Hace más de tres décadas, la sinergia entre el sector público y privado impulsó un México en ascenso, con un PIB sólido y un horizonte de crecimiento generalizado.
Sin embargo, el panorama actual revela un país atrapado en una dinámica de incertidumbre, donde los fundamentales económicos enfrentan presiones internas y externas.
Las utilidades bursátiles gravadas al 10%, junto con un entorno global volátil, desmotivan la inversión, mientras los mercados bursátiles se mantienen en vilo ante posibles choques.
La dependencia económica de México respecto al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) alcanza el 80 por ciento, posicionándolo como un pilar estratégico, pero también como un riesgo latente. Una renegociación desfavorable podría desencadenar impactos significativos en sectores clave, desde la manufactura hasta la agroindustria.
Este escenario recuerda las tensas partidas de ajedrez de la Guerra Fría, donde la estrategia psicológica era tan decisiva como el movimiento de las piezas. México debe evitar ser Boris Spassky en este tablero comercial y político, enfrentando a un Bobby Fischer que juega con reglas propias.
Las calificadoras internacionales, como Fitch y Moody’s, han mantenido al país en un umbral delicado: BBB- y Baa2 con perspectivas que oscilan entre estable y negativa.
Este estatus de grado de inversión es crucial para atraer capital extranjero, mantener la confianza de los mercados y evitar la temida degradación a grado de especulación, lo que encarecería el costo del financiamiento y ahuyentaría la inversión.
La relación entre la Bolsa Mexicana de Valores o nuestro mercado bursatil y el T-MEC es innegable; ambos reflejan la percepción de estabilidad económica y política. Un manejo estratégico y balanceado en las negociaciones no solo protegería a México de impactos negativos, sino que enviaría señales de confianza a los inversionistas.
Las calificadoras, que actúan como árbitros globales de riesgo, observan de cerca. El futuro económico del país dependerá de jugar con inteligencia en este delicado tablero de acuerdos y compromisos.
En esta negociación del T-MEC es como el ajedrez, claramente demuestra que el presidente electo de Estados Unidos Donald Trump toma la iniciativa con las piezas blancas, esperando que las piezas negras más que defensiva de ataques utilice la capacidad de sacrificio para ganar esta partida en la negociación más importante para nuestro México.