La jubilación es esa etapa soñada por muchos, donde por fin podemos dejar atrás las alarmas madrugadoras, los horarios rígidos y las interminables listas de tareas. Pero lo que no se dice tan a menudo es que este nuevo capítulo también trae consigo reflexiones profundas y, para muchos, una transformación inesperada.
Los jubilados más felices han descubierto cinco claves valiosas para disfrutar de esta etapa, pero lo curioso es que prefieren guardarse muchos de esos secretos. ¿Por qué? Quizás porque entienden que la vida tiene ciclos que deben vivirse, y algunas lecciones solo es el tiempo y la experiencia quien permite asimilarlas.
La doctora Carol Orsborn, autora de más de treinta libros sobre el desarrollo de las etapas de la vida, ha revelado algunas conclusiones sobre la vida que algunas personas llevaron a cabo una vez llegaron a su jubilación.
Una de las grandes lecciones de la jubilación es aprender a desvincularse de las expectativas ajenas. Después de años persiguiendo metas impulsadas por la ambición, muchos jubilados descubren que la verdadera satisfacción está en simplificar la vida y vivir de manera auténtica. Este cambio de enfoque, de “ser alguien” a simplemente centrarte en ser tú mismo o misma y disfrutar del momento, resulta liberador.
Después de vivir una vida impulsada por la ambición, el mayor secreto que los jubilados felices se guardan para sí mismos es que la vida puede ser satisfactoria sin ella. Todos los gurús que tratan de determinar cuál es la clave del éxito la establecen en trabajar duro, ser prudentes, cuidadosos y reacios al riesgo. Sin embargo, una de las cosas que más se arrepiente la gente que se ha jubilado es haber trabajado a costa de la familia y de la salud. Es necesario en la vida trabajar duro, sobre todo en ciertos momentos, pero nunca a costa de la familia ni de la salud.
Y sobre todo, es importante vivir la vida que quiera vivir uno mismo, no la que querían vivir sus padres. Aunque cada situación familiar es única, nuestros padres y abuelos vivieron una vida que no es la actual, que demandaba otro tipo de necesidades y que no tiene por qué adaptarse a la nuestra. En otras palabras, no tenemos que sentirnos culpables por disfrutar de nuestra libertad.
La primera mitad de la vida tiende a centrarse en acumular cosas. Recolectar objetos, experiencias e incluso ciertas relaciones puede otorgar comodidad, estatus y belleza con el objetivo de que ello se vea recompensado también para las generaciones venideras.
No obstante, la mayoría de los jubilados felices finalmente descubren la alegría que surge al deshacerse de todas las cosas materiales que acumulamos a lo largo de los años. En retrospectiva, a menudo lamentamos el tiempo perdido trabajando para comprar cosas que nos parecían importantes cuando éramos más jóvenes y que, con el tiempo, no lo terminaron siendo. La vida se trata de simplificar. Es tentador tratar de conservar cosas para nuestros hijos, pero lo más probable es que ellos no quieran todo lo que vamos acumulando en la vida, más allá de porque pertenecieron a la nuestra.
La jubilación no consiste en llenar cada momento libre con actividades. Los jubilados felices entienden el valor del tiempo de inactividad, ese espacio que permite reflexionar, descansar y reconectar con uno mismo.
Aunque otros puedan malinterpretar esta calma como ocio improductivo, los jubilados saben que es un componente esencial de la felicidad. Este conocimiento, que podría parecer simple, a menudo se guarda para evitar presionar a las generaciones más jóvenes a vivir de la misma manera. Muchas veces lo primero que pensamos en hacer cuando estemos de vacaciones es en tener un tiempo de no hacer nada, así que no hay que tener miedo de vez en cuando a llevar esto a cabo en la vida adulta.
El deseo de controlar cada aspecto de la vida es algo que muchas veces define la etapa laboral. Pero en la jubilación, la sabiduría radica en aceptar que nunca tuvimos el control total y que no lo necesitamos para disfrutar plenamente.
Este cambio de perspectiva no elimina las preocupaciones, pero otorga herramientas para enfrentarlas con serenidad y experiencia. Es un aprendizaje que los jubilados felices prefieren que sus hijos descubran por sí mismos, a su debido tiempo.
La jubilación no significa que los desafíos desaparezcan, pero sí abre una ventana a nuevas oportunidades de aprendizaje y desarrollo. Los jubilados felices aprovechan este tiempo para explorar pasiones, tomar riesgos calculados y redescubrir la alegría de aprender algo nuevo. Sin embargo, incluso los jubilados más felices afirman que la vida después de la carrera profesional, incluso con dinero, no es libre de preocupaciones, pero eso está bien. Este puede ser el momento de asumir riesgos calculados y aceptar desafíos.
Este es quizás el mayor secreto de todos: no hay una forma correcta de ser feliz en la jubilación. Cada persona define su camino, y ser un ejemplo vivo de esta filosofía es más valioso que cualquier consejo. No existe una forma correcta o incorrecta de ser un jubilado feliz. Solo existe tu manera.