Asegurados de lograr el miércoles la organización de los Mundiales 2030 y 2034 de fútbol, el trío España-Marruecos-Portugal (con tres partidos en Sudamérica) y Arabia Saudita atestiguan una tendencia reciente: la atribución a la candidatura única de los principales eventos deportivos, tan vastos que desalientan a muchos candidatos.
Pocos hubieran imaginado, cuando Catar fue elegido para sorpresa general para albergar el Mundial-2022 de fútbol por delante de Estados Unidos, Corea del Sur, Japón y Australia, que la FIFA designaría dos ediciones de su competición reina sin suspense ni debate público.
Esa doble designación, que podría pasar por un mero formalismo, durante un Congreso virtual, recuerda sin embargo a las acaecidas en octubre de 2023 de las anfitrionas de las Eurocopas 2028 y 2032 de fútbol para Reino Unido-Irlanda e Italia-Turquía respectivamente, a su vez las únicas en liza.
Por su parte, el Comité Olímpico Internacional acordó, como se esperaba el pasado mes de julio, los Juegos Olímpicos de invierno de 2030 a los Alpes franceses y los de 2034 a Salt Lake City, consecuencia de su nuevo procedimiento que selecciona a los "anfitriones preferenciales" varios meses antes del voto final.
Hay que girar la vista hacia las competiciones femeninas, por el momento ostensiblemente menos costosas, para observar cierta competencia: Mundial de fútbol 2027 (adjudicado a Brasil ante el trío Alemani-Bélgica-Países Bajos), Eurocopa-2025 (cuatro candidaturas en liza, Suiza elegida), y la Eurocopa-2029 (cinco candidaturas presentadas).
En los países democráticos, la reticencia de la población ante el impacto presupuestario y medioambiental de los grandes eventos deportivos explica la negativa en muchas zonas a la posibilidad de albergar Juegos Olímpicos, sobre todo en Escandinavia, Canadá o Suiza.
Pero la desatada carrera por el gigantismo entre las instancias del fútbol, así como "la enorme complejidad de los Juegos Olímpicos en términos jurídicos y de seguridad", reduce también el número de países capaces de albergarlos, indica para la AFP Pim Verschuuren, profesor-investigador en la Universisad Rennes-II.
"Un Mundial con 48 equipos", lo que supone 104 partidos a partir de la edición 2026 compartida entre Estados Unidos, Canadá y México, por los 64 durante el Mundial Catarí de 2022, "es monstruoso", resume el especialista de geopolítica deportiva.
Veinte estadios con aforos de entre 40.000 y 115.000 localidades optan a albergar el Mundial-2030 entre España, Portugal y Marruecos, sin contar los tres "partidos del Centenario" en Argentina, Uruguay y Paraguay, por los ocho recintos de Catar en 2022.
Para las organizaciones deportivas, ese tipo de atribuciones dirigidas cuentan con diversas ventajas: evitan el desgaste y el costo de los enfrentamientos entre candidatos, así como los escándalos por compra de votos que han sacudido en la misma medida al COI y a la FIFA.
"Se evita ahora avergonzar a los perdedores de manera muyy visible, lo que podría disuadirles de postularse de nuevo", explica Raffaele Poli, que dirige el Observatorio del Fútbol de Neuchâtel (Suiza).
Pero cabe el riesgo de que la ausencia de competencia neutralice todos los criterios medioambientales o sociales, unos aspectos que preocupan cada vez más.
La FIFA, ciertamente, realizó a finales de noviembre su evaluación de candidaturas 2030 y 2034, estimando que los compromisos de Arabia Saudita en materia de derechos humanos supondrían "un esfuerzo significativo en tiempo y en energía" hasta la competición.
Pero esa publicación no tiene "ningún peso en la decisión" cuando no hay nadie más en liza", opina Raffaele Poli.
Más ampliamente, para eventos planetarios que impactan directamente a decenas de miles de personas y comprometen a las finanzas públicas, "los márgenes de maniobra son reducidos para tener un debate público", destaca Pim Verschuuren.
Amnistía Internacional y la organización Sports and Rights Alliance trataron de reclamar la suspensión de proceso de candidatura para 2034, el tiempo de lograr garantías sobre la suerte de los trabajadores migrantes mobilizados en Arabia Saudita, así como sobre el recibimiento sin discriminación a los aficionados.
Pero la posibilidad de debate podría cerrarse rápidamente, más aún cuando el voto común para 2030 y 2034 "reduce también la posibilidad para las federaciones que lo deseen" de hacer oír sus eventuales reticencias sobre el dosier saudita, sostiene Verschuuren.
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