó en el 35, en un combinación de Luis Díaz con Salah, que la cruzó por abajo pero Gazzaniga estuvo atentísimo sacando un pie providencial. Y cada vez que el partido daba la sensación de romperse, los de Míchel le daban el punto de pausa justo para no perder el control.
El partido se fue al descanso con empate a cero y con la sensación de que el Girona podría perfectamente meterle mano a un Liverpool que echó muchísimo de menos a MacAllister en el centro del campo, no sólo para aclarar los atascos en ataque sino, sobre todo, para blindar las transiciones hacia atrás, donde los de Arne Slot tuvieron serios problemas.
Trataron los ingleses de dar un paso adelante nada más empezar la segunda mitad, buscando mucho más a un Salah que empezó a tirar desmarques y buscar el uno contra uno. Siguió conteniendo el Girona a sus rivales hasta el 58, cuando Gazzaniga sacó a córner un disparo durísimo de Robertson tras una jugada embarullada en la que Van de Beek tocó a Luis Díaz en el talón. No se llegó a sacar ese saque de esquina porque el VAR paró el juego para revisar la jugada y pitar penalti. Lo ejecutó Salah engañando al portero.
El gol, obviamente, cambió las tornas y ahora era el Girona el que tenía que empezar a arriesgar para ir a por el empate. Míchel sacó a un Danjuma que estuvo muy impreciso todo el partido y a Bryan Gil, y dio entrada a Portu y Stuani. Pero ya costaba mucho más correr hacia arriba. Empezaron a llegar las imprecisiones y era el Liverpool quien daba sensación de control en el terreno de juego, mientras el empuje del cuadro local iba bajando sin remisión.
Y ya está. No pasó mucho más. El Girona hizo un encuentro muy digno -aunque de más a menos- en el que durante muchos minutos habló de tú a tú a un transatlántico como el Liverpool. Pero, una vez se pusieron por delante, los ingleses no tuvieron demasiados problemas para mantener el resultado ante un equipo que no supo hacer daño cuando se puso por detrás en el marcador. Quedan dos partidos para el adiós.