Un país insular ubicado al occidente de Colombia, pero fuera de América, es una curiosidad geográfica que puede sorprender a muchos. Mirar hacia el oeste desde la costa pacífica de la nación sudamericana nos lleva más allá de Panamá y el océano Pacífico. Este país, aunque alejado por miles de kilómetros, guarda un vínculo especial con América, especialmente con Estados Unidos, y su rica historia lo convierte en un destino fascinante para explorar.
Ese país es un archipiélago compuesto por más de 7.000 islas. Su ubicación estratégica la convirtió en un punto clave para el comercio y las disputas coloniales a lo largo de los siglos. A pesar de su aparente desconexión geográfica con América, la historia demuestra cómo este país estuvo intrínsecamente ligado al continente a través de la influencia de España y, posteriormente, de Estados Unidos. Hoy, destaca por su pasado histórico, pero también por su impacto cultural y sus lazos con países como Colombia y otros americanos.
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Si se observa un mapa desde la costa pacífica de Colombia, es difícil imaginar que un país asiático como Filipinas sea el siguiente punto de referencia tras cruzar el inmenso océano. Sin embargo, este archipiélago se encuentra directamente al occidente de Colombia, lo que lo convierte en un hecho geográfico único.
Aunque no pertenece al continente americano, Filipinas comparte aspectos históricos y culturales con esta región. Durante más de 300 años, formó parte del Imperio Español, siendo administrada desde México y conectada con América Latina a través del Galeón de Manila. Además, su posterior cesión a Estados Unidos en 1898 lo acercó aún más al continente americano. Este dato no solo resalta la interconexión mundial, sino que también enfatiza la importancia de Filipinas como un punto clave en la historia de América y Asia.
El destino de Filipinas cambió drásticamente al final del siglo XIX. En 1898, tras la Guerra Hispano-Estadounidense, España cedió Filipinas a Estados Unidos como parte del Tratado de París. Este acuerdo puso fin a siglos de dominación española, marcando el inicio de casi cinco décadas bajo la administración estadounidense.
Durante este periodo, Estados Unidos transformó Filipinas en términos de infraestructura, educación y política, introduciendo el idioma inglés como lengua oficial junto al tagalo. Sin embargo, también enfrentaron resistencia de los filipinos que luchaban por su independencia. Finalmente, en 1946, tras la Segunda Guerra Mundial, Filipinas se convirtió en una nación soberana, cerrando un capítulo de dominio extranjero que dejó una profunda huella en su identidad cultural y política.
Para los viajeros interesados en explorar Filipinas, especialmente desde Estados Unidos, el costo de un vuelo puede variar dependiendo de la temporada y la aerolínea. En promedio, un boleto de ida y vuelta puede oscilar entre 900 y 1,500 dólares, con ofertas ocasionales que reducen significativamente el precio.
Filipinas ofrece una experiencia única para los visitantes, con playas de aguas cristalinas, una gastronomía diversa y una mezcla cultural que combina influencias hispanas, americanas y asiáticas. Las principales aerolíneas que operan estas rutas incluyen Philippine Airlines, Delta y United Airlines, con escalas comunes en ciudades como Tokio, Seúl o Singapur.