El relampagueante derrocamiento del presidente Bashar al Assad por columnas de terroristas pertrechados con armamento pesado, tanques, vehículos blindados y eficaces drones artillados, que se apoderaron el domingo de Damasco, la capital de Siria, abrieron las puertas del país a una abierta intervención militar de Israel y Estados Unidos, que pone en riesgo la independencia, la unidad territorial y la soberanía del país árabe, pieza clave en el dominio geopolítico de Oriente Medio.
La prensa estadounidense y occidental en general se cuidó de llamarlos «militantes rebeldes» y otros calificativos. De la noche a la mañana dejaron de ser «terroristas», como fueron oficialmente calificados antes por Washington, la Unión Europea y hasta el Consejo de Seguridad de la ONU.
Hayat Tahrir Al-Sham (HTS), que encabezó los avances insurgentes en el oeste de Siria, fue anteriormente una filial de Al-Qaeda conocida como el Frente Nusra hasta que su líder, Abu Mohammed Al-Golani, anunció la ruptura de sus lazos con el movimiento yihadista global en 2016.
Washington finalmente completó su guerra sucia en Siria, denunció Kyle Anzalone, editor de noticias del Libertarian Institute. «Lo que comenzó como una operación encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para contrabandear armas y yihadistas de Libia a Siria, resultó en la destitución del Gobernante sirio y su remplazo por Abu Mohammad al-Golani».
A su vez, el subsecretario adjunto de Defensa para Oriente Medio, Daniel Shapiro, afirmó el domingo, horas después de que se anunciara la caída del Gobierno de Bashar al Assad, que «Estados Unidos mantendrá su presencia en el este de Siria y tomará las medidas necesarias para evitar un resurgimiento del Estado Islámico (ISIS)».
De hecho, según reportó The New York Times, el propio presidente Joseph Biden informó el domingo que aviones estadounidenses efectuaron docenas de ataques supuestamente contra posiciones de ISIS.
Un enjambre de aviones B52, F-15 y A-10 atacaron más de 75 objetivos en el centro de Siria, agregó la fuente.
Funcionarios de los servicios de inteligencia dijeron que el Gobierno de Biden está doblando la página, es decir, olvidará el pasado de Al-Golani ante su nueva proyección.
Según trascendió, con la ayuda de drones avanzados, el HTS acabó rápidamente con cualquier fuerza siria que se resistiera, y el domingo, Golani llegó a Damasco y declaró que los «muyahidines» habían ganado la guerra. Y Washington lo celebró.
«Siria es libre. Los rebeldes ganaron. El pueblo se liberó de la tiranía. La libertad ganó», escribió Josh Rogin del Washington Post. Un lenguaje que se repitió en otros medios de la prensa corporativa.
Anzalone recordó que «el pueblo sirio fue intencionadamente privado de alimentos y empobrecido por EE. UU. para provocar la caída de al Assad».
Estados Unidos ocupa desde hace 12 años las áreas económicas más importantes de Siria, que debían satisfacer necesidades básicas de la población del país, como el petróleo, el gas, la agricultura y los recursos hídricos, que permite sean robados por los opositores.
Este lunes, el ejército israelí tomó el control de la zona de seguridad en territorio sirio que los separaba de los ocupados Altos del Golán. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, afirmó este lunes que su país no abandonará la región anexada de Siria. En paralelo, el ministro de Defensa israelí, Israel Katz, anunció que el ejército continuará avanzando para controlar áreas estratégicas.
Los recientes acontecimientos en Siria forman parte de un escenario más amplio que pretende alterar radicalmente el panorama político y social de la región, opinó el presidente del Centro de Estudios de Oriente Medio de Moscú, Murad Sadygzade.
En declaraciones a Russia Today, el analista subrayó que tanto la renuncia a la presidencia de Bashar al Assad y su salida del país, como la rápida toma por parte de la oposición armada de ciudades claves, incluida Damasco, el pasado domingo, «no son en absoluto una casualidad», sino «el resultado de procesos profundos que se han ido gestando durante año.
«Este conflicto es otro escenario de confrontación global, donde la lucha por la influencia en Oriente Medio está directamente vinculada con los esfuerzos de Occidente por conservar su supremacía global», sostiene.
El desmantelamiento del Gobierno de Al Assad tuvo por objeto «debilitar la influencia regional de Rusia, despojándola de un aliado clave y potencialmente expulsando su presencia militar de Siria».
Por su parte la agencia TASS dijo que «los funcionarios rusos están en contacto con representantes de la oposición armada siria, cuyos líderes han garantizado la seguridad de las bases militares rusas y las misiones diplomáticas en el territorio sirio».