París. La organización del Mundial de fútbol 2030 en tres continentes es una idea considerada “descabellada” y una “aberración ecológica” por especialistas en medioambiente y militantes ecologistas.
El miércoles, la FIFA oficializará la organización del Mundial 2030, con tres partidos en Sudamérica y los otros 101 en Marruecos, España y Portugal, para un total de 48 equipos.
“Una elección geográfica desafortunada”, valora Benja Faecks, de la ONG Carbon Market Watch, en declaraciones a esta agencia. Este experto subraya la incongruencia con las promesas pasadas de los organizadores de grandes eventos.
La organización, que se especializa en analizar la huella climática de empresas, gobiernos y eventos, destaca que una competición tan amplia, dividida entre sedes a miles de kilómetros, requiere un alto nivel de transporte aéreo, no solo para los equipos, sino también para cientos de miles de aficionados.
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Según David Gogishvili, investigador en la Universidad de Lausana, la FIFA también busca promover el fútbol a nivel global con esta decisión. Tres partidos se jugarán en Argentina, Uruguay y Paraguay para conmemorar el centenario del primer Mundial, celebrado en Uruguay en 1930. “Pero en términos medioambientales es una idea loca”, añade el experto.
El formato de la competición (48 equipos a partir de la edición de 2026, frente a los 32 de 2022), las sedes elegidas y los patrocinadores, como la petrolera saudita Aramco desde principios de este año, generan controversia. “Y si el planeta se muere, pues qué pena”, ironiza Guillaume Gouze, del Centro de Derecho y Economía del Deporte, ligado a la Universidad de Limoges (Francia). La preocupación por la descarbonización, muy presente en Europa, “no necesariamente se comparte en todas partes”, señala.
La FIFA, como máxima autoridad del fútbol, tiene “una responsabilidad moral a la hora de afrontar estas cuestiones”, según Gouze. Sin embargo, en lugar de buscar alternativas sostenibles, propone Mundiales que representan una “aberración ecológica”.
“Pasar de 32 a 48 equipos es casi peor que tener el Mundial en tres continentes”, estima Aurelien François, profesor de gestión deportiva en la Universidad de Rouen, Francia. “Más equipos significa más hinchas deseosos de ir a las sedes, más necesidades en términos de hoteles y restauración y más desechos”.
Los países elegidos para la edición de 2030 ya disponen de estadios, a diferencia de Catar en 2022 o Arabia Saudita, que será sede en 2034. Esto podría reducir el impacto de la polución y otros efectos ambientales.
Antoine Miche, director de la asociación Football Ecologie France, recuerda los problemas de sequía y falta de agua en veranos anteriores en esas regiones. Estos se verían agravados por el flujo masivo de millones de visitantes.
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“La coorganización no es necesariamente un problema”, afirma Ronan Evain, de la asociación Football Supporters Europe, con sede en Hamburgo, Alemania, citando la cita de 2022 en Corea del Sur y Japón. “Pero para 2030 se presentan demasiadas preguntas”, advierte.
¿Qué pasará con los traslados entre Marruecos y el sur de Europa? ¿Y con los costos ambientales y económicos (para los aficionados) si el sorteo asigna un partido en Sudamérica? Además, los jugadores de esos tres partidos podrían sufrir desfase horario y diferencias de temperatura.
¿Vale la pena cruzar el Atlántico? “Los verdaderos aficionados harán esos viajes. Por pasión, se pueden hacer cosas incoherentes”, comenta Antoine Miche.
La FIFA podría inspirarse en el Comité Olímpico Internacional (COI), que ya no concede los Juegos a ciudades que deban construir toda la infraestructura para el evento, subraya David Gogishvili, de la Universidad de Lausana.
Elegir un lugar con menores distancias que las ediciones de 2026 (Estados Unidos, Canadá y México) y 2030 es necesario pero no suficiente, según los expertos. Recuerdan que el Mundial 2022 de Catar se disputó en un lugar muy “compacto”, en un radio reducido de kilómetros, pero eso implicó la construcción de nuevos estadios y su climatización.
Otra idea para el futuro es instaurar “límites regionales” para reducir los vuelos. Esto implicaría reservar una gran parte de las entradas en los estadios para aficionados procedentes de un perímetro de unos cientos de kilómetros y fomentar el uso del tren.
Guillaume Gouze y otros expertos abogan por multiplicar las ‘fan zones’ en las grandes ciudades del fútbol, para que los hinchas “vivan una experiencia colectiva” delante de una pantalla gigante, sin necesidad de acudir al estadio, pero con el ambiente de un gran evento.
La FIFA tendría que aceptar el impacto que esto pudiera tener en términos de rentabilidad económica. Para algunos aficionados, que solo conciben vivir el Mundial dentro del estadio, la fórmula podría no ser suficiente.