La ceremonia principal por el bicentenario de la Batalla de Ayacucho, que consolidó la independencia del Perú y América Latina, se realizó sin la presencia de la presidenta Dina Boluarte, quien alegó problemas de clima para viajar al lugar, aunque en la mañana sí hubo vuelos en el aeropuerto de la ciudad y otras autoridades llegaron hasta Pampa de la Quinua, escenario histórico donde se realizó la conmemoración.
Al iniciar la tarde, Boluarte apareció en Palacio de Gobierno, en Lima, en el patio principal enrejado, para encabezar otra ceremonia, mucho más modesta, en recuerdo de la batalla trascendental que tuvo lugar a más de 333 kilómetros.
“Esta mañana nuestro propósito era conmemorar los 200 años de la gloriosa Batalla de Ayacucho en las mismas pampas históricas donde se selló nuestra libertad. Sin embargo, los caprichos del clima nos impidieron trasladarnos al santuario histórico de las Pampas de Quinua allá en Ayacucho”, dijo Boluarte al iniciar su alocución en el portal de Palacio en Lima.
A pesar de esta excusa, el aeropuerto de Huamanga operaba con normalidad. El día amaneció con lluvia, pero luego se despejó. “El único vuelo Lima-Ayacucho cancelado fue el de las 5:30 a.m. Los demás, desde 9 a.m. sí llegaron. La ceremonia empezó pasadas las 11:30 a.m. ¿Por qué no llegó Dina Boluarte y sí los ministros de Cultura, Defensa y Relaciones Exteriores?”, cuestionó el periodista ayacuchano Adrián Sarria al publicar la lista de vuelos, en la red social de internet X (antes Twitter).
Afuera del aeropuerto, los familiares de los asesinados durante las protestas de fines del 2022, en Ayacucho, expresaban su rechazo a la posible presencia de la mandataria.
Organizaciones ciudadanas habían alistado manifestaciones contra la jefa de Estado, especialmente rechazada por los decesos y abusos de la represión. Incluso, se popularizó la consigna “Bicentenario sin Dina”.
En una visita anterior, Boluarte fue jaloneada por familiares de las víctimas.
En la víspera del bicentenario, el gobernador de la región, Wilfredo Oscorima, había sido abucheado por la población, que le recordó su cercanía con Boluarte y el escándalo del Rolexgate, además de las demandas ciudadanas que no atiende.
En la ceremonia en Pampas de la Quinua, el estrado que esperaba a Boluarte tuvo a otras autoridades que sí llegaron desde Lima: el ministro de Relaciones Exteriores, Elmer Schialer; el comandante general del Ejército, César Briceño; y representantes de Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador y Panamá. También estuvo la presidenta del Tribunal Constitucional (TC), Luz Pacheco.
Además, participaron Oscorima y el alcalde de la Municipalidad de Quinua, Rupert Limaco.
En su discurso, Oscorima instó al Gobierno a tomar más medidas a favor de la población con hambre. Sin embargo, defendió a Boluarte pese al desplante y a su alto descrédito.
“Yo sé que la señora presidenta va a cumplir, es una mujer que quiere al pueblo, a los pobres, es una provinciana que va a atender nuestras demandas”, adujo el gobernador.
“La ausencia de la presidenta es cuestionable porque es un momento histórico con significado muy importante. Este año pudimos resarcir lo que faltó el 2021 por pandemia. Lamentablemente no se estuvo a la altura”, dijo el historiador Michael Mendieta, magíster en Ciencia Política y profesor de la Universidad de San Marcos.
“Ni siquiera la población pudo estar cerca. Hubo restricciones. Ha sido una oportunidad perdida. Solo hicieron actos cerrados. Vemos que Boluarte es solo una figura secuestrada por las élites”, agregó.
La ceremonia en Ayacucho tuvo una escenificación de la batalla histórica que fue transmitida por el canal del Estado.
En Lima, Boluarte llamó a los países de la región a mantener la unidad, rodeada de ministros, funcionarios y lejos de la población.
Por Lincoln Onofre, politólogo ayacuchano
La presidenta Dina Boluarte no es bienvenida en ninguna región del país. Necesita baños de popularidad, que ni su aliado, el gobernador Wilfredo Oscorima, puede garantizar; y menos tras las pifias de rechazo que recibió en un concierto promovido por él. Después de eso, tuvo que sincerarse con Boluarte y aconsejarle que no se aparezca, pues no hay garantías para llevar actos del Bicentenario en paz. El clima jugó a su favor y fue argumento para justificar su ausencia; aunque vuelos programados arribaron a la ciudad.
Si bien Ayacucho no es bastión electoral importante en el escenario nacional, la muerte de inocentes en diciembre del 2022 por acción del Ejército sí trascendió las fronteras y afecta políticamente a Boluarte, más si hasta hoy no se alcanza justicia para estas personas.
Boluarte no es política y está blindada por este Congreso. Creo que permanecerá en tanto sea funcional a intereses de los congresistas. Está amortiguando el descontento nacional de la clase política y sabe que después del 2026 no tiene futuro político, que la justicia la alcanzará y por eso, sin nada que perder, quiere aprovechar y blindarse al menos un tiempo.
Otro que disimula su derrota es Oscorima. Lo sostienen su dinero, su portátil y medios de comunicación local que crean realidades paralelas. Si uno evalúa su gestión en estos años, no es rentable su permanencia. Hay más presupuesto, pero no es sinónimo de más obras, sino de sobrevaluadas. Las infraestructuras al servicio de unos eventos así lo revelaron: obras incompletas y en pésimo estado; según lo informes de Contraloría. Llegamos a este bicentenario, deslucido, con las máximas autoridades gobernando de espaldas al pueblo.