Nuevamente la inacción policial ante una denuncia de una familia, esta vez por la desaparición de una niña de 12 años, podría haberle dado facilidades al raptor para cometer el crimen.
Ocurrió en la comisaría de José Galvez, en Villa María del Triunfo. La familia infructuosamente pidió apoyo policial para buscar a la menor. Tuvo que hacer sola su pesquisa hasta que logró hallarla en una vivienda prefabricada a la que había sido conducida por el secuestrador. Lamentablemente, ya era tarde.
El asesino confesó el horrible suceso, pero es insuficiente para unos padres que ahora reclaman explicaciones. Ellos aseguran también que estaría viva si la policía hubiera activado las alarmas. No se puede comprobar la hipótesis, solo lamentar que nuevamente la policía no atiende con celeridad este tipo de denuncias que formulan los familiares.
Ocurrió hace poco más de un mes en el caso de Sheyla Cóndor. La madre de la víctima quiso una y otra vez asentar la denuncia en la comisaría y no se le hizo caso. La joven fue hallada mutilada en el domicilio del policía asesino. La madre de Sheyla también reclamó la desidia con que fue tratada y la respuesta negativa a sus súplicas. Ella también dijo que una respuesta rápida tal vez hubiera salvado a Sheyla de la horrible muerte.
En el caso de la menor de edad, los padres también sospechaban que su hija estaba en manos del vecino que la mantenía secuestrada. Desde el mediodía hasta las 8 p.m., en que fue ubicado el cadáver, se pudo haber hecho algo por ella, encontrándola con vida, por ejemplo.
El ministro del Interior, José Santiváñez, como en la oportunidad anterior, ha ofrecido investigación y sanciones contra el personal policial que no atendió la emergencia. Parece insuficiente. Lo que requiere la ciudadanía, y en especial la mujer,son nuevos protocolos que se activen de inmediato, sin sesgos machistas y respuestas negligentes, que solo refuerzan el estereotipo y colocan en mayor vulnerabilidad y riesgo a un 50% de la población constituida por las mujeres.
